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Mentiría si digo qué mi vecino no me atrae. Él es jodidamente sexi. Pero también es un idiota.
Ten llegó a mi edificio a finales del año anterior y desde ese entonces, nos hemos llevado de mal en peor. Hace fiestas, invita a sus amigos y a demasiadas chicas. Siempre tengo qué encerrarme en mi habitación para poder estudiar, cosa qué me es difícil poder hacerlo con la musica a tope de Ten. Estoy harta de su inmadura persona.
Golpeo la puerta de su departamento y me abrazo a mi abrigo, un encuerado Ten abre la puerta y me mira divertido. Se ve tan bien, ese espectacular abdomen bien marcado qué es tan apetecible. Niego la cabeza, saliendo de mi trance.
—¿Podrias bajar la música? Trato de estudiar—simplemente le digo. Él se ríe y me enfurece. —No todos somos unos mantenidos cómo tú, idiota.
Él ladea la cabeza con una sonrisa.
—¿Que recibo a cambio?—me mira de arriba a abajo.
—Recibirás una gran paliza si no lo haces—le sonrio irónica.
—Aquí te espero, guapa—se cruza de brazos y guiña su ojo.
—Vete a la mierda.
Sin decir más salgo disparando para mi casa. Escucho como larga una carcajada antes de cerrar la puerta y cuándo entro a mi habitacion, Ten apaga la música.
Sonrío satisfecha, volviendome a concentrar en mi tarea, aunque su maldita sonrisa sigue presente en mi cabeza.
Al otro día, como todos los días, tomo un rápido café para salir a mi trabajo. Camino hasta el ascensor y cuándo estoy a punto de subir, un cachorro corre hasta mi, saludandome con su cola y sus alegres saltos.
—Hola, pequeño—chillo acariciando sus orejas. —¡Eres tan precioso!
—Preciosa, su nombre es Bella—escucho su burlona voz. Levanto la cabeza y lo veo, apoyado sobre las puertas del ascensor, con su tipica y fastidiosa sonrisa.
Ignoro su presencia y acaricio un poco más a Bella, para luego reincorporarme y hacerme a un lado. Ten entra al ascensor y le pone la correa a su mascota.
—Tienes ojeras muy marcadas, deberías de probar con maquillaje—pronuncia riendo.
Blanqueo mis ojos. No sabía que ahora se le daba de humorista.
—¿Que me darás a cambio por lo de anoche?—insiste preguntando.
—Deberías agradecerme, estuve a punto de llamar a la policía—arrebato orgullosa.
Él sonríe. —Eres aburrida, eso es lo que pasa.
Largo una carcajada sarcástica.
—¿Aburrida?, no sabes nada sobre mi.
Ten se acerca lentamente. Intento alejarme, pero me topo con la pared del ascensor.
Su cercanía me pone nerviosa, demasiado, hasta puedo sentir su caliente respiración sobre mi rostro.
—Sabes dónde vivo, linda, mi puerta esta abierta—susurra con una sonrisa. Sus ojos siguen firmes en los mios, su lengua hace un chasquido y antes de salir por las puertas, guiña su ojo.
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¿Recuerdan que ya había mencionado a Ten cómo vecino, ese con el que tendrías un amorío? (Capitulo 19 del primer libro)
