CHARLOTTE:
Los martes nunca habían sido mi día favorito en la semana, pero sin duda, este tenia algo diferente.
Me había despertado de muy buen humor esa mañana, el frío de los principios de diciembre se hacia notar, no obstante, yo me seguía encontrando feliz, a pesar de que el lunes hubiera sido un día malo y abrumante. Tuve el gusto de tomarme un delicioso café humeante en unos de los Starbucks que estaban cerca del campus, pero como no todo en esta vida es color de rosas, cuando había acabado mi café y me encontré en el exterior de la cafetería, alguien chocó conmigo, haciendo que un líquido frío se derramara sobre mi abrigo.
—No, no, no. De verdad lo siento tanto— se disculpó la otra persona, que no solo se había manchado con lo que supuse era su bebida, sino que también había resbalado y caído al suelo. Era un chico, de cabello rubio.
—No te preocupes, solo fue mi abrigo— le tendí mi mano para que se levantara.—¿Te encuentras bien?
—Sí, lo siento mucho, no te vi, aunque te debes haber dado cuenta— dijo el rubial, sacudiendo su chamarra verde militar. Levantó la mirada y pude observar que tenia ojos de color café, llevaba el cabello despeinado, era un tipo alto, aunque joven según sus facciones.
—Si, me di cuenta. Tu bebida si que estaba helada— dije señalando mi abrigo negro, que ahora tenia una mancha café en el centro.
—Ups, era café helado. Esto me pasa por andar apurado. Puedo darte mi abrigo si quieres, aunque te quedará grande.
—No, cuando me lo quite seguramente se secara.— luego de eso el solo observaba sus pies, así que decidí emprender viaje a la universidad para no retrasarme mas.—Mhm. . . yo debo irme, así que... Adiós.
—Espera, soy Chad. ¿Vas al campus?
—Eh, si, al de gastronomía. ¿Tú?
—Ingeniería en alimentos.
—Oh, que genial, no quedan lejos el uno del otro. Soy Charlotte, por cierto.
—Un gusto Charlotte. ¿Te molestaría que te acompañe? Quiero decir, los dos vamos hacia el mismo lado.
—Esta bien. ¿Compraras otro café?
—No, ya que. Es un caso perdido— dijo revolviendo su ya de por sí, despeinado pelo y sonriéndome, con una dentadura perfecta. Diría yo.
—Bueno, vamos entonces.
Y así fue como el martes mas lindo de mi vida comenzó, conocí a la persona que se volvería mi mejor amigo. Chad Paterson, estudiante de segundo año en Ingeniería de alimentos.
***
Luego de salir de clases, Chad, me envió un mensaje diciendo que le gustaría almorzar conmigo en la cafetería—si, habíamos intercambiado números—, por lo que almorcé con él un delicioso pastel de papas en el comedero de la universidad, para luego dar por finalizado nuestro día de clases.
Habíamos charlado de cosas triviales, como por ejemplo, de que vivía con su abuela, tenia 20 años, hijo único, de padres divorciados, su color favorito, el anaranjado. Amaba las películas románticas, a pesar de que sus primas se burlaran por ello. Tenía novio, desde hacia ya tres años y era muy feliz con el.
En un principio me pareció extraño que me contara todas esas cosas si apenas nos conocíamos, pero luego dijo que tendía a confiar demasiado rápido en la gente. Cosa que a veces puede ser muy buena o muy mala, depende a la persona que le otorgas esa confianza.
En mi caso, le dije que podía estar tranquilo, que soy alguien de fiar, y que podríamos llegar a entablar una amistad.
Aunque yo no le había contado tantas cosas sobre mi, pues era mas reservada, eso no le impidió confesarme que le había caído bien. Un gran logro para mi, puesto que siempre la primera impresión que la gente tenia de mi era que era alguien borde y que andaba con cara de amargada por la vida, eso en parte era cierto. Pero dependiendo el día.
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En el gris de tus ojos [Libro I bilogía "Miradas"]
Romance¿Ella? Estuvo perdida durante un tiempo y necesita nuevos comienzos, nuevas oportunidades. ¿Él? Solo necesita una niñera para su hija y ella es la indicada para este trabajo. Pero, ¿Qué pasaría si ella fuera esa persona que por mucho tiempo esperó...