the girl in black; sapphic [COMPLETA]

45;

POV Cameron

Finalmente le mostré el cuchillo a Skyler. Ella tampoco podía creérselo.

—¿No te habías encargado de todos ellos?

—De todos los que encontré...

No era trabajo fácil encontrar a una familia que estaba regada por todo el mundo y mucho menos encontrar a gente que los hubiera ayudado, principalmente porque nadie se arriesgaría a abrir la boca, ni siquiera contando con la ayuda de Lombardi y Vittori logré encontrarlos a todos. Posiblemente quedaba alguno vivo por ahí.

—Maldita sea, Cam... ¿Y qué vas a hacer?

—Aún seguimos con el interrogatorio al tipo que me apuñaló. No lo hemos soltado y tampoco lo haremos y en cuanto tengamos respuestas nos deshacemos de él.

—Tienes que darte prisa. No sabes cuándo pueda ser el siguiente ataque. Cada día que pasa, hay más probabilidades que algo ocurra.

—Eso es lo que llevo pensando todo este tiempo. Pero no hemos podido sacarle nada a ese tipo.

—¿Ya habéis intentado que mi padre hable con él? —me preguntó volviendo a mirar el cuchillo.

—Tu padre está ocupado con otras cosas.

—Mi padre podría sacarle información. Es bueno con los interrogatorios.

—El tipo es bueno guardando secretos. Ya han hecho de todo para sacarle salgo y se niega a hablar. Creo que tendremos que empezar a sacarle las muelas.

—¿Por qué no sacarle las uñas primero? —preguntó la chica.

—Porque ya no tiene uñas para arrancarle. Es el primero que no suelta todo al quitarle las uñas de la primera mano.

—Necesitas sacarle información lo antes posible y averiguar quién está detrás de todo esto.

[...]

Al llegar al instituto militar, el director nos recibió personalmente en su despacho. El tipo debía tener unos cincuenta años y era bastante alto y fornido. Tenía algunas canas en el cabello y una barba de una semana. En el despacho habían varias fotos suyas colgadas en la pared, la mayoría con generales y otras figuras. Además, habían varias armas de fuego colgadas y cabezas de animales. Se notaba que el hombre era fan de la caza.

—¿Cameron Romani? Soy Giuseppe Tagliaferri —me ofreció la mano y la tomé con firmeza.— Este joven es Andrea, ¿cierto?

—Sí, señor.

Andrea ni siquiera prestaba atención sólo miraba los rifles en la pared. El director lo miraba con el ceño fruncido y yo le di un codazo a mi hermano.

—Sí.

—¿Sí qué? —le preguntó el señor.

—Yo soy Andrea.

—Ya. Por favor, acompáñenme.

Salimos del despacho y caminamos por un largo pasillo, que nos llevó a unas escaleras de mármol. Bajamos y terminamos en otro pasillo con varias puertas.

—Este es el segundo piso, aquí se ubican todos los dormitorios. Tenemos cuatro dormitorios con veinte camas. Usted dormirá en el segundo dormitorio, acompáñenme.

El hombre abrió una de las puertas y nos hizo pasar al interior del cuarto. Habían en total dos hileras de diez camas pegadas a la pared, con una mesa de noche y una especie de cofre a los pies de cada una de las camas.