Detención

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POV Lisa.

De vuelta a mi refugio.

Estar en el aula de detención era como un privilegio para mí, el profesor ya ni se tomaba la molestia de asignarme una tarea, es como si ya se hubiera acostumbrado a mi presencia, así que solo me decía que no me moviera de mi sitio y se marchaba dejándome completamente sola.

Si bien podría escapar, con nadie que me vigile, pero me gusta tener todo este espacio para mí sola, sin adolescentes ruidosos, profesores parlanchines y tontas actividades.

No puedo creer que en mi primer año de preparatoria nunca haya faltado a ninguna clase, en cambio ahora me sobran los dedos de las manos para contar las clases a las que he asistido.

¿Cómo acredito las asignaturas? Fácil. La asistencia no es muy importante que digamos, por el contrario las evidencias y los exámenes sí lo son; entonces no importa cuantas clases me salte, solo debo asegurarme de cumplir con los deberes y sacar una buena nota en la prueba.

¿Cómo sé que actividades hacer si no me presento a clases? Sencillo. Me basta con revisar la planeación de la asignatura, es maravilloso como alguien dijo que los profesores tendrían que hacer un cronograma y registro de todo tipo de actividad que se realizará a lo largo de la parcial. Reviso el contenido, hago la tarea, entrego y listo.

¿Qué cómo me va en los exámenes? De maravilla. Puede que tenga cara de idiota, pero la verdad es que soy muy inteligente. Solo necesito leer los temas una hora antes de la prueba y sé que me irá perfecto.

Relajé mi cuerpo y recargué mi espalda en el respaldo de la butaca, subí mis piernas a la mesa, abracé mi mochila y cerré los ojos dispuesta a tomar una siesta. No obstante, el sonido de la puerta siendo abierta me hizo abrir los ojos para ver de quien se trataba.

—¿Manoban, qué son esas posturas? —el profesor me miró con desaprobación.

Alcé los hombros sin dar una respuesta verbal y me senté adecuadamente en la silla.

—Toma asiento, Kim —le ordenó a la chica que venía tras de él —Manoban, te dirá que hacer —y se fue sin más.

Sí, claro, que Lisa se quede de niñera.

La chica se veía algo asustada, seguramente era su primera vez en detención. Se quedó mirándome de pie, supongo que mi cara de póquer no ayudaba a calmar sus nervios.

—¿Te vas a quedar ahí parada? —pregunté alzando una ceja.

Sin responder a mi pregunta caminó hasta uno de los muchos asientos vacíos en el salón y como si no hubiera más para elegir se sentó justo al lado mío.

Ignoré que hizo eso y acomodé mis brazos sobre la mesa para ocultar mi cabeza en ellos y por fin disfrutar un tiempo de sueño. No pasaron ni dos minutos cuando sentí que tocaban mi hombro, intenté dejarlo pasar pero la chica era insistente.

—¿Qué quieres? —levanté la cabeza y la miré seriamente.

—N-nada —tartamudeó y se giró asustada.

Fantástico. Cinco minutos molestando para que me diga que no quiere nada.

Volví a adoptar una posición cómoda para dormir. Estaba a un pelo de rana de caer en un sueño profundo cuando me llamaron nuevamente sacudiendo mi cuerpo.

Apreté la mandíbula y me levanté una vez más.

—Como me digas que no quieres nada te vas a dormir y no precisamente del sueño —bufé.

—¿Qué tengo que hacer? —me dieron ganas de pasarle un megáfono, a ver si así podía escuchar lo que decía.

—¿Tú que crees? Estamos en detención, chica —me miró con una expresión confundida en su rostro —Yo que sé, ráscate una teta, fúmate un porro, duérmete o lo que sea.

A Little Bit Of Jenlisa - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora