Capítulo 4: Has Ganado

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Sus ojos casi salen de sus órbitas. Hubiera jurado que todo su cuerpo comenzó a temblar como una gelatina. Sentía que su pulsaciones se habían disparado y que un hormigueo recorría cada rincón de su anatomía acalorada. Ni siquiera esperaba que aquella idiotez surtiera efecto, pero no dudó por más tiempo. Sousuke le hizo una seña y ambos volvieron al estrecho cubículo del baño. Sin más, se puso de rodillas frente a él y lo miró desde abajo suplicando al cielo que aquel hombre tan perfecto se excitara con él. Lo había hecho en alguna ocasión pero esta era la primera vez que su cuerpo era un manojo de nervios. No se consideraba un experto en la práctica pero nadie se había quejado de su técnica, se consoló a sí mismo.

Tragó saliva y sus manos acariciaron la silueta de Sousuke por encima del pantalón. Jugueteó cosquilleando los músculos del contrario que observaba con intriga su hazaña. Sólo se detuvieron una vez llegaron la cintura y tomaron el final de la tela que tan bien se ajustaba a su dueño, sin embargo, nunca usó sus manos para bajar la cremallera. Con sus dientes la deslizó lentamente quedando a su profesor sin aliento durante un momento.

Makoto volvió a tragar saliva. Aquello no era normal. Ni siquiera estaba a duro y su forma se intuía a la perfección haciendo un largo recorrido hacia la izquierda. Su respiración se impregnó en los boxers de Sousuke y seguidamente sus labios recorrían con besos aquella extensión. Palpó arriba y abajo suavemente con la curiosidad y una fuerza interior queriéndose deshacer de la tela que le separaba de la piel de Sousuke. Con sus manos comenzó a juguetear en sus piernas, sus nalgas, el interior de sus muslos.

Subió la mirada un momento descubriendo unos iris turquesas que lo analizaban con seriedad y curiosidad. Como si estuviera enfadado, como si estuviera sorprendido. Makoto no supo distinguir cuál de las dos opciones era la correcta. Entonces sintió bajo su boca el primer espasmo.

Abochornado siguió con su labor dando juego a su lengua y, sin pensarlo dos veces, descubrió el miembro de su semidiós. Quería hacerlo crecer, quería verlo con sus propios ojos, quería meterlo en su boca. Tan solo la idea le calentaba.

Así, chupó suavemente sus testículo y los metió en su boca con cuidado. Suavemente los enjuagó en saliva y se deslizó de uno a otro haciendo a Sousuke perder su último hilo la cordura. Con su última neurona disponible, sacó su cartera y de allí un preservativo de emergencia que le tendió a Makoto. El muchacho no tardó una milésima en aceptarlo y ponerlo sobre él.

Su momento llegó. Makoto miró hacia arriba con la mirada brillante mientras su lengua recorría la parte baja de su pene lentamente. Con sus manos comenzó a masajear su tronco y sus labios besaba cada rincón de aquella gran extensión. Con su lengua describía círculos desde la base a la punta y prestaba especial atención a su glande. Sentía las venas marcándose, el miembro endureciéndose. La punta de su lengua provocando a la punta de su pene. Sousuke le devolvió una sonrisa traviesa y le tomó del pelo con urgencia.

—No juegues más, desde hace rato has ganado.

Makoto aceptó su victoria metiendo el miembro en su boca como deseaba y comenzó a succionarlo a la par que movía su cabeza. Adelante y atrás, ayudándose de sus manos para recubrirla entera, sintiéndola en su garganta. Chupando con entusiasmo rozando la punta en su mejilla. Sintiéndose poderoso. Sintiendo que él acabaría por ponerse igual de duro.

Sousuke estaba sofocado respirando con fuerza y con la mano sobre el rostro, siéndole imposible ver más de aquella deliciosa vista y aún así sin dejar de observar de soslayo a su aplicado alumno.

Makoto cerró los ojos embriagado sintiendo como a su miembro crecido estaba siéndole incómoda la ropa. Sin pensarlo, una de sus manos abandonó el miembro contrario para aliviar al suyo. El chapoteo rítmico de su boca y su miembro le hacían desear más.

Entonces escuchó un click y abrió los ojos de golpe. Sousuke sonreía a la imagen que acababa de capturar su teléfono, pero inmediatamente volvió a mirar lo que tenía bajo sí.

—Ahora ambos tenemos un secreto del otro. —Makoto tensó su garganta y Yamazaki se corrió con una sonrisa jadeante pasando una mano por su sien limpiando su sudor. Había provocado que Makoto comenzara a toser repetidas veces así que tiró el látex a un lado y bajó a su nivel. Acarició su pelo y su espalda y con un pedazo de papel limpió los restos de su saliva. —Lo siento, lo siento. —rió. —Ahora déjame que haga mi parte deuda.

Hola, hola mis sirenitos.

¿Os está gustando la historia? Aunque sé que parece que va muy rápida. Tendrá su por qué.

Y contadme ¿qué tal? ¿Cómo lleváis la vida fuera de Watty?

Un beso enorme ❤️

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