33.

308 39 4
                                    

Las cosas no mejoraban y el tiempo pasaba por entre mis dedos y nada funcionaba. Las amenazas cada vez se volvían peores y mi situación solo se hacia mas difícil. Por supuesto, es obvio, después de todo la situación solo podía más que agravar, sentía que las cosas se salían de mis manos y me costaba el poder mantenerlas. Me siento agotado.

Últimamente, los chicos actuaban extraños a mi alrededor, sin embargo, solo decidí dejarlo pasar y convencerme de que eso era normal, después de todo, probablemente, era yo quién estaba siendo diferente. Cada vez que los veía, deseaba de corazón poder decirle acerca de todo y sentirme apoyado, que me abracen tan fuerte y de forma cálida. Sentir que ellos me apoyaban. ¿Pero si las cosas se volvían difíciles para ellos, también? ¿Y si se veían afectados, incluso dañados por mi causa? Es algo que no deseaba, no podría perdonármelo.

Suspire agotado por mis pensamientos. Lave mi cara y luego, de otro, respiro, salí del baño. Unos cuantos pasos mas y podía mirar a Rubén y Miguel, los cuales parecían hablar de algo importante o eso creí, ya que ambos estaban demasiado serios. Cuando me encontraba a unos cuantos centímetros de la mesa, apunto de sentarme, la voz de Rubén sonó. 

-¿Por que estas vestido así?- su voz se sintió algo dura y algo se removió dentro de mi. Me quede unos segundos pensando.

-En realidad, solo quise vestirme así, me sentí cómodo y es todo- respondí y  sonreí, después de todo, sabia que las intenciones de Rubén, nunca, iban a ser malas. Me senté luego y entonces, ordenamos la comida.

Toda tensión que había o pudo haber, termino al comer (incluso, mis pensamientos eran vagos y simples). Reímos de repente y por nada, hablando de cosas triviales y sin sentidos, incluso por los pequeños vacíos de silencios que, unas cuantas veces, se crearon. En todo ese tiempo ignore toda mi situación y solo nos dejamos llevar por las emociones del momento. 

Cuando terminamos y pidieron la cuenta, me quede distraído mirando por el ventanal, mirando a las personas pasar y pensando acerca de sus propios problemas y cuales serian, la verdad es que no sonaba a algo divertido, pero de todas formas lo hacía. Una pareja se detuvo de repente, los mire. Uno de ellos me parecía conocido y esperaba a que pudiera mostrarse un poco mas para quitar mi curiosidad. Entonces... lo hizo.

Era Samuel, mi corazón se agito y por alguna razón me sentí algo asustado. Debido a todas las amenazas, lo ultimo que deseaba hacer era mirar a Sam. Sin embargo y fiel a mis sentimientos, una pequeña felicidad floreció, por tan solo verlo.

-Eh ¿Ese no es Samuel?- pregunto Rubén, le mire sorprendido y avergonzado, ya que significaba que me había estado observando. Asentí, decaído por algo que no podía ser.

-Creo que es hora de irnos- hablo Miguel. Entonces, luego de pagar la cuenta, nos fuimos de retorno a nuestro hogar. Sonreí por pensar en eso. Por el camino y de vez en cuando, miraba a Rubén de reojo y se veía algo nervioso. Miguel tenia que chasquear sus dedos unas cuantas veces para hacerlo reaccionar y volvieran a tomar la conversación. Y así fue todo el camino.

Pasábamos por la casa de Sam, cuando una mano me detiene, di un pequeño salto para luego darme vuelta y encontrarme con la sonrisa de Tía Any. Sonreí al instante, después de todo había pasado un tiempo desde que nos habíamos visto.

-Guille, cariño- sus brazos me dieron calidez, así que me aferre a ellos- Ha pasado un tiempo ¿no?

-Mucho, en realidad- y nos separamos, Tía Any, miro a los chicos, luego a mi y volvió su mirada a los chicos.

-Espero que no les moleste el llevarme a Guille por unos minutos- los chicos negaron rápidamente, diciendo que tomara su tiempo, que todo estaba bien. Ella sonrió y asintió. Me tomo del brazo y me jalo hasta su jardín trasero.  Y nos llevo hasta sentarnos, algunos recuerdos vinieron a mi mente. -¿Que es lo que sucede, Guille?- su voz sonó preocupada. Para ella, era un libro abierto, supongo.

-La verdad es que he tenido algunos problemas, pero el tiempo los solucionara. Estoy seguro- sonreí o lo intente. Mis manos se entrelazaron y comenzaron a sudar, por alguna razón, me estaba sintiendo mal.

-¿Quieres hablar de ellos conmigo?-su mano apretó mis manos, dando confort. Negue despacio y sin mirarla.

-No, no realmente. No creo que sean la gran cosa y para ser sincero, no deseo agregar un carga por algo tan banal.

-Esta bien. Seré sincera y mencionare el hecho que no estoy del todo segura de tus palabras y supongo, que las cosas no van bien, del todo. Sin embargo, entiendo que no desees decirme, después de todo, son tus cosas personales...creo- rio ligeramente, intentando aligerar el ambiente.

-Gracias, por entenderme- ella solo asintió.

- Pero estoy en mi obligación, después de todo, de decirte y reafirmarte que siempre estaré aquí para cualquier cosas que desees, siempre mis brazos estarán abiertos para sostenerte y ayudarte, sin importar cual sea la cosa por la que estés atravesando, incluso si necesitas mi ayuda. Puedes contar conmigo siempre.- su voz tan suave y sus dulces palabras me conmovieron, era el momento y pensé en decirlo todo. Nada de eso sucedió y solo calle. No merecía la pena, no ahora.

-Gracias y... por supuesto que lo se- las lagrimas llegaron sin avisar y ahora me encontraba llorando a todo pulmón, con vergüenza. Eran esas palabras, las correctas. Estuvimos largo tiempo abrazados, reconfortándonos. Luego pasamos a unos cuantos temas mas y así pase toda la tarde, entre, nuevamente, risas y lagrimas. 

Estos momentos, aunque pequeños, me hacían olvidarme de las cosas malas como si nunca hubiesen existidos y como si fueran incapaces de mantenerse. Sin duda, eran los mejores y agradecía a todas las personas por ellos. Despedirnos fue difícil, pero volví a casa con la promesa de que pronto podríamos tener mas momentos así y solo pude sonreír ante ese hecho. 

Era tiempo de volver a casa.

Mis ojos se cerraban de a poco y dolían un poco debido a todas las lagrimas. Si, aunque sonara algo bipolar, la tristeza, nuevamente, me había inundado por todo mi ser. Y aquel dolor en mi pecho se mantuvo hasta ahora. Abrace mis rodillas y pegue mi rostro a ellas, esperando dormir, no importaba si estaba apoyado contra el armario.

Pero, entonces, entre todo ese silencio, unos cuantos ruidos y murmullos, se escucharon de la nada, provocando que diera un pequeño respingo en mi puesto. Me sentí asustado de inmediato y mi mente maquinaba planes, en caso de algo. 

La ventana se abrió lentamente y podía sentir cada latido de mi corazón. No iba a salir de mi caparazón para mirar porque estaba asustado y lo peor fue cuando unas manos me tocaron por los hombros. Ahogue un grito y mi cabeza se levanto, abriendo mis ojos en el acto, intentado defenderme. Pero, aunque, ya estaba sorprendido por lo anterior, verlo a él, iba mucho mas allá.

-¿Q-que es lo que estas haciendo aquí?-susurre lo mas bajo posible, arrastrando cada palabra. Sus ojos me miraron, con aquella mirada suave y de una dulce compasión. 

-Se que no estas bien, vine a verte- sonrió. Y aunque deseaba seguir con aquellas sonrisas, y a pesar de que mi mente se desvió y se fue por un corto plazo, volví a tomar compostura, al mirar una pequeña hoja que estaba cortada en el piso.

-Estoy bien, deberías volver- mis ojos pararon en la ventana, sintiendo una extraña sensacion de que alguien me miraba. 

-¿Que? pero si recién entre, es algo injusto ¿sabes?

-Sam. No necesito ayuda, estoy bien, ahora puedes irte- intente no sonar grosero. Ambos nos paramos y yo solo intentaba arrastrar al mas alto hacia la puerta y el solo me miraba confundido. Estaba siendo asechado, tal cual una presa. El resignado a no irse, empezó a forcejear conmigo, de una forma suave, para evitar dañarme, pero, a pesar de sus intentos, no lo logro.

Sus manos pararon en mi muñeca y estas ardieron en el tacto. Gemí de dolor, el se asusto un poco por el repentino ruido. En medio de esa oscuridad y alumbrada por la luna, pude mirar sus ojos y un brillo algo extraño en ellos. Me soltó lentamente y se giro para encender la luz. Entre en pánico. Debía detenerlo. No podía mirar el desastre que soy. 

Una vez mas podía sentir los latidos de mi corazón. Bum bum. 





You are my princess(Wigetta).Where stories live. Discover now