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POV Cameron

Haberle contado eso a Skyler no me había calmado, ya hacía bastante tiempo que lloraba por la muerte de mi exnovia y ya había pasado página, pero eso no quería decir que no me doliera.

Cuando el señor DiAngelo pagó mi fianza pensé que había sido una señal para empezar mi vida de nuevo.

A cambio de cuidar a una chica de dieciocho años y de tratar de socializar con ella, me pagaban una cantidad bastante alta de dinero, el problema llegó cuando el mismo hombre que había pagado mi fianza me explicó a qué se dedicaba y por qué la vida de la chica era tan importante. Entonces básicamente me sacaban de la cárcel para meterme a otra.

Al parecer un traficante de órganos le había vendido unos órganos para un socio y la cantidad se había sumado a otras deudas, y ahora querían a su hija para quitarle varios órganos, incluso le habían ofrecido más cantidad de la que necesitaba a cambio de la chica, pero se negaba. Además esa chica tenía algo llamado dextrocardia, o algo así, por lo que era especial y no podía pasarle nada.

En cuanto el señor me dio información sobre la chica supe que no iba a ser nada fácil custodiarla, no hacía más que escaparse y librarse de sus guardaespaldas, así que debía mantenerle el ojo encima siempre.

La casa era enorme, y enorme se quedaba corto. En la vida había pensado terminar en un sitio como ese, y menos vivir ahí. Yo ya había visto mansiones en las afueras de Manhattan, pero comparado con esto, una de esas mansiones era un cobertizo de madera.

La mansión de los Vittori estaba rodeada por unos muros altos y con alambre de espino, diseñados para que nadie pudiera treparlos. Tenían una sola entrada, que daba a la entrada principal, que más bien hacía lucir la casa como un hotel de lujo de cinco estrellas y a la vez una fortaleza. Por fuera se veía majestuosa y al llegar al garaje y ver la colección de coches clásicos y deportivos, supe que esto era serio.

Uno de los hombres de Vittori me acompañó a mi nueva habitación y dejó mi mochila medio vacía encima de la cama.

Esta habitación era enorme, incluso tenía un baño propio. Las paredes estaban pintadas de un gris oscuro, había un armario empotrado con una maleta con armas dentro. Una televisión enorme delante de la cama, que también era enorme, con sábanas negras y granates. En la vida había visto una habitación tan grande como esta, ni siquiera pensaba en dormir en alguna y sucedió.

Al día siguiente me levanté temprano, ya que hoy empezaba mi trabajo, aunque me mandaron a descansar un rato hasta por la tarde.

—Puedes pasar.

Al entrar en la sala la chica me echó un vistazo de arriba a abajo, frunció el ceño y se rió por lo bajo, tal vez no era lo que esperaba. Era más alta que yo, de pelo rubio y ojos azules y guapa, muy guapa, y se parecía de alguna manera a Liz, mi ex novia.

Dejé a Skyler en su cuarto y me dirigí al gimnasio. Tenía que entrenar un poco, había perdido algo de forma física en prisión, así que me puse manos a la obra.

Si al ver la casa me había impresionado, al entrar en el gimnasio creí que tenía que pagar para entrar a un lugar así. Parecía un gimnasio profesional, de esos donde entrenan los deportistas de élite.

Corrí unos treinta minutos en la cinta de correr y luego trabajé algo mis piernas.

Recuerdo que en prisión tenían un gimnasio pequeño, con pesas y una bicicleta de spinning. Además olía a sudor y normalmente en él estaban las presas que lo controlaban todo.

—¿Estás entrenando?— Skyler apareció detrás de mí con ropa deportiva, una toalla y una botella de agua.

—Sí, acabo de empezar. ¿Tú?

the girl in black; sapphic [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora