Capítulo 1. Nueva vida y otro año más.

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Capítulo I. Nueva vida y otro año más.

Cristel.

“Me encontraba corriendo, sin dejar de mirar a mi espalda ni un momento, ni un segundo. Algo me perseguía, pero no era capaz de verlo. Podía sentirlo, sentir su aliento en mi nuca, pero por más que me giraba, no veía a nadie. No veía nada.

Mientras seguía corriendo hacia delante, sin pararme ni un instante, y miraba hacia atrás en busca de lo que me perseguía, o de quien me perseguía, tropecé con una rama. Me levanté rápidamente para seguir corriendo, pero mi tobillo me lo impedía. Se me había quedado encajado en la rama.

Tiré y tiré pero nada, era imposible, y cada vez sentía más cerca a lo que, o quien, me estuviera persiguiendo.

Lo intenté una vez más, pero con más fuerza, tanta, que caí de espaldas al suelo. En aquel momento, con la mirada hacia arriba, vi lo que me estaba persiguiendo.

Estaba dispuesto a morderme, o levantarme, ya que no sé lo que era, cuando cerré los ojos fuertemente.”

Abrí los ojos y me incorporé rápidamente, quedándome sentada en la cama, jadeando y llena de sudor. Se había convertido en algo habitual.

- ¡Cristel, Cristel! – escuché cómo mi hermano me llamaba mientras subía las escaleras.

De un portazo, abrió la puerta y entró a mi habitación, donde yo me encontraba sentada en la cama.

Al verme, ni siquiera me dijo nada, con tan sólo ver cómo estaba y mirarme a los ojos y ver miedo en ellos, supo que había vuelto a tener una pesadilla.

Así pues, se acercó a mí, se sentó a mi lado y me cogió entre sus brazos.

Desde que, literalmente, tengo uso de memoria, aquellos brazos eran lo único que me hacía sentirme en calma, que me daban paz y me tranquilizaba, y ni siquiera aún sabía por qué. Asimismo, sus ojos, esos ojos achocolatados que tenían un brillo especial.

- ¿Qué ha sido esta vez? – me dijo mientras me mecía entre sus brazos.

- Algo, o alguien, me perseguía. Corría y corría pero no podía escapar. Cuanto más corría más cerca lo sentía. De pronto, tropecé y caí al suelo. Al intentar levantarme, me fue imposible, se me había quedado el pie encajado en una rama.

“Tiré todo lo que pude, pero me era imposible, y cada vez estaba más cerca.

Tiré una última vez, más fuerte, y conseguí sacar el pie, pero caí de espaldas al suelo, y, lo que, o quien, me perseguía, se acercó e intentó morderme o cogerme, no estoy segura, ya que, cuando más cerca ha estado, he cerrado los ojos.”

Mientras le había estado contando el sueño, él había seguido meciéndome y acariciándome el pelo. Sabía que aquello me calmaba y me daba paz, al igual que su dulce y suave voz.

- No tienes por qué preocuparte – me dijo mientras me daba un beso en la frente – ahora estás aquí, conmigo. Nada malo va a pasarte.

Aún no sé cómo lo hacía, pero siempre conseguía calmarle y darme paz, como el día que lo conocía, cuando era lo único que tenía. En cambio, ahora, gracias a él, tengo algo más, tengo una vida, una familia y amigos, y todo gracias a él.

Tras permanecer en aquella posición varios minutos más, me dio un beso en la frente y me soltó, para poder mirarme a los ojos.

- ¿Te encuentras mejor?, pequeña. – me preguntó mientras me apartaba un mechón de cabello, el cual tapaba mis ojos.

Sentimientos controlados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora