Adivina qué

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—¿Lista? —Jennie preguntó a Lisa antes de acercarse.

—No lo sé, estoy nerviosa —rieron.

—Solo relájate —susurró en el oído de la mayor.

Lisa se acomodó sobre la cama, su espalda estaba recta y se veía un poco tensa, tener los ojos cubiertos con un pañuelo provocaba que sus demás sentidos se pusieran en alerta y que la castaña le hablara al oído, permitiéndole sentir su cálida respiración tan aproximada, la hacía sentir aun más inquieta.

Jennie, por otro lado, se estaba divirtiendo bastante, eran pocas las veces que su novia accedía a dejarla tomar el control.

Todas las luces de la habitación estaban apagadas, únicamente se podía apreciar la tenue iluminación de unas cuantas velas aromáticas, creando así un ambiente perfecto de sensualidad a su alrededor.

Jennie deambulaba por el cuarto, poniendo a la pelirroja cada vez más ansiosa, verla de esa manera le causaba una gran excitación.

—Déjame explicarte las reglas, mi amor —la castaña acarició el rostro de Lisa con su mano, logrando hacerla estremecer por el contacto de su suave y tersa piel.

Lisa se limitó a asentir frenéticamente, realmente quería averiguar lo que aquella morena tenía preparado para el transcurso de la noche.

—Solo podrás usar una mano —Lisa iba a reprochar, pero Jennie no se lo permitió —No digas nada aún, déjame terminar —ordenó con firmeza. Lisa quedó impresionada y enamorada de su tono autoritario, hasta podría decir que le excitaba que le hablara de tal forma —Tienes una sola oportunidad para adivinar que parte de mi cuerpo estás tocando, cada error te costará una prenda y cada acierto me costará una a mí.

—¿Quién gana o pierde en este juego? —preguntó Lalisa, más interesada en el ganador que en el perdedor.

—La perdedora será la primera en quedar desnuda y la vencedora decidirá el castigo o un premio en su defecto —respondió Jennie sin titubear.

Ese juego era algo que Jennie había estado pensando desde hace un tiempo atrás.

La idea no sonaba nada mal para Lalisa, era una especie de entretenimiento extremadamente interesante y estaba más que dispuesta a ser parte de ello, tenía muchas ideas en mente para celebrar si resultaba victoriosa, ideas bastante calientes para ser sinceros.

—¿Qué dices, Manoban? —deslizó suavemente su mano por la pierna de Lisa y apretó su muslo con delicadeza —¿Juegas conmigo? —dejó un beso en la línea de su mandíbula.

Lalisa creyó que a este paso se moriría por sufrir un gran incremento de temperatura en todo su cuerpo y la voz carrasposa de Jennie no ayudaba ni un poquito para calmar a sus traicioneras hormonas.

—Acepto —esa fue la palabra que dio inicio a una noche repleta de maravillas.

—Dame tu mano —pidió Jennie a su novia. Lisa obedeció sin replicar.

La castaña condujo la mano de la contraria hasta su abdomen. Lisa no tardó mucho en adivinar, eso Jennie lo tenía previsto. Si bien, la castaña le haría creer que sería sencillo al principio, pero después se las arreglaría para hacerla fallar, un poco de emoción no le vendría mal a la jugarreta.

—Tu camiseta fuera —demandó Lisa.

Aunque Jennie no había especificado que la oponente tendría el derecho a decidir que prenda desaparecer, tampoco le disgustaba que Lisa hubiera agregado esa nueva regla.

—Como tú quieras, preciosa —dijo la menor y se deshizo de su blusa.

La pobre pieza de ropa cayó al suelo sin gracia alguna.

A Little Bit Of Jenlisa - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora