𝘩𝘢𝘪𝘬𝘺𝘶𝘶 • 𝘰𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴.

26 • Bokuto Kōtarō, Kuroo Tetsurō •

dificultades

Dicen que vivir con un hombre puede ser caótico. ¿Estereotipos? Quizás, pero en tu propia experiencia estabas completamente de acuerdo con quien haya dicho aquello, aún peor si estos eran dos.

El trabajo de oficina puede ser agotador, llenando papeles y revisando currículums de los nuevos pasantes, horas y horas seguidas. Te tranquilizaba pensar que pronto llegarías a casa y podrías acurrucarse en los brazos de alguno de los chicos con quien convivías, pero al llegar toda es idea se vino abajo.

Cajas regadas por toda la sala, papeles y bolsas de plástico sobre la mesa y el suelo.

-¿Que rayos paso aquí?- Preguntaste es voz alta mientras te quitabas el saco del traje que llevabas puesto y lo colgabas en el perchero que estaba al lado de la puerta.

-Oh, hola amor.- Kuroo salió de la cocina con un vaso de agua en su mano.- Con Bokuto estábamos armando una nueva consola que compramos.- Explicó mientras se acercaba para depositar un beso en tus labios.

Evitaste su acercamiento al agacharte con la excusa de quitar tus zapatos. Ganándote su mirada de confusión.

-¿Estas bien?- Preguntó mirándote de arriba a abajo, confirmando que nada raro este pasando.

-No pasa nada, solo ¿un mal día?- Dijiste insegura caminando hasta la puerta del baño.- Por favor ordenen eso.- Dijiste cerrando la puerta y prendiendo el agua de la ducha.

Al principio todo era fácil, más bien era un juego. Experimentar cosas nuevas con las personas que más querías resultaba ser divertido, viviendo bajo la adrenalina de llevar todo en secreto. En cambio, cuando sentimientos reales comenzaron a surgir lo verdaderos problemas llegaron.

Te habías enamorado, y de dos personas a la vez. Algunos no lo entenderán o quizás pensaran que solo es una etapa o que alguno es el mal tercio en la relación y no se da cuenta, pero no, esto era en serio. Tan en serio que renunciaste a muchas cosas, como al apoyo de tu familia y tus padres, solo por ellos. Y valían completamente la pena.

Todo se dificulta cuando la gente comienza a hablar o a opinar sobre lo que pasa entre ustedes, sobre cómo viven o los camino que tomaron. Ignorar comentarios en la calle cuando los ven cariñosos de una u otra manera era sencillo, en cambio escucharlos día con día de tus seres queridos era difícil.

No todo es de color de rosa, de hecho hasta vivir juntos había sido un reto. Quizás por la mala organización o los malos hábitos que todos tenían y no podían evitar, o pelear por quien haría las compras o quien se encargaba de mantener la casa ordenada, algunas discusiones surgían, pero siempre se solucionaban en besos o algo más.

Al final esta era la vida que habías escogido, y eran ellos con quienes querías estar. Pero no podías negar que varias veces la idea de llevar una vida denominada normal por la sociedad había cruzado por tu mente. Sería lo más sencillo, si, pero no te haría feliz.

Finalmente encontraste una estabilidad, el poder poner tu vida personal y profesional en lados diferentes e intentando no mezclarlas para evitar comentarios innecesarios u opiniones que nadie pidió.

Pero ahora todo se volvía a poner de cabeza desde que los resultados de esos estudios llegaron a tus manos.

Tomaste la toalla que estaba sobre el el lavado y envolviste tu cuerpo en ella. Limpiaste el espejo que estaba empañado por el vapor del agua caliente. Mirabas tu rostro y cabello mojada como si no te reconocieras en ese espejo, pero pensarlo mucho era peor así que solo te vestiste con tu pijama.