Náuseas y Mareos parte 2
Los días han pasado tan aprisa y han sido tan descomunalmente ocupados en la galería que mi mente no tiene tiempo de ni siquiera pensar en nada que no sean cuadros, esculturas y números.
La puerta de mi oficina se ha mantenido abierta de par en par, pues todo el mundo entra y sale llevando y trayendo consigo carpetas para que yo las revise y firme, y no me ha importado tener que quedarme hasta tarde, pues cualquier cosa que quite de mi mente a Eduardo es bienvenida con los brazos abiertos.
Sara entra en el preciso momento en el que mi mente está completamente concentrada en un artículo del periódico en donde se anuncia la unión temporal de prestigiosas galerías en Nueva York con algunas de las más reconocidas en Londres, las cuales tendrán la oportunidad de mostrar el trabajo de nuevos artistas contemporáneos, y me siento tan orgullosa de que nuestra galería ha sido una de las elegidas.
Sara se sienta en el sofá y me observa con cuidado, su rostro guarda cierta expresión que me indica que está a punto de decirme algo emocionante.
—¿todo bien?— le pregunto, pues sigue sentada allí, sin decirme nada.
—Te tengo grandes noticias— me dice y su sonrisa se ensancha hasta parecerse al gato de Cheshire de Alicia en el país de las maravillas.
Yo simplemente la miro sin comprender el porqué está tan emocionada. La veo enderezarse en el asiento y sonriendo nuevamente me dice:
—Serás la encargada de representar la galería en Londres.
La noticia me toma por sorpresa, cualquier otra persona en mi lugar estallaría en júbilo, no sé lo que me pasa, he dejado que mi mente divague en pensamientos innecesarios.
—¿que pasa?— me pregunta, yo sonrío y trato con todas mis fuerzas de fingir emoción.—nada—le digo y sonrio como tratando de mitigar mi sorpresa, la cual tiene una mezcla de descontento y alegría.
Sara me observa e inmediatamernte sé que no la engaño, pero hace caso omiso de la aparente emoción antre el recibimiento de tan espectaculares noticias.
—¿cuándo tengo que viajar?—le pregunto, mi mirada se desvía hacía una de las carpetas que yace sobre la mesa, no quiero que
—en dos semanas.
Trato de asimilar las buenas nuevas.
—Marcelo irá contigo— sigue diciendo, y por una milésima de segundo se me levanta el ánimo. Sara abre la boca para decir algo más, pero se retracta, se levanta del sofá y se dirige hacia la puerta, pero se voltea de repente y me dice:
—este viaje te hará bien Isabel.— y sin más sale de la oficina cerrando la puerta tras de sí.🎼🎹🎼🎹🎼🎹🎼🎹🎼
Marcelo se encuentra sentado frente a mí sobre la cama, puedo verlo en el reflejo del espejo de mi habitación mientras yo me pruebo uno y otro atuendo para mi viaje a Inglaterra. Mi amigo está más emocionado que yo, en verdad quisiera imitar su entusiasmo, pero hay algo que no me deja, y sé que es "él", tengo que admitirlo, es absurdo, pero no puedo quitarme de la cabeza la idea que voy a dejarlo aquí, en esta ciudad, es simplemente rídiculo en todo el sentido de la palabra.
—¡niña!— la profunda voz de Marcelo me devuelve al presente, tengo puesto un vestido color turquesa, el cual hace resaltar el azul de mis ojos.
—hmm— murmuro y volteo a mirarlo.
—te estaba diciendo que necesitamos que compres nuevos vestidos, no tienes nada digno de Europa.
-¿A que te refieres con nada digno de Europa?, èstos son mis mejores vestidos.
-tal vez algo un poco màs sofisticado, algo no tan neoyorquino.
-¿neoyorquino?
-clàsico.
-no quiero salir de compras Marcelo, tengo mucho que hacer.
-no quiero hacerte enfadar, pero algo me dice que este viaje a Londres no te hace muy feliz que digamos.
Mi silencio es toda la respuesta que mi amigo necesita, y sé que la cátedra va a comenzar en cualquier momento.
-¿cual es el problema ahora?, dudo mucho que sea quien pienso que es.
-no, no lo es- le contesto, pero sin mirarlo a la cara, mas bien me entretengo poniendo los vestidos de vuelta en el armario.-¿Qué es de él?- me pregunta.
-No lo sé- le respondo en tono severo.
-¿aún lo quieres no?
En ese momento me siento como si de pronto me hubiese bebido diez rondas de tequila, no quiero admitir que lo amo y que lo extraño, y si lo admito sé que voy a verme completamente ridicula, pero no engaño a nadie y menos a mi amigo, quien al parecer ha nacido con poderes sobrenaturales para siempre saber que es lo que me pasa. Marcelo se levanta de la cama y camina a abrazarme, y de pronto las lágrimas que he suprimido desde hace tanto tiempo comienzan a correr por mis mejillas, todo el peso de mis sentimientos por Eduardo empieza a caer al suelo, Marcelo me abraza aún mas fuerte como si supiera que si me suelta voy a caer en el abismo de mi amor por alguien que no lo merece.
—no quiero amarlo Marcelo- le digo entre sollozos y Marcelo me abraza más fuerte.
—lo sé querida, pero tienes que hacer un esfuerzo y no pensar más en él, este viaje a Londres va a servirte mucho, te lo aseguro.
Yo asiento con la cabeza y nos quedamos así abrazados por lo que parece una eternidad, Marcelo me besa en lo alto de la cabeza y me dice:
—además, Londres tiene el mejor té del mundo, apuesto a que tiene uno llamado "olvídalo".
Su comentario me hace reír, me incorporo mientras le doy un suave coscorrón.
—¿eso quiere decir que si vas a ir a Londres conmigo?-no me lo perdería por nada del mundo- le digo y ésta vez no tengo dudas acerca de este viaje,
Sé que de alguna u otra manera va a hacerme bien... o eso espero.
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Entre dos Fuegos
RomanceLa Sensualidad que la atrapó... La Belleza que lo cautivó.... El Ritmo que los unió... El diario de Isabel, una jóven en Nueva York y su introducció...