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Comenzabas a sentirte incomoda, sola en casa, esperando por tu novio.
Al parecer había tenido algunos retrasos en su trabajo y eso comenzaba a molestarte. El te habia prometido llegar lo antes posible, pero aún no se aparecía.
Tu cuerpo estaba caliente y necesitado debido a tu propio juego.
Solo quedaba esperar.
Creías que nunca llegaría, pero luego de un rato, apareció por la puerta. Largando grandes suspiros frustrados.
—Pequeña zorra—dijo a penas te vio, caminando hacia ti, acorralandote contra la cama.
Parecías un pobre corderito a punto de ser devorado por el lobo y diablos que lo deseabas.
—¿Como mierda se te ocurre mandarme esas fotos mientras estoy en el trabajo, eh?—jaló tu cabello, tirando tu cabeza para atrás. Una de sus manos se posó en tu mandibula, apretandola con sus dedos.
—Eres una puta, siempre tan necesitada de mi polla—gruñó con sus ojos oscuros. —Abre la boca—ordenó.
Inofensiva frunciste tus cejas, haciendote la inocente. Pero deseabas esto más que nadie, ese era tu propósito. Mandarle fotos desnuda para llamar su atención, para que llegara a casa y te castigara cómo debe, para que te follara con tanta fuerza hasta que no pudieras caminar.
—Que habrás la puta boca, perra—exigió mas duro. Lo hiciste rápidamente.
Mark junto saliva en su boca, expulsandola dentro de tu boca. Tan excitante.
—Tragalo—volvió a pedir. —¿Te divertiste, verdad?—preguntó.
Su mano dejó tu rostro para ahora lanzarte a la cama, gemiste fuertemente contra el golpe. Mark estiró tus piernas y las abrió, para acomodarse entre ellas.
—Toda la puta reunión con la polla en el cielo por tu culpa, zorra—escupió. —No te mereces que te trate como una dama, te mereces que te trate como un animal.
Un escalofrío recorrió toda tu espalda, hasta tu centro humedo, haciendote retorcer debajo de Mark.
—¿Eso querías, eh?
La mano de Mark se envuelve en tu cuello, agregando presión. El roce de su rodilla contra tu centro, ahora era demasiado, y podías sentir sus humedas bragas refregarse contra tus labios.
Un gemido se escapo de tu boca por la sensación, llamando la atención de Mark.
—¿Que debería hacer contigo?—cuestiono burlón. Tus caderas se levantaban contra su rodilla, tratando de agregar fricción.
—Hazme tuya, daddy. Soy tu puta, no tengas piedad, por favor—rogaste seductora. Mark te miró a través de sus profundos ojos.
Levantándose de tu cuerpo para rapidamente deshacerse de su ropa, quitando su camiseta y bajando sus pantalones. Finalmente, se acercó nuevamente a la cama, tocando tus piernas desnudas.
