Hablando del Rey de Roma...
No me siento en lo absoluto sorprendida de verlo, sabia que tenía que encontrármelo de una manera u otra, haciendo su desgastado acto de aparición, el taxi se detiene frente a la entrada, hago la transacción y me bajo, me dirijo directamente hacia donde esta su auto. Le toco la ventana y él sonríe para luego salir del mismo, Lucas es alto y buen mozo, nunca deja de sorprenderme lo mucho que me gusta mirarlo, sus facciones son como las de un ángel, y posiblemente ese ha sido mi error; pensar que algún día ese rostro angelical me va a dirigir una mirada amorosa, que detrás de sus sexuales intenciones hay un hombre que me ama y se preocupa por mi, pero con él todo es falsedad y mi cerebro parece entenderlo por fin. Se dirige hacia mi y trata de darme un beso en la boca, pero volteo mi cara y sus labios solo logran rozar mi mejilla, antes lo hubiese aceptado feliz de la vida, ahora me provoca cierto repudio.
-¿Que te pasa?- Me pregunta en ese modo tan peculiar que tiene, una mezcla de descortesía y delicadeza. Yo simplemente lo miro directamente a los ojos para luego seguir mi camino hacia la entrada del edificio, él me sigue como un perro sigue a su amo luego de una larga caminata, sonrío en mis adentros ante tal comparación.
Mi apartamento huele a vainilla, gracias a las velas que he esparcido por todas partes, Lucas se sienta en el sofá y yo me dirijo directamente a mi habitación, dejo mi bolso sobre la cama y procedo a quitarme la ropa, busco algo cómodo y suelto para ponerme. Salgo de la habitación y voy hacia la cocina, deliberadamente ignorando su presencia, abro el refrigerador y cojo una botella de agua, de pronto siento sus brazos rodear mi cintura y si antes ese gesto me derretía ahora lo único que me produce es un profundo sentimiento de rechazo, el cual me hace reaccionar de una manera completamente diferente a lo que él espera de mí, mis manos deshacen su abrazo y giro mi cuerpo hasta quedar frente a frente.
Sus cejas fruncidas y la expresión confundida me sorprenden pues regularmente soy yo quien se queda con ambas cuando él se larga para regresar al lado de su esposa.
-¿Qué pasa?- Me pregunta y trata de tocar mi cara con la punta de sus dedos, pero inmediatamente lo esquivo.
-No quiero verte más Lucas- Las palabras salen de mi boca antes de siquiera pensarlas, pero las digo, concisa y sin titubeos.
Lucas no me dice nada, se acerca a mí con lentitud, sus ojos cargados de deseo, y es inútil discutir con él, es inútil hacerle ver que soy una mujer que tiene sentimientos, pero ésta vez no voy a dejarlo que se aproveche de mi debilidad por él, por primera vez no tengo el más mínimo deseo de ser suya, me repugna pensar que posiblemente esta mañana sedujo a su esposa, le hizo el amor y quien sabe cuantas cosas más, no quiero ser plato de segunda mesa. No más.
Decididamente camino hacia la entrada de mi apartamento y abro la puerta, estoy temblando.
-Fuera de aquí Lucas.
-¿Qué te pasa Isabel?- Se acerca a mí, mi expresión seria parece ponerlo en desventaja, pues mi postura y mis palabras son algo nuevo tanto para él como para mí.
-No voy a seguir en este juego Lucas, porque soy yo la que siempre pierde.
-¿De qué hablas?, ¿cuál juego?- presiento que quiere tocarme pero no se atreve.
-Deja tu cinismo Lucas.
-Si esto es porque estoy casado con Carlota, sabes perfectamente que es por conveniencia.
Lucas no tiene una idea de lo imbécil que suena a veces.
-¿Conveniencia?- Quiero reírme en su cara.
-Si, sabes muy bien que ella y su familia tienen demasiadas conexiones en esta ciudad, sin ella no podría tener el puesto que tengo en esta compañía, no la amo, le tengo cariño, no es lo mismo que siento por ti Isabel.- Esta vez se acerca y cierra la puerta sin hacer el más mínimo ruido.
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Entre dos Fuegos
RomanceLa Sensualidad que la atrapó... La Belleza que lo cautivó.... El Ritmo que los unió... El diario de Isabel, una jóven en Nueva York y su introducció...