Solo sexo

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—¿Te enteraste de lo que ocurrió con la pareja del año? —me preguntó Bambam.

—¿Tengo cara de qué me importe? —respondí totalmente desinteresada.

—Nunca me dejas contarte nada —se cruzó de brazos molesto.

Giré los ojos.

—Dale, cuéntame —apagué la pantalla de mi móvil y le presté atención.

Bambam se dio la vuelta emocionado.

—Hoy los vieron discutiendo en el patio, y al parecer Jennie le gritó en la cara a Mino que era un imbécil y casi terminó con él —hizo una pausa para respirar por lo rápido que estaba hablando —Si no fuera porque todos estaban mirando, quizá habrían terminado ahí mismo.

Solo pude pensar que no podría importarme menos.

—Oh, pues que... ¿mal? —dije, a lo que Bambam bufó.

—¿Por qué siento que no te interesa?

—Porque no me interesa —reí con obviedad.

—Como sea, me voy, no quiero llegar tarde a clase —se fue algo indignado.

Me levanté del césped luego de que Bambam desapareciera de mi vista.

Hoy no tenía muchas ganas de entrar a clases, de todas formas no entendía mucho sobre química.

Vagué por casi todo el campus y terminé cerca de las canchas de fútbol, en ocasiones iba hasta ahí para meterme debajo de las gradas y descansar un rato sin ser molestada por nada ni nadie.

—¡Ahora no quiero hablar, Mino! —escuché que gritaban.

—No soy Mino, pero ya veo que el sitio está ocupado —Jennie alzó la mirada.

—Lisa, perdón, creí que era él —se disculpó.

—No importa, nos vemos —iba a marcharme, pero me detuvo antes de hacerlo.

—Puedes quedarte si quieres, yo me iré en un rato.

Dudé por unos segundos, pero si estaba por irse no tenía problema.

Me senté a unos metros de ella con las piernas cruzadas y la espalda recargada a la pared.

Intenté distraerme observando los alrededores, estar aquí sola con Jennie me resultaba algo incómodo y el silencio era abrumador.

—¿Estás bien? —me entró un poco de pánico cuando la escuché sollozar —Creo que no, ¿verdad? —me arrepentí de haber preguntado.

Estaba con los brazos cruzados sobre sus rodillas y la cabeza escondida entre ellas.

Me acerqué sutilmente debatiendo conmigo misma entre apoyar ni mano en su hombro como señal de apoyo o no; terminé optando por darle palmaditas en la espalda, no tenía mucha idea de que hacer realmente.

—Nunca fuiste buena consolando —se rió alzando la cara.

—Sí, no es de mis mejores cualidades —retiré mi mano —¿Necesitas espacio? Puedo irme —negó con la cabeza.

—Estoy bien —secó sus lágrimas —Ya voy a controlarme.

—No tienes qué, puedes llorar si quieres, aunque no creo servirte mucho de apoyo —dije dado a mis escasas habilidades para consolar personas.

Me miró fijamente, pude ver en sus ojos que estaba a punto de desplomarse, conocía muy bien esa expresión en su rostro, solo hacía falta contar hasta cinco para que la primera lágrima rodara por su mejilla.

A Little Bit Of Jenlisa - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora