Un amigo es una luz- Enanitos Verdes
Cameron:
Al salir de casa, dejando a mi hija Wendy con su nueva niñera, Charlotte. Me subí a mi auto y me dirigí hacia la empresa donde trabajaba ayudando a mi papá, el señor Stuart Lawrence.
Mi padre era un gran empresario, dueño de una de las empresas de golosinas más conocidas en Londres y gran parte de Europa.
Era físicamente tan parecido como yo, y a pesar de tener 50 años era todo un galán, como solía decir mi madre, Lorene.
Sonreí al pensar en ella, era una mujer menuda, con cabellos castaños y ojos color avellanas, muy hermosos, es la persona más buena y amable que alguna vez en mi vida conocí. Cuando me dijo que había conseguido una niñera para Wendy, nunca pensé que fuera alguien tan joven.
Pero cuando vi a Charlotte, supe que iba a ser importante en la vida de mi hija, no sé si fue alguna señal del cielo o de algún mundo paralelo, pero sentí que podía confiar plenamente en aquella mujer de ojos grises.
Mi primera impresión de ella fue que era muy bonita, pero la forma de desenvolverse me decía que ella no lo sabía, pero de verdad lo era.
Su contextura era delgada, tenia buenos atributos, me había fijado en eso, porque bueno, nadie dijo que estuviera prohibido mirar. Tenía el cabello largo de un color castaño muy llamativo, su rostro estaba minado de pecas y tenía unos labios carnosos y bonitos. Pero lo que más me llamó la atención fueron aquellos ojos grises, eran tan profundos con el gris del cielo en días de tormenta. Eran simplemente hermosos, todo ella lo era.
Supe que a mi hija le había agradado al instante cuando empezó a hablar y no detenerse. Eso era señal de que Wendy se sentía cómoda. Y eso hizo que yo me sintiera cómodo también, ni por lo más sagrado dejaría a mi bebé al cuidado de alguien que no le agrada.
Llegué al estacionamiento de la empresa, bajé de mi auto y me encaminé a la entrada, allí se encontraba la secretaria, una señora de no más de 45 años, que trabajaba en la empresa desde que tengo memoria, era gran amiga de mi mamá.
─Buenas tardes Beth─ saludé al pasar.
─Buenas tardes dulce Cameron─ me respondió ella.
Seguí mi camino hasta el ascensor para subir a mi oficina, en el piso 4, el último. Si bien el edificio no era inmenso, era amplio y agradable, papá no era una persona que le gustara presumir de sus riquezas, era más bien humilde.
Al llegar al piso dos el ascensor se detuvo, dejando abiertas sus puertas para el siguiente que fuera a subir, y no era nada más y nada menos que Jaden Barry.
Jaden era un hombre que tenía la misma edad que yo, tenía los ojos color café, un cabello castaño claro que casi parecía rubio oscuro, y una sonrisa encantadora para toda mujer que se cruzara en su camino. Si bien no era un mujeriego le gustaba hacer sentir bien a las mujeres. Si no fuera porque en ese momento llevaba traje nadie se daría cuenta que bajo de las mangas, en su brazo derecho había muchísimos tatuajes, y siempre irradiaba esa aura hippie y tranquila a su alrededor.
Y sabía todo esto y más porque resulta que Jaden Barry no era nada más y nada menos que mi mejor amigo, su padre conocía al mío desde que usábamos pañales, hasta los seis años nos odiamos mutuamente. Pero a medida que pasó el tiempo nos hicimos inseparables, ya ven que es cierto que todas las amistades empiezan con un "tú me caías mal" y aquí estamos.
Él me había ayudado en épocas difíciles de mi vida, al igual que yo lo ayude a él cuando paso por momentos oscuros en su vida.
El idiota frente a mi me muestra una sonrisa arrogante y con un asentimiento de cabeza dice.
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En el gris de tus ojos [Libro I bilogía "Miradas"]
Romance¿Ella? Estuvo perdida durante un tiempo y necesita nuevos comienzos, nuevas oportunidades. ¿Él? Solo necesita una niñera para su hija y ella es la indicada para este trabajo. Pero, ¿Qué pasaría si ella fuera esa persona que por mucho tiempo esperó...