25| G r a n d e s N o t i c i a s

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Aprender a Quererte- Morat.

CHARLOTTE:

¿Había escuchado bien? O sea, estaba un poco adolorida y con una molesta comezón en la pierna, pero no estaba sorda.

—¿Qué dices, Cam?

—Que quiero que te cases conmigo.

—Cariño, no es por ser aguafiestas, pero estoy postrada en la incómoda cama de un hospital.—Hizo una mueca que luego se transformó en sonrisa y acomodando su despeinado cabello hacia atrás dijo:

—A lo que me refiero, es que. . . quiero casarme contigo, pero no ahora ni el próximo mes. Solo era una idea loca. . .

—No, no es loca. . . O sea, yo también quiero pasar el resto de mi vida a tu lado. Pero creo que me gustaría que la propuesta no fuese en un hospital, lleno de olor a químicos y antibióticos.

—Lo sé, entonces. ¿Es una posibilidad?— preguntó con la inocencia que aparecía en el cada cierto tiempo.

—Es una, pero más adelante. Sabes que mi respuesta será la misma.

Sonríe inclinándose hacia mi y planta un beso en mis labios.

—Te amo.

—Y yo te amo a ti, caramelo.

***

Una semana después, estoy dada de alta del hospital, aunque debo seguir haciendo reposo en casa, pero prefiero eso a estar en el sanatorio. Nunca me ha gustado.

Tengo que ser desplazada por una silla de ruedas, y eso me enfurece porque quiero hacer las cosas por mi misma, pero dado que tengo una brazo roto y una pierna fracturada, tendré que conformarme que me lleven de un lado al otro cual ancianita.

—¡Mami!— es lo primero que escucho al entrar en la casa de Cam. Porque sí, me quedaré con él estas semanas de reposo, el muy testarudo no me dejó quedarme en mi apartamento. Pero tampoco me desagrada la idea de estar con ellos tres semanas.

—¡Wendy! Cariño, te he extrañado tanto— digo cuando Cameron me deja en el medio de la sala, donde Wendy resiste las ganas de lanzarse a mis brazos, sé que se resiste para no lastimarme, pero siendo honesta, también me muero de ganas de darle un efusivo abrazo a esta niña que ahora tengo la suerte de llamar hija.

—Yo igual, pronto te recuperaras. Con Hyacinth hicimos pastel. . . El abuelo nos ayudó, porque papi dice que aun somos pequeñas— susurra esto último y río.

—Claro, aún lo son.— paseo mi mirada por la sala, viendo al otro lado del desayunador a Cam y su padre, y en donde anteriormente estaba Wendy, está esta niña rubia y de mirada bondadosa que identifico como Hyacinth, quien me agrada por tener un nombre excéntrico.

—Hola Hyacinth, es un gusto verte.— ella quien resulta ser más desenvuelta cuando está en confianza, me dedica una sonrisa y murmura un "hola". Niña adorable.

Luego de comer pastel con las niñas, mi suegro y Cam. Limpian todo y me siento inútil por no poder ayudar, pero Wendy me anima leyéndome el segundo libro de Harry Potter, quien se turna con Hyacinth. Estas niñas leen mejor que muchos solo para tener ocho años.

Antes de la cena, la señora Ferguson pasa por Hyacinth. Y solo cenamos los tres unos macarrones con queso. Comida sencilla pero deliciosa, palabras de los Lawrence.

Cenamos y reímos como lo que somos, una familia.

***

Ha pasado un mes desde mi accidente y hoy en mi visita al médico ya me quitaron el yeso del brazo, un gran ventaja. Agradezco a Bridget y el recepcionista de la universidad, Edward por hacerme un certificado por enfermedad así tener mis faltas justificadas.

En el gris de tus ojos [Libro I bilogía "Miradas"]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora