Capítulo 7. Errores cometidos.
Cristel.
Dicen que cuando un día está siendo perfecto, no tienes que ilusionarte, porque siempre, algo o alguien, termina por estropearlo y hacer de ese día perfecto un día en el que hubieras deseado no volver a repetir algo de lo que has hecho. Pues bien, éste estaba siendo mi caso.
El día estaba siendo perfecto, Ian me había besado y mi emoción y nerviosismo no podían ser mayores. Sólo pensar en ello me causaba escalofríos, la piel se me ponía de gallina y una sonrisa de puro amor se formaba en mis labios. Claramente, en ese momento, no fue de esto de lo que me arrepentí, ya que lo habría repetido una y mil veces si hubiera podido, pero, por desgracia para mí, no pude, y todo por Jeremy.
Al escuchar mi nombre y girarnos ambos, Ian y yo, no me pude creer que estuviera allí, ya que no lo había visto antes. Sí que sólo llevaba un día en el Instituto, pero me fijaba muy bien en la cara de las personas, y a Jeremy no lo había visto nunca, ni allí ni en ninguna otra parte.
Al pedir que la tierra me tragara, Ian me preguntó quién era, y yo no pude meter más la pata.
- El príncipe.
Me arrepentí nada más decirlo, ya que, cuando me había tapado los ojos y me había dicho que era el príncipe de mis sueños, la primera imagen de la persona que podía ser que me vino a la mente fue Jeremy, y fue este nombre el primero que había dicho, de lo cual me arrepentí al saber que se trataba de Ian. No quería que pensara que tenía novio, y mucho menos que creyera que lo hacía llamar <<mi príncipe>>. Pero, al contestarle en aquel momento que era el príncipe, claramente refiriéndome a la representación de Ballet, quizá le hubiera dado la impresión de que era alguien especial para mí, teniendo en cuenta que, al creer cuando me había tapado los ojos que era Jeremy, le había dado a entender que el día anterior había ocurrido algo entre él y yo y además me arrepentía de ello.
Al contestarle, Ian no me dijo nada, únicamente bajó la mirada y emitió un sonido que interpreté como un <<vale>>, pero, lo que no pude interpretar, era si era un <<vale>> de indiferencia o un <<vale>> de incomodidad, pero supuse que sería lo segundo, ya que, antes de que Jeremy me llamara, me había besado, y aquel beso, no lo olvidaría nunca. Había sido un beso dulce y perfecto, simplemente perfecto.
Cuando quise enmendar mi error y fui a abrir la boca, Jeremy volvió a interrumpirnos.
- Buenos días, mi princesita. – me dijo con una amplia sonrisa y ofreciéndome el tulipán.
No pude remediarlo y le miré con algo de repudio. Él había sido el causante de que Ian y yo hubiéramos pasado de sonreírnos a que él estuviera con la mirada hacia el suelo y yo arrepintiéndome de mi contestación.
En cierto modo, Jeremy me daba pena, ya que él no tenía la culpa de venir en el momento más inoportuno, no creo que lo hiciera aposta, aunque se esforzara mucho en ello no podría hacerlo, ya que no sabría cuál sería el momento justo en el que interrumpirnos. O quizá sí.
- ¿Qué haces aquí? – le pregunté ignorando el tulipán rojo.
- Quería darle los buenos días a mi princesa, y, ¿qué mejor que hacerlo en persona y con un tulipán rojo? – me dijo ofreciéndomelo de nuevo.
- Cristel – me llamó Ian, haciendo así que dirigiera mi mirada y mi atención a él – yo me voy ya a clase, no quiero llegar tarde. Hasta ahora. – me dijo con una sonrisa forzada.
Antes de que pudiera decirle algo, o expresárselo con mi mirada, la cual era de puro arrepentimiento, pasó por el lado derecho de Jeremy y comenzó a caminar hacia la clase. Sin duda aquel día había comenzado siendo el día perfecto y, si Jeremy seguía por aquella línea de importunarme, terminaría siendo uno de los peores días de mi vida.
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Sentimientos controlados.
Fantasy¿Alguna vez te han dicho que tu destino se escribe cuando naces? Tú, incrédulo, te niegas a creer que eso sea cierto, y pienso que deberías comenzar a hacerlo, porque, ¿sabes?, te contaré un secreto: Mr. Fate, existe, ¡literalmente existe! Mr. Fate...