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Mark jamás pensó qué comenzarias a tomar de ésta forma y qué te haría efecto tan rápido. Ni siquiera habías tomado dos botellas de soju qué ya estabas lo suficiente borracha.
—¿Que haces?—te preguntó cuándo te levantaste del sofa.
—¡Vamos a divertirnos, Makku!—le chillaste prendiendo el reproductor de música.
Pusiste una playlist qué tenías preparada para estas ocasiones y la musica empezó a sonar.
Nunca pensó que serías de las que cuando estan borrachas, comienzan a hacer cosas sin sentido.
Cómo ahora mismo qué cantabas y bailabas sin poder entenderte, gritando y saltando siguiendo el ritmo.
Mark estaba muy divertido viéndote, hasta qué de repente, una canción lenta comenzó a sonar. Dejaste de mover tú cuerpo locamente para comenzar a balancearte lentamente y acariciar tus costados, siguiendo el compás de la música. Lentamente miraste a Mark, quién se mordía el labio mientras te observaba.
Él calor comenzó a subir por tus piernas, llegando hasta tu vientre bajo y acumulandose ahí. Siempre habías visto a Mark con su belleza tan particular pero nunca habías podido descifrar qué era lo qué te gustaba de él. Quizás todo.
La locura y el alcohol te consumían y comenzabas a sentir un fuego en tu cuerpo, verlo ahí sentado, sobre el sofá, con sus piernas estiradas y apoyado sobre este. Sus carnosos labios humedos, debido a su lengua, que pasaba sobre estos y esa pequeña sonrisa.
Te acercaste lentamente a él, moviendo tus caderas, subiéndote sobre tus muslos acariciando sus hombros. Él chico no pudo evitar sentir su corazón palpitar con fuerza. También podía sentir el calor qué desprendía tu cuerpo y lo contagiaba.
Mark suspiró, chocando su calido aliento contra tu rostro, llenandote de olor a alcohol. Fue tan sexy.
La música seguía reproduciendose, con una sonrisa comenzaste a moverte sobre él. Los duros y anchos muslos de Mark chocaban contra tu entrepierna haciéndola palpitar.
Estabas caliente y aunque querías bajarte de sus piernas, tu cuerpo pedía otra cosa.
—M-mark—susurraste contra su oído, entre suspiros.
Él apoyo sus manos en tus caderas, apretándolas para comenzar a moverlas sobre su creciente bulto. Un gemido se escapó involuntariamente de tu boca cuándo sus intimidades hicieron contacto.
Acercaste tu cara a su rostro, apoyando tu frente contra la de Mark, esperando porque él iniciara el beso. Pero no lo hizo. Sus labios se rozaban pero no se unían y comenzabas a ponerte ansiosa pero esperarías. Quiero decir, habías esperado trece años por este momento y ni siquiera pudiste reclararte estando sobria.
—Tenemos qué p-parar ahora o no podremos parar l-luego—volviste a usar ese tono caliente. Sus respiraciones eran cada vez más entrecortadas, sentías tu vagina humedecer tus bragas al sentir la erección caliente de Mark debajo de ti.
—¿Quieres parar?—preguntó mirándote a los ojos. Un brillo en ellos te iluminó, haciéndote sonreír.
Moviste tu cabeza, negando.
—Entonces comencemos.
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