El teléfono me observa...
"Del desordenado amor y vano temor nace todo el desasosiego del corazón y toda distracción de los sentidos"
~Tomás de Kempis~Mis ojos se desvían hacia la esquina de mi escritorio en donde se encuentra mi teléfono, mi corazón brinca cada vez que la pantalla se enciende para luego sufrir pequeñas decepciones al ver que no hay ningún mensaje de él, han pasado casi cinco días desde que me dejo en mi apartamento, y no he recibido ni siquiera señales de humo, es casi deprimente, no he podido concentrarme en nada, y le doy gracias a Dios que por fin es viernes, pero luego el sólo pensar que voy a quedarme en casa todo el fin de semana en compañia de mi teléfono comienza a no verse muy bien que digamos.
-Isabel- La grave voz de Marcelo me saca bruscamente de mis absurdos pensamientos.
-Hola Marcelo- Sonrio debilmente y le señalo la silla que esta a un lado de mi escritorio.
-Te noto muy rara querida, ¿te pasa algo?.
-No, cansada eso es todo.
Marcelo me observa con escepticismo y luego inclina su torso hacia mí, y conozco muy bien el lenguaje de su cuerpo como para no darme cuenta que no me cree ni una palabra.
-Espero que tu cansancio se deba a los malabares sexuales del distinguido señor Valtierra, cuentámelo todo mi pequeña. -me dice imitando la voz de una mujer.
No puedo más que reír, pues los únicos malabares en todo esto han sido mis intentos en vano por seducir a Eduardo.
-¿Ha podido superar a Lucas El Depravado?, tienes que contarme todos los detalles Isabel.
-Muy bien, si quieres todos los detalles, tendrás que venir conmigo a casa.
Marcelo le echa un rápido vistazo a su reloj para luego sonreír de oreja a oreja como un niño que esta a punto de recibir un puñado de dulces.
-Tengo todo el día muñeca.
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Marcelo parece un modelo posando para alguna cámara inexistente, sentado en el sofá de una manera que no parece muy cómoda, la champaña ha sido bebida de forma lenta, como si cada palabra que pronuncio mereciera un pequeño sorbo, observándome con sumo interés. He notarizado cada expresión de asombro, angustia y gracia, y cuando por fin termino de contarle mi pequeña odisea, sus ojos observan con picardía mi teléfono.
-Deberías llamarlo, o por lo menos enviarle un mensaje, es simple cortesía Isabel.
-No quiero importunarlo, y menos si esta con su novia o lo que sea que tenga.
-Tu no sabes eso.
-Claro que lo sé, tiene todos los síntomas, por lo menos Lucas me ha entrenado muy bien en desarrollar mi sexto sentido.
-No pierdes nada en preguntarle un simple 'como estas', no puedo sacarme de la cabeza que Lucas te ha etiquetado como un granjero marca al ganado y no esta bien.
-¿Me estas comparando con una vaca?- Le lanzo uno de los cojines pero Marcelo lo esquiva a tiempo.
-Por supuesto que no querida, es una metafora.
-Bonita metafora- Le digo fingiendo enojo mientras me sirvo la última copa de champaña.
-En serio Isabel, envíale un mensaje, no sabemos si fue una emergencia familiar, o algo completamente inofensivo.- Y mientras me dice esto alarga su brazo hasta donde se encuentra mi celular y me lo entrega con expresión ceremoniosa.
Juego un momento con el aparato en mi mano, y luego de pensarlo una milésima de segundo decido enviarle un mensaje, mi mirada suplicante sobre el rostro de Marcelo, quien da un sorbo a la champaña.
-¿En serio no sabes que escribir?
Yo niego con la cabeza y me paso la mano que tengo libre por mi largo cabello en señal de exasperación.
-Dame acá- me dice alargando su mano.
-¡No!- exclamó completamente atemorizada de lo que pueda escribirle.
-Ven acá Isabel, jamás pensé que llegaría el día en que tendría que hacer algo así, es como enseñarle a un niño a escribir su nombre.- y esta vez el cojín si llega a golpearle la cara.
El sonido de mi teléfono nos toma por sorpresa, es un mensaje de texto, y es de él, de Eduardo; y mi expresión es una de estupefacción al leer "Isabel, te extraño", me desarma completamente, pronto Marcelo esta sentado a la par mía.
-El hombre lo quiere arreglar todo en dos palabras, ni una explicación por su repentina desaparición y ni siquiera un hola, me suena a Lucas si no estoy mal, ¿estas segura que es Eduardo?.
-Claro que estoy segura.- Y pronto mis dedos están tecleando furiosamente.
"Hasta que te ha dado un respiro tu esposa/novia/prometida o lo que sea que te alejo de esta ilusa llamada Isabel"
Marcelo comienza a reír con desparpajo. Y casi al instante tengo una respuesta.
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Entre dos Fuegos
RomanceLa Sensualidad que la atrapó... La Belleza que lo cautivó.... El Ritmo que los unió... El diario de Isabel, una jóven en Nueva York y su introducció...