Un repetitivo sonido estándar de alarma lo despertó al instante. Makoto abrió sus ojos con pereza para apagarlo. Después tanteó con su mano su mesita de noche hasta dar con sus gafas y se las puso haciendo más claro todo su alrededor. Apenas podía ver bien sin ellas. Bostezó una vez estuvo sentado en la cama y su mirada se topó con el calendario en la pared de enfrente. Había señalado en rojo la fecha. El día anterior había comenzado el segundo semestre de su último curso en la universidad y ese día, era su primera clase de aquella materia: Metabolismo.
Makoto pegó un respingo cuando su cerebro procesó correctamente la información y fue directo a su armario. Comenzó a buscar desesperadamente entre las prendas hasta acabar con un montón de ropa a la cama. En su ropero había demasiadas sudaderas. Con cremallera, sin cremallera, con capucha y sin ella, de la universidad o de cualquier otro lugar. Apenas tenía camisas y al verlas supo que no eran lo suficientemente elegantes. Tomó de aleatoria entre todos aquellos cuadros tartán y combinó el resto de sus prendas en torno a ella.
Al verse frente al espejo deseó haber ido de compras con Rin y concretar cita en la peluquería. El pelo le caía sobre la frente de forma juvenil. Quizá le hubiera venido bien un cambio de look, parecer más maduro, más hombre. Mientras cepillaba sus dientes pensó en peinarlo de forma diferente y darle forma a aquel eterno corte. Pero pronto desechó la idea y asumió que no lo tocaría. Lo había llevado igual desde la secundaria y no se atrevía a modificarlo. ¿Por qué se le habría pasado por la mente si quiera? Bueno, había una respuesta clara: estaba muy nervioso. Pero de nada valía intentar un mejor aspecto, tenía que marcharse o se le acabaría haciendo tarde. Así pues, una vez listo, pero no totalmente convencido, tomó sus libros y su mochila y montó en el metro hasta el campus. Nuevamente se vio reflejado en el cristal del abarrotado transporte. Se preguntó cómo lo vería él. Si se fijaría en su pelo, en su camisa o en sus zapatos. Seguramente no lo haría ni por un instante.
...
Los jardines del campus estaban verdes, especialmente cuidados. Todo rebosaba energía. Los estudiantes iban y venían desde una facultad a otra. Y allí, en mitad de todas ellas se erguía la suya. La facultad de Ciencias del Deporte de una de las más prestigiosas universidades del país. El edificio era uno de los más antiguos e importantes del campus y también uno de los más extensos. Constaba de aulas, zonas de estudio, bibliotecas y varios despachos de profesores. En sus pasillos siempre había movimiento, lo que le aportaba verdadera vitalidad a aquella vieja estructura. A Makoto le gustaba especialmente la biblioteca central y su contiguo jardín interior. La temporada de exámenes aquel era su refugio. Tanto la biblioteca que parecía sacada de una época de reyes y princesas, como el minucioso jardín le transmitían la paz que le brindaba una exquisita concentración cuando estudiaba. Pero en ese momento, su clase era en una de las aulas del tercer piso del ala oeste. No tuvo problema ninguno para encontrarla, conocía aquel edificio como la palma de su mano pero miró cada cartel como si fuese la primera vez, de todas formas, en poco tiempo serían las últimas.
Segundo semestre, a un año de acabar la universidad. Notas impecables a pesar de que se tomó dos años antes de ingresar. Delegado de clase y miembro del Consejo Estudiantil de su facultad. Y lo más importante, aquella nueva asignatura escogida a conciencia. Y la razón era tan simple como que estaba completamente enamorado.
—¡Makoto! —saludó efusivamente.
Makoto respondió levantando su mano para saludar y cruzó la clase hasta el lugar desde donde su amigo lo llamaba. Tomó asiento al lado de Kisumi quien parecía haber madrugado más de lo habitual.
—¿Qué haces aquí tan temprano?
—¡Oh, vamos! —gritó. —¡Por lo mismo que tú!
Makoto le tapó la boca enseguida y se acercó a su compañero. Kisumi no parecía cohibido, ni tímido, ni mucho menos arrepentido por haber revelado sus intenciones y las de Makoto.
—No digas ese tipo de cosas en voz alta.
Kisumi rió.
—Perdón, tienes una reputación que mantener. —dijo con falso respeto. Después bajó su voz.—Pero admítelo, estás en esta clase por él.
Makoto echó un vistazo rápido alrededor, todos parecían absortos en sus cosas. Nadie les prestaba atención, aún así, dijo:
—Esta clase me interesa. Académicamente. —tuvo la necesidad de enfatizar.
Kisumi alzó una ceja. Quizá Makoto no tenía un espejo delante para verse y menos mal. Porque sus mejillas hacían tan obvio que mentía que se hubiera planteado si quiera intentar hacerlo. Aunque, en parte, era verdad que le interesaba la asignatura, no podía negar que en su decisión final había contribuído que el profesor sobrepasara su idea de la perfección masculina.
Era alto, robusto, con la nariz perfilada, una mandíbula cuadrada y, lo que más destacaba, una mirada de agua hermosa y penetrante. Además, había que reconocerle que era muy elegante y cuidaba meticulosamente su aspecto. Iba en traje todos los días, su barba estaba correctamente afeitada y su cabello perfecto. Como si nadie pudiera alterar su magnificencia.
El resto se alumnos comenzó a guardar silencio haciendo cada vez más audibles aquellos característicos mocasines negros chocando con el parqué del salón. Los que estaban de pie o fuera de su lugar volvieron a sus asientos inmediatamente. La mirada frondosa de Makoto fue atraída como un imán al pasillo entre las mesas cruzándose con su adonis. El cuerpo de músculos voluminosos y estructurados era imposible de esconder aún tras la chaqueta americana. Los pantalones parecían haberse cosido a medida, se le ajustaban como anillo al dedo. Y su pelo de ébano e impoluto hacía que Makoto quisiera enredar sus dedos entre aquellas hebras.
Soltó un suspiro silencioso y tomó su bolígrafo. Kisumi sonrió para sí por la obviedad de su amigo y lo imitó seguidamente.
—Buenos días, bienvenidos a la clase Metabolismo. —la notoriedad y profundidad de su voz acabó por callar el más mínimo murmuro pero para Makoto, fue un motor que aceleró su ritmo cardíaco.
Su mirada clara se cruzó con la suya en lo que le pareció una eternidad. El aire parecía haberse agotado a su alrededor y Makoto tuvo que obligarse a volver a respirar. El contacto se rompió cuando, seguidamente, el profesor Yamazaki comenzó su primera clase.
Bienvenidos a este nuevo proyecto. Puede que los capítulos vayan siendo un poco más cortos de lo habitual (o no, como vayan saliendo jajaja). Lo que quiero decir es que va a ser un fic en el que yo esté más relajada. Sin presiones.
Y para daros respuesta, os dejo con una de mis profesiones fetiche (aunque nunca me ha gustado un profesor 🤷🏼♀️)
Espero que lo disfrutéis mucho. Gracias por leer ❤️

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Crush
FanfictionTercer año en la universidad. Segundo trimestre. Notas impecables. Delegado de clase. Y una optativa nueva elegida a conciencia porque... El alumno perfecto tiene una debilidad: está enamorado de un profesor. Pareja principal: SouMako Pareja secunda...