13 • Miya Atsumu •

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𝑢 𝑐𝑎𝑛 𝑠𝑡𝑎𝑦 I

Las estrellas se veían tan pequeñas, brillaban como nunca antes lo habías visto. La brisa fría de la noche chocaba con tu rostro empapado de lagrimas. El césped rosaba en tus dedos mientras la luna parecía ser tu única compañera.

Lamentabas el hecho de encontrarte en ese estado tan humillante. Llorando, sola, en la oscuridad, en medio de los arboles. Pero era el único lugar en donde te sentías segura, huyendo de casa y escondiéndose en aquel bosque.

A veces querías acabar con todo y ponerle punto final a tu sufrimiento, pero tal vez este no era el momento.

El lugar en donde debía ser tu refugio te ahoga, las personas que debían protegerte solo sabían herirte. Si ni las personas más cercanas a ti te amaban ¿Alguien lo haría? acaso ¿Llegarías a amarte a ti misma?

El sol comenzaba a salir. Tu respiración se calmo y decidiste que era hora de volver y afrontar tu realidad. Contabas con la ventaja que nadie en la escuela te hablaba, no tendrías que dar explicaciones de las nuevas marcas en tus piernas o de los moretones en tus nudillos.

Caminabas solitaria con tus audífonos puestos por los pasillos de la escuela. Tu falda dejaba expuesta tus delgadas y largas piernas y la camisa ancha y desprolija ocultaba todas las marcas de tu piel. Tu cabello era suave, jamás habías hecho nada para que se vea así, estaba algo desordenado y atado en un moño como pudiste. Las ojeras debajo de tus ojos cada día estaban más oscuras, sin embargo esas oscuras y largas pestañas creaban que tu mirada sea indescifrable ¿Que es lo que realmente ocurría?

Te sentaste en uno de los escalones fuera de la cancha de volley. Oías como las pelotas rebotaban en el suelo y entre compañeros se hablaban. Aumentaste el volumen de tu musica y cerraste los ojos intentando perderte y olvidar un poco del mundo.

-Oye esta devuelta allí sentada.- Hablo Atsumu hacía su hermano.

-Si tanto te interesa ve y háblale.- Le aconsejó.

-Olvídalo ella no habla con nadie, solo la vieron hablar con los profesores, es como un fantasma.- Esta vez fue Suna quien habló.- Se queda hasta ultima hora en la escuela aunque no hace ninguna actividad, es rara. Ya nadie le presta atención siempre fue así.

El rubio se quedo pensativo, con una gran curiosidad carcomiendo su ser. La chica le parecía interesante, además que lograba ver un atractivo en ella que otros no hacían. Quería conocerla, saber más de ella. Le daba pánico el simple hecho de pensar en acercarse y ser completamente rechazado, a diferencia de otras chicas sabia que con ella no tenía oportunidad a nada.

Atsumu miraba por la ventana desde su asiento. Tenía su cabeza apoyada en su mano mientras escucha a lo lejos a sus compañeros hablar. Estaba completamente distraído pensando en cosas varías, quería simplemente llegar a su casa y dormir. El timbre sonó, tan rápido como lo escucho comenzó a guardar sus cosas dispuesta a salir rápido del lugar.

Era viernes y era la ultima hora, todos ansiaban irse a descansar. Viendo la emoción colectiva de todos decidió esperar a que se vaciara un poco la escuela para salir en calma. Su rostro estaba neutro, no expresaba nada realmente. A lo lejos en la salida pudo ver a su hermano esperándolo y a su amigo.

-¡Siempre eres el primero en salir y ahora te tomas todo el tiempo del mundo!- Le reprochó Osamu. Lo ignoró, a diferencia de otros días en donde seguiría la pelea hasta ganar simplemente dejo que su hermano esta vez se quede con el triunfo.

Camino al lado de aquel par, escuchaba como entre ellos hablaban pero no le intereso, seguía con su mirada al frente. A unos metros suyo, frente a un gran bosque, estaba ella caminando torpemente introduciéndose entre los arboles.

-Sigan sin mi.- Dijo serio y seco, y se desvió del grupo siguiendola a la chica sin hacer caso a todas las palabras que le dirigian.

Caminabas entre los arboles con tus brazos extendidos, la yema de tus dedos pasaban por los troncos y las hojas a las que tenía alcance. Quitaste tus audífonos para oír las hojas crujir bajo tus pies.

Llegaste a aquel punto en el cual siempre pasabas el rato. Era casi en el centro del bosque, donde había una pequeña zona sin arboles que dejaba entrar la luz de la luna.

Apóyaste tu espalda contra uno de los arboles y cerrarte los ojos. Estabas tan sumida en tus pensamientos que no notaste cuando otra persona se sentó a tu lado.

-Es un lindo lugar.- Abriste los ojos sumamente sorprendida, y asustada.- Perdón por llegar de la nada.- Dijo tranquilo.

Miya Atsumu. Lo conocías muy bien, vamos quien no lo conocía era la verdadera pregunta. Habías oído demasiadas cosas de el, era el típico alumno estrella que se destaca en cada secundaría, estaba en boca de todos todo los días.

-¿Que haces aquí?- Te limitaste a preguntar. El chico te observó algo sorprendido.

Era la primera vez que oía su voz, tan suave y extrañamente melancólica.

-Te seguí.- No respondiste nada. Cerraste nuevamente los ojos y te quedaste en silencio.- ¿Estas bien?- Preguntó mirando al cielo.

-Si lo estoy.

-Realmente creo que me estas mintiendo.- Reíste levemente a su respuesta.

-¿Acaso importa?

-A mi sí.

-Una persona promedio puede decir dos mil mentiras al día, así que ahora te dire que estoy bien, te mentire y tu te iras.

-No quiero irme.

-Todos terminan yéndose tarde o temprano, por favor toma el camino sencillo y vete ahora, déjame estar sola.

-¿Que pasa si no quiero tomar el camino sencillo?- Comenzó a hablar calmado.- Te llevo observando hace tiempo, quiero conocerte. Si quieres que te deje sola, lo respetaré y me ire, pero, dime ¿Realmente quieres estar sola?

"¿Realmente quieres estar sola?" Esas palabras te dieron escalofríos.

Lo miraste a los ojos, el ya te estaba observando desde antes, conectaron miradas. Sus ojos parecían perderse con los tuyos y una extraña sensación inundó tu ser.

𝘩𝘢𝘪𝘬𝘺𝘶𝘶 • 𝘰𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora