EBONY WEMBLEY
Hoy era el día. Después de haberlo pospuesto, hoy me presentaba por primera vez en la universidad, un suceso poco relevante para el resto que ya llevaba dos semanas en clases. No así para mí, me sentía ansiosa, sentía que durante un tiempo las miradas estarían sobre mí, quizás paranoia, pero eso era lo que me decía mi subconsciente.
Esos eran mis pensamientos mientras iba por el pasillo hasta lo que suponía era la oficina del departamento de mi facultad, necesitaba orientación, ni siquiera sabía cuál era la sala a la que debía dirigirme.
Había llegado con tiempo, suficiente para recibir las instrucciones y ser una de las primeras esperando a que empezará lo que sería el nuevo horario al que tendría que acostumbrarme.
Prefería perder mi tiempo mirando el techo a tener que correr e interrumpir una clase, sería demasiada atención, algo que esperaba evitar tanto como se pudiese, razón por la que me senté en el último asiento del salón.
Lentamente empezaron a llegar más personas, algunos me miraban de reojo, otros directamente me ignoraron, agradecía mentalmente a estos últimos.
A los minutos entra un hombre ya de edad, con lentes y pelo blanco, saluda a la clase con demasiada energía para la imagen que da—Buenos días—toma una pausa para subir a la tarima donde se encuentra un gran mesón—. Bien chicos, lo prometido es deuda—hizo una pausa—hoy toca un examen, guarden sus cosas y sólo dejen un lápiz.
Mierda y más mierda.
Visualizo a todos los estudiantes, a los que claramente se les notaba por todos los poros estaban nerviosos. Oh chicos, supieran que estoy intentando controlar mis deseos de salir corriendo y ocultarme en la protección de mi hogar.
La mirada del profesor se detiene en mí, si mis alarmas ya estaban disparadas, ahora había comenzado a sudar frío. No me prestó mayor importancia y luego siguió viendo al resto, pude exhalar, no me había dado cuenta de que había contenido la respiración.
—Antes, haremos un par de modificaciones a sus lugares—volvió a sonreír, marcando las líneas de expresión de sus ojos—. No creerán que los dejaré salirse con la suya tan fácil—dice entre broma y seriedad.
—Usted, por favor siéntese aquí adelante—dirigió su vista hacia mí, me lo esperaba, después de todo, me había sentado en el lugar más apartado y notoriamente más lejano de la vista del profesor-pésimo lugar para un examen-.
Siguiendo su instrucción y con mi corazón a mil, me senté donde me indico. Me sentía un torbellino de emociones y mis instintos lo único que me pedían a gritos era que saliera huyendo, pero mi cuerpo y rostro sabía no seguirían esa instrucción, seguramente tengo la misma mirada de siempre, una vacía.
—¿Usted es parte de este curso? —nuevamente se dirigió a mí, con notoria duda—. No la había visto antes.
Asentí—Mi nombre es Ebony Wembley.
Abrió los ojos con sorpresa. Nuevamente una reacción que me esperaba, no me sorprendería si todos los profesores supieran de mí, sólo pedía que los rumores no se esparcieran, ya era molesto intentar descifrar si me miraban con culpa o pena.
—Señorita Ebony—carraspeó, retomando la compostura—. ¿Considera qué se encuentra en condiciones de rendir el examen?
Claro que no viejo tonto, vengo recién llegando y no sé ni qué materia entra. Deja de prestarme atención y sigue cambiando de lugar a otros.
—Sí—me encogí de hombros sin expresión alguna. Estúpida yo, debería haberle dicho que no.
—Bien—dijo no muy convencido, pero al fin, dejando de entregarme su atención.
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Mind
RomanceUna granada, eso es lo que Ebony pensaba de sí misma. Su vida no era horrible, ni mucho menos una historia trágica, al contrario, tenía amor de su familia, amigos que la querían y una perfecta -o bueno no tan perfecta-vida universitaria, pero inclus...