You are my princess(Wigetta).

29

-¿No vas a decir nada al respecto, jovencito?-Rubén poso sus manos en su cadera, dando golpes con el pie contra el piso.

-Exacto ¿No nos dirás nada?- Alex imito la posición de Rubén.

-Tu, no me imites- Rubén se quejo mirando a Alex.

-Como si lo quisiera, tu eres quien desea ser tan perfecto como yo- Alex tiro su cabello hacia atrás, sonriendo y posando como si hubiera alguna cámara frente a el.

-No eres demasiado bajo- Rubén sabia que eso era el punto débil de Alex, así que era su carta para situaciones donde no sabia que decir. Alex solo fingió ser apuñalado y morir ahí mismo- Y bien, tu me darás respuesta.

-Bueno, en realidad mama y yo amamos la cortinas que misteriosamente cayeron- cambie el tono al mencionar lo ultimo, los chicos miraron así otro lado, fingiendo no saber nada. A pesar de lo evidentes que fueron.

-Creo que te vas del punto central- mi primo solo lo secundo asintiendo con la cabeza muy animado.

-No me di cuenta ¿esta bien? Fue mi error, de haber sabido que me iba a encontrar con Sam, hubiese estado presentable.

-Siempre te ves lindo Guille- interrumpió mi falso lamento Alex- Eres como una linda masita, la cual deseas apretar. Tan dulce y suave. ¡Wah ~ eres muy lindo!- se abalanzo sobre mi.

-Oye, no hagas eso. Solo yo puedo hacerlo, no tu.

-¿Quien lo dice, eh? Yo tengo un derecho legal y consanguíneo- segundos después ya nos encontrábamos envueltos en un cálido abrazo. Sonreí , aunque fue por poco tiempo ya que después el aire ya no entraba.

El día había pasado mas rápido de lo que hubiese deseado, y aquel sol radiante se esfumaba lentamente, torturándome. No deseaba experimentar la fría noche, no deseaba comprobar si aquellos mensajes continuarían, no deseaba continuar torturándome. 

Entonces ¿Qué podía hacer? Esperar y solo esperar.

El momento en que mi madre entro por la puerta, fue maravilloso. Corrí a abrazarla y dejarme ser consentido. El sentimiento de protección era reconfortante y me hacia sentir tranquilo, así que pase hasta que el cielo se oscureciera, como una sanguijuela por su lado, siguiéndola a todas partes. Ella lo sabia, sabia que algo estaba mal, por eso evite su mirada.

Y, como es costumbre, mis deseos fueron ignorados y me encontré frente a frente con el impredecible destino. Mirándolo desde la ventana. No obstante y pese a insistir casi una hora, nada ocurrió y el ruido de la puerta me alerto.

-¿Estas despierto Guille?- la cabeza de Rubén se asomo por la puerta, ahora, entreabierta. Cerré rápido las cortinas y di la vuelta.

-Si, puedes entrar- camine hacia el y sonreí al verlo con una almohada bajo su brazo.

-Vamos a dormir juntos ¿Te parece? Así abandono al apestoso de Alex y me quedo con el lindo Guille- su cuerpo se tiro a mi cama y coloco su almohada, después de unos segundos comenzó a moverse por un largo tiempo, mencionando que debía acomodar su espacio. Como un perrito, aunque este en realidad seria una raza de gran tamaño.

Comenzó a palmear el colcho, en señal de que fuera a descansar con el. Y así fue. Me acosté a su lado y mi ser se sintió tranquilo, el tener compañía hacia las cosas mejor y con un deseo ferviente de tener una noche tranquila, dormí.

Desperté entonces cuando aun la noche reinaba el cielo. Había tenido una pesadilla y me había removido demasiado, aun así, Rubén parecía no haberlo sentido y eso me calmaba. Mis pies caminaron directo a la ventana, cuando me levante, y mis ojos reflejaban curiosidad, y para mi sorpresa nada se encontraba. Todo estaba limpio. Solté el aire. 

Una repentina sed me invadió, así que obedeciendo a mi sentir, salí de la habitación rumbo a la cocina. Encontrando una intranquila y extraña paz, eso es bueno. Cuando termine de beber el vaso de agua y me dirigía a la segunda planta, mire hacia la puerta de entrada y como algo se iluminaba. 

Me acerque sigiloso y tomo uno de ellos, cayendo en cuenta de que se trataban de papeles y aunque hubiese querido que no fuera mas allá, examine el papel. Mis manos tiritaron y caí al piso, soltando la hoja.

Una imagen, una foto, era mi, estaba yo ahí y a su alrededor con marcador rojo, habían mucho insultos. No pude leerlos, me sentí mareado y solo deseaba despertar sabiendo que era un mal sueño y nada mas. No lo era.

Con la poca fuerza, nuevamente, me levante y tome una bolsa grande en donde guarde todo aquellos papeles. Abrí la puerta para encontrarme con que solo mi casa fue la atacada, obvio. Media hora después todo se encontraba como de costumbre y con mis débiles piernas y mi mano agarrando la bolsa, subí las escaleras. Silencioso.

La prueba había sido guardada en el fondo del armario, ocultándolo de la mejor manera que podía. Rápidamente volví al lado de Rubén y me aferre a el, con el pecho apretado y evitando a toda costa que las lagrimas salieran. Nadie mas debía verse afectado. Me acurruque.

Al amanecer y escuchar la voz de Rubén todo se hizo claro. Mantenía el look del día anterior, con unos ojos hinchados, aunque levemente menos hinchados que ayer. Los chicos parecían no notarlo o no querer hacerlo notar, ya que ninguno de los dos menciono algo al respecto.

Esa mañana como la anterior me prive de salir a dar una vuelta y encontrarme con Samuel, aunque he de admitir que esta vez fue porque, por ahora, no deseaba verlo. No quería que el me viera de esta forma, tan demacrado.

-Tengo otra pregunta...-Alex y yo le miramos, esta vez Rubén comía tostadas y ahora nos miraba a nosotros y no a la caja de cereal- ¿Por que no podemos estornudar con lo ojos abiertos?

-¿Que? ¿No podemos?- Negue con la cabeza repetidas veces mientras continuaba comiendo- Espera, no es posible. Voy a intentarlo.

Y es así como entramos en un largo tiempo donde Alex intento estornudar y abrir los ojos, con un Rubén moviendo una pluma por debajo de su nariz y yo observando si es que lograba aquello, aunque es obvio, nunca pudo. Sin embargo y a pesar de que había sido un largo tiempo desde que lo intentaba, no se rindió. 

Decicidi unírmele y dar animo. ¡Vamos, alex!