Capítulo 13. Conspiración, el favor y una cita.

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Capítulo XIII. Conspiración, el favor y una cita.

Alcánder.

Antes del amanecer.

La zona de descanso de Alcánder, se encuentra en la parte más apartada del Campo del Olvido. Es una especie de Domo, el cual posee la capacidad de adoptar cualquier ecosistema, cualquier forma, cualquier paisaje que él desee. En ese momento había elegido una cabaña muy hogareña, a su espalda se alzaba un bosque y frente a ella se extendía un hermoso lago cristalino.

Entre sus manos temblorosas sostenía una taza de té. Tenía horas de haberse enfriado, pero el hecho de sostenerla lo mantenía sereno.

Los ojos azules de Alcánder se fijaban en el horizonte, poco a poco las estrellas se ocultaban, el cielo se iba aclarando y la luna se ocultaba para cederle su lugar al astro rey. Los rayos del sol comenzaban a asomarse pintando el cielo de un rosa pálido, marcando así, la hora de reunión; ya que los minutos antes del amanecer engloban uno de los lapsos de tiempo ciegos para Mr. Fate.; nadie excepto él conoce su debilidad y esta vez lo aprovecharía como hacía años.

Dejó sobre la mesa de su cabaña la taza de té; cuando su vista nuevamente se fijó en el horizonte, distinguió su figura. Lo esperaba en el improvisado muelle. Presuroso salió a su encuentro

Ella lo esperaba con los brazos cruzados y una mueca burlona en el rostro. Conforme él iba acercándose a ella, más hermosa y perfecta la encontraba. Y ella conocía perfectamente bien el efecto que provocaba en él; aunque no el verdadero motivo de aquella influencia que tenía sobre él.

Alcánder odiaba y adoraba a aquella mujer con la misma intensidad, odiaba que tomara precisamente aquella forma, esa mujer alta de cabello negro y ojos verdes, sensual y cautivadora. Teniéndola frente a él le era imposible no recordar su pasado, por lo tanto le impedía enterrarlo en lo más profundo de la tierra o ahogarlo en el río tal y como los demás sentimientos alguna vez hicieron.

— Alcánder, mi dulce Alcánder.  — lo saludó.

— Te necesito. — fue directo al grano.

En respuesta ella posó sus brazos alrededor de su cuello, acercándose peligrosamente a sus labios.

— No me refería a esto. — se deshizo de su amarre con firmeza —. Tenemos asuntos verdaderamente importantes que atender.

Ella ofendida cruzó los brazos sobre su pecho, levantó una de sus perfectas cejas y comenzó a zapatear impaciente.

— Mr. Fate lo sabe. — soltó de golpe, no existía otra forma de abordar el tema.

Alcánder esperaba cualquier reacción "coherente": incertidumbre, confusión, miedo o ira. Sin embargo, que ella se soltara a reír y que incluso unas lágrimas se le salieran de los ojos, no lo esperaba. Se cruzó de brazos a esperar a que parara de reír. No le daría la satisfacción de verlo enfadado por su actitud y, efectivamente, ella paró de reír, aunque siguió mirándolo divertida.

— ¿Lo dices por el juicio del par de bobos? Después de siglos, no pensé que te preocuparas por pequeñeces.

— Sabías lo del juicio. — la acusó.

— Por supuesto. Y aunque no lo discutieron abiertamente supe que el asunto tenía que ver con su "Iluminada".  — dijo haciendo el gesto de las comillas —. Mr. Fate sólo pierde el control tratándose de esa.

— Él vino anoche.

— Anoche, ¿eh? Así que has cambiado tus preferencias. — volvió a sujetarse de su cuello —. Eso me pone celosa.

Sentimientos controlados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora