Capítulo 7: Normalidad

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La alarma despertador sonó extremadamente estridente para su gusto. Makoto tanteó su mesita de noche sin suerte. Abrió un ojo para buscarla y la apagó recordando que apenas había dormido unas horas. Entonces se sobresaltó invadido por recuerdos. De pronto sintió que estaba muy despierto. Salió corriendo del cuarto para ir al baño  y vio su cara despeinada frente al espejo. Seguía sonrojado. Sonrió, gritó y saltó. Su corazón comenzó a latir rápidamente. Había tenido sexo con Yamazaki y había sido alucinante. Había pisado el mismísimo cielo.

...


—Te ves bien. —soltó Kisumi en cuanto lo vio. Una vez más había llegado temprano a la clase del señor Yamazaki.

Haru hizo un saludo con su mano y Makoto les sonrió a ambos. No podía dejar de hacerlo. Había caminado hasta la universidad porque el día brillaba y se sentía feliz. La gente a su alrededor lo veía pasar casi bailando. Como si sus pies danzaran con el compás del viento y el sol. Los compañeros que lo saludaron a la entrada recibieron una sonrisa aún más radiante que de costumbre, algunos lo notaron. Su delegado estaba muy contento aquel día.

—Se ve como siempre. —soltó sin embargo Haru. Makoto pensó que Haru apenas lo había mirado al llegar, pero tampoco sentía aquel halo de luz que todos podían ver a su alrededor fuese tan visible.

—¿Follaste ayer? —insistió Kisumi.

Haru suspiró, Makoto casi de atraganta con su propia saliva. Sin embargo, unas palmas rompieron la conversación dejándola a medias.

—Muy bien, siéntense, ya no están en preescolar. —esa voz ronca y enfadada lo sobresaltó. Su corazón comenzó a latir como loco. ¿Acaso todo el mundo quería matarlo esa mañana?

—Está... raro. —susurró Kisumi.

Makoto sacó valentía para mirarlo también. Tragó saliva y llevó lentamente la vista hasta él. Yamazaki...

¿Yamazaki traía la corbata mal puesta?

—¿No se ha peinado esta mañana? —no podía creerlo pero Kisumi tenía razón. Su pelo estaba desorganizado.

—Trae cara de perro, —añadió Haru —quiero decir, aún más cara de perro que la que trae habitualmente.

Makoto se mordió los labios. Había unas inusuales ojeras en el rostro de Yamazaki. ¿Había sido su culpa?

—¿Makoto tú qué pien...?

Haru les hizo un gesto para que callara.

—Makoto siempre lo ve perfecto. —se quejó además, pero así era.

Aquellas imperfecciones le parecían geniales. Tanto así, que quiso poner verdadera atención una vez comenzó la clase, pero no podía mirarlo. Era imposible evitar todos aquellos recuerdos de la noche anterior mientras Yamazaki le sonreía tan abiertamente. Lo habían hecho muchas veces. Se había hecho tarde, lo había llevado a casa y lo había despedido con otra sonrisa, algo más dulce. Una que nunca se hubiera imaginado que podía tener un hombre como él, tan inquebrantable.

Nunca sonreía en clase, ni en los pasillos de la universidad, ni en su despacho. Nunca. Tan coqueto, tan abierto, ni mucho menos dulce. De hecho, cuando sus miradas se cruzaban en esa misma clase aquel día, sentía que su profesor se enfurecía aún más. Es como si el hombre travieso que lo sostuvo en la luz plateada de la noche hubiera desaparecido con el sol del día.

Makoto sintió una pequeña punzada. ¿Había hecho algo mal?

—Mañana no habrá clases, —dijo al final de la clase —en caso contrario quiero que hagan una investigación por grupos. Les mandaré a cada uno un tema. Delegado, —miró directamente a Makoto con el ceño fruncido, el aludido le prestó total y entera atención—si alguien tiene problemas con la adaptación eres el encargado de buscarle un grupo. Te espero mañana en la tarde en mi despacho con la lista de todos ellos.

Makoto sintió arder su rostro.

—Sí, señor. Allí estaré.

Yamazaki asintió rígido. Recogió todas sus cosas y se marchó de la clase. Los estudiantes volvieron a hablar entre ellos, a reordenar sus libros, a marcharse de clase. Todo se volvió ruidoso de nuevo en la ausencia de Yamazaki. Kisumi se despidió rápidamente para marcharse a su siguiente clase. Makoto lo despidió y se movió como una máquina programada mientras guardaba sus cosas y dirigirse cuánto antes a la biblioteca. Sus compañeros sabían que pasaba allí la mayor parte del día, seguramente muchos lo buscarían allí para informarles de los grupos a lo largo del día.

Makoto se puso en pie cuando Haru puso una mano sobre la mesa. Impidiendo el paso de su amigo afuera. Makoto parpadeó confuso, su amigo tenía una mirada aún más siniestra de lo habitual.

—¿Qué pasó anoche?

¿Qué tal mis pequeños? Siento que este capítulo sea tan cortito. No os preocupéis vendrá otro pronto. 🤭

Tengo muchas ganas de escribir últimamente pero el caso es que estoy con varias cosas a la vez. Entonces, quería ir subiendo algo más a parte de Crush. ¿Como lo veis? ¿Queréis que me centre en esta historia hasta terminarla, preferís que comience a subir Verde Esmeralda o el fic con las palabras que me dijisteis?

Espero vuestros comentarios, los leo todos aunque no los conteste. Muchísimas gracias por tanto amor. 🥰

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