Infinitamente juntas

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Quedé con Lisa para vernos en la entrada del instituto, tenía algo que decirle de camino a casa.

Esperé recargada en una lámpara de luz, observé como cada vez salían más estudiantes, entre ellos reconocí la cabellera anaranjada de Lalisa, imposible de pasar desapercibida entre la multitud.

—¿Lista para irnos? —preguntó al llegar a mi lado.

Asentí y me acomodé la mochila en los dos hombros.

—¿Quieres ir a mi casa? —le propuse.

—Sí, quiero probar el nuevo videojuego del que me hablaste ayer —dijo entusiasmada.

Caminamos en dirección a mi hogar, quería contarle a Lisa sobre mis sentimientos mientras andábamos, pero no me atreví, entonces decidí que se lo diría en casa.

La pelirroja venía siendo mi mejor amiga desde el preescolar, prácticamente crecimos juntas, mi madre y la suya siguen siendo buenas amigas. Lisa y yo pasamos por distintas etapas, atravesamos diversas experiencias y siempre nos apoyamos mutuamente.

No sé exactamente en que momento, pero terminé por enamorarme de su tan característica forma de ser, siempre tan animada y abierta a cosas nuevas, además de aquel rostro tan inocente y hermoso, todo de ella logró cautivarme, incluso sus terribles ataques de niña caprichosa cuando quería conseguir algo.

Al principio creí que estaba un poco confundida con respecto a lo que sentía, me molestaba cuando ella tenía que ver a sus novios o cuanto decía que tenía una cita con alguna chica, pero simplemente trataba de ignorarlo y convencerme a mi misma que era solo por su amistad. Hoy con diecinueve años puedo ver claramente lo que es y no me avergüenzo de ello, me gusta Lisa y tengo la necesidad de hacérselo saber, tomaré el riesgo de ser rechazada, pero viviré tranquila de haberlo intentado.

Miré a Lisa comiéndo o más bien devorando un pan, lo disfrutaba tanto que lo hacía parecer como el mejor momento de su vida.

Al llegar a casa introduje las llaves en la cerradura y giré el pomo, empujé la puerta y esperé a que Lisa entrara primero. La casa estaba vacía, mamá debía estar en el trabajo.

—Sube a mi habitación, llevaré algo para comer —le indiqué.

—Dame —señaló mi mochila.

La pelirroja subió las escaleras con ambas mochilas, mientras tanto yo me dirige a la cocina y me di la tarea de buscar algún snack. Saqué galletas de un frasco que estaba en la alacena y las puse sobre un plato, preparé chocomilk y lo serví en dos vasos.

Con cuidado subí a mi habitación cargando una bandeja con la merienda, nuestra merienda favorita.

—Lisa, ábreme la puerta, por fa —grité desde afuera.

—Te ayudo —tomó los dos vasos y los puso en la mesita de noche junto a mi cama.

—Gracias —dejé las galletas en el mismo lugar.

—Ven, apúrate que ya le di a jugar —señaló la pantalla con el juego ya empezado.

Me senté por un lado de Lisa en una especie de sillón/almohada bastante cómodo.

Jugamos unas cuantas partidas, y comimos las galletas junto a la leche con chocolate. Fui a dejar los platos y vasos sucios al fregadero y de regreso a la habitación me di valor para hablar con Lisa.

—Lis, quiero decirte algo —tomé asiento, pero esta vez frente a ella.

Lisa le dio pausa al juego y me miró.

—¿Qué pasa? —se quitó las gafas. Ella solía usarlas para protegerse la vista.

Sus ojos castaños me miraban tan atentos que intimidaban; aun siento el hormigueo que me provocaba.

A Little Bit Of Jenlisa - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora