Capítulo 11: El Niño Y Su Profesor

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Makoto temblaba, su cabeza estaba en otra parte, pero no podía mirarlo a la cara. Solo podía rogar en sus escurridizas miradas de soslayo que nadie les veía.

—Hazte el borracho. —dijo Yamazaki. Y no esperó respuestas. De un salto se levantó y anunció a todos su estratégica retirada. —Tachibana se encuentra algo mareado, iré a llevarlo a casa.

Makoto sintió sus mejillas arder pero se levantó rápidamente dando un traspiés que hizo convincente la mentira de su profesor. El resto de alumnos y profesores aceptó de mala gana, hubo intentos de convicción para que permanecieran un rato más en el lugar, pero también hubo palabras de apoyo afirmando que Tachibana había bebido demasiado.

Yamazaki rodeó el cuerpo del muchacho con su brazo y ambos acabaron por despedirse de todos con aquel teatro medio cierto, medio inventado.

—No puedo conducir así. —le confesó Yamazaki cuando el frío de la calle le hizo volver un poco a sus sentidos.

Makoto sentía que más que aportarle sujeción, el cuerpo de Yamazaki se apoyaba sobre el suyo.

—Caminemos.

Yamazaki rió.

—Pues espero que conozcas la zona.

Makoto parpadeó confuso y siguió caminando. No era un lugar muy distanciado de la casa de Yamazaki y tampoco de los dormitorios estudiantiles aún así no supo si tomar uno u otro camino. Podía decidirlo más adelante.

De pronto sintió que el cuerpo contrario se aferró a él, y con una fuerza que no parecía poseer en ese instante lo acorraló en la pared, y lo besó en mitad de la nada, en el centro de todo.

El beso fue impaciente desde el primer momento. La boca de Yamazaki estaba caliente y podía sentir el sabor a alcohol en ella, aún así, no le resultó desagradable por lo que le siguió el ritmo.

Las manos de Yamazaki sujetaban su rostro con firmeza mezclando el aroma dulzón que removía el estómago de Makoto con los restos de alcohol. La saliva de ambos le resbalaba entre los dedos.

El besó duró mucho más de lo que esperaba. La lengua de Yamazaki seguía moviéndose en su boca buscando desesperadamente llenarla, saciarla. Y Makoto comenzaba a quedarse sin aire.

—Quería hacer esto desde que te quedaste dormido sobre mi escritorio. —confesó con una sonrisa y se separó de él.

Yamazaki reparó un momento en el bulto que seguía prominente en los pantalones de Tachibana.

—Rápido niño, vamos a mi casa.

Makoto obedeció sumisamente siguiendo a su profesor, guiandolo después cuando pensó que la borrachera lo había desorientado.

...


Una vez ambos estuvieron en ropa interior Makoto tragó saliva y tembloroso se arrodilló frente a él. No estaba asustado sino más bien, ansioso.

—Ah, ah. No vale repetir. Quiero algo nuevo. —se quejó Sousuke.

Pero Makoto no cambió su posición.

—Dese la vuelta.

Sousuke se sentía intrigado pero de dejó hacer. Makoto se deshizo lentamente de la ropa interior de su profesor mientras miraba embobado su trasero. Todo en aquel cuerpo le parecía perfecto.

Tomo las nalgas en sus manos y las apretó haciéndose paso en ellas. Hundió su lengua suavemente por su agujero. Sousuke se estremeció. Se giró a ver lo que estaba sucediendo, no podía creerlo.

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