Capítulo Tres

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Nueva York Enero 18, 2014

Son las siete de la mañana, y me fastidia pensar que pude despertar mas tarde, pero no, mi mente no ha dejado dar vueltas, es una suerte si he dormido dos horas, llegue a casa a las dos y media de la mañana, mi cuerpo ha estado alerta desde las seis, la cama me estorba en este momento, así que me levanto y me dirijo hacia el cuarto de baño, me veo al espejo, recojo mi pelo enmarañado en una coleta, me lavo la cara y me cepillo los dientes, no me siento cansada y es probablemente el hecho que son tan pocas las veces que salgo a divertirme que el desvelo es algo poco común en mi vida, pero tengo el presentimiento de que mi insomnio tiene ojos como la miel, labios sensuales, la voz profunda y una forma de moverse en la pista que debería ser ilegal, cierro mis ojos y puedo sentir sus manos rodeando mi cintura, sus caderas se movian con una sensualidad innata, y aunque las únicas palabras que salieron de mi boca repetidamente fueron "no se bailar" él simplemente sonreía, su boca mostrando una hilera de perfectos dientes que parecían contrastar con su bronceada piel, y cuando acercó su boca a mi oído fue como si algo dentro de mí se prendiera en fuego.

-Sólo dejate llevar por la música.

Y así lo hice, bailamos un par de canciones, y cuando la letra era de "esta noche" comenzó a llenar el espacio, él acercó su cuerpo al mío de una manera tan sexual que un pequeño gemido escapó de mis labios, ni siquiera recuerdo si mi cuerpo en algún momento hizo algún movimiento, la presencia de ese hombre acaparaba toda mi atención y la forma en que me guiaba al bailar excitaba mis sentidos.

El sonido de mi celular me sacó bruscamente de mi ensueño, salgo del cuarto de baño y me dirijo a mi habitación, cojo el celular, mi amigo Paolo de la Galería, quien por cierto fue el primer amigo que tuve en esta ciudad.

-Hola Paolo.

-Isabel de mi corazón- la suave voz de Paolo siempre ha sido tranquilizadora, y lo fue aún más cuando rompí con el único novio que he tenido en la ciudad, fue Paolo quien poco a poco me sacó del cascarón al que me había metido luego del terrible rompimiento con mi ex novio Lucas y le estaba completamente agradecida por siempre estar allí en mis peores momentos.

-Por un momento creí que me habías abandonado.- le dije mientras iba  a la cocina y ponía a funcionar la cafetera.

-¿Yo? ¿abandonarte?, la pregunta sería al revés querida.

-Lo siento, he estado tan ocupada con el proyecto Valtierra que ni siquiera he tenido tiempo de salir a comer en la hora del almuerzo.

-Lo sé, Sara parece un pequeño ratón, nunca sabes donde va a aparecer.

Me reí de buena gana ante el comentario de Paolo.

-¿Qué piensas hacer esta noche?- me pregunta.

-Quedarme en casa y ver mi programa favorito, y antes de tan anticipada noche tengo algunas cosas que hacer en la ciudad.

-Emocionante..- El sarcasmo es latente.

-¿Por qué no nos vemos hoy para almorzar?- le pregunto.

-Claro que sí, ¿sushi?.

-Perfecto, te veo a las dos.

-Espera- Me dice de pronto-  Marcelo acaba de enviarme un texto.- Marcelo es es el mejor amigo de Paolo, un hombre fascinante que ha viajado por todo el mundo y quien trabaja para Sara comprando arte.

-Dile que venga con nosotros- le digo mientras me sirvo el humeante café.

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El fin de semana pasa volando, y como siempre el domingo por la noche es el día en que mi mente decide cavilar sobre mi vida.  Sé que tengo el trabajo perfecto y los amigos indicados, pero siempre hace falta esa persona con la que desearía compartir muchas cosas, hablar sobre mis metas y sentir que de algún modo se preocupa y desea lo mejor para mí, por supuesto que tengo todo el apoyo de mis padres y mis amigos, y también sé que mi felicidad no depende de nadie mas que  de mi misma y aunque hace un tiempo creí haber encontrado al hombre perfecto, alguien que me hacía reir,  me apoyaba en cualquier cosa que yo decidiera hacer, extrovertido y ambicioso y de quien me enamoré perdidamente, la relación duró solamente dos años y aunque el primer año fue el mejor, todo comenzó a desvanecerse poco a poco, al parecer yo no era la mujer con la que él veía un futuro, y cuando su "mujer perfecta" apareció en su vida me dejo como quien deja atrás un par de zapatos viejos al tener en sus manos un par nuevos y brillantes, aún pienso en él y me preguntó como serían las cosas si aún estuvieramos juntos, y muy dentro de mí no creo que muy bien, pues no teníamos nada en común y la única química era en la cama, lo cual al final no hace que una relación sea exitosa, pero basta ya de pensar en el pasado, es mejor que me vaya a la cama, mañana me espera un largo día...

                                                                          *************

Enero 19, 2014

Sara me observa detenidamente desde su escritorio, las ojeras bajo sus ojos son visibles a metros de distancia, se ve completamente desaliñada, con una montaña de papeles sobre el escritorio y sobre las sillas.

-Buenos días Sara.

-Buenos días Isabel, ¿serías tan amable de ayudarme a restablecer mi vida?. - Su plegaria era hecha en voz baja y fatigada.

Sonreí mientras me dispongo a quitar algunas carpetas del pequeño sofa, comienzo por catalogar muchas de las piezas y cuando se acerca la hora de almorzar, decido salir para respirar un poco de aire puro.

Paolo no puede acompañarme, asi que me pongo mi abrigo y me dirijo hacia uno de mis restaurantes favoritos, el cual esta a dos cuadras de la Galería. Al llegar me atiende Anna, una de las meseras con las que he establecido amistad, me siento en una pequeña mesa la cual se encuentra en una esquina, pido lo de siempre y justo cuando sacó mi teléfono y comienzo a contestar algunos correos,  puedo observar un par de botas negras que se colocan a la par mía, levantó la mirada lentamente hasta encontrarme con un par de ojos como la miel que me observan con cierta picardía. No sé que decir, es el mismo hombre del Copacabana, que por cierto nunca supe su nombre...

Entre dos Fuegos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora