🌿Capítulo Veintitres🌿

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Londres

Las maletas yacen tiradas en el medio de la habitación, estoy en Londres desde hace tres semanas y no he sido capaz de organizar mis cosas en el armario, siento un desgano espiritual que día con día se va haciendo más agudo, tiempo atrás hubiese sido la mujer más feliz del mundo con tremenda oportunidad como la que tengo ahora, pero los recuerdos y la agonía de éstos últimos meses me han convertido en alguien irreconocible, y no en el sentido laboral pues no sería capaz de inmiscuir lo personal con mi amado trabajo, pero al finalizar el día siento como si las baterías se me acabaran, como si me faltara algo... o alguien. 
En ese momento alguien toca a la puerta de mi habitación, posiblemente es Marcelo.
-adelante- digo en voz alta. 
Uno de los trabajadores del hotel se encuentra en el umbral de la puerta llevando consigo un enorme ramo de rosas rojas, se me queda mirando y por unos segundos me siento completamente perdida. El joven deja el ramo sobre la mesa, me sonríe, espera unos segundos esperando que yo reaccione de alguna manera, me da las buenas tardes y se va cerrando la puerta. Inmediatamente reviso la tarjeta para ver quien las ha enviado. "Hoy es un buen día para sonreír, Renato".
-Oh, Renato- digo su nombre en voz alta y mi corazón da un vuelco, y no precisamente de alegría, mas bien me siento un poco culpable de siquiera pensar en el. Con cuidado vuelvo a poner la tarjeta entre las flores, es tan bonito detalle y es tan nula la emoción que no puedo mas que sentirme mal. Renato es el guapo abogado que conocí en una de las muchas exposiciones de arte que se llevan a cabo en varias partes de la ciudad, desde que me vio, su completa atención se volcó hacia mi, y no puedo negar que Renato es la persona mas dulce y considerada que he conocido en mucho tiempo, pero hay algo que no me deja ir mas allá de una simple amistad, un freno que quisiera arrancar de raíz para poder avanzar de una manera u otra, pero ¿como?, es como si Eduardo me tuviese apelmazada en una esquina y no me dejara sentir nada mas que su cuerpo contra el mío

El sonido del telefono me asusta, la pantalla muestra el nombre de Renato, no se si contestar, me siento tan cansada, pero se que tengo que darle las gracias por las flores, así que me siento en la orilla de la cama y trato de reunir la energía necesaria para sonar al menos un poco emocionada.

-Hola Renato- mi voz suena monótona.

-Hola Isabel, ¿como estás?- su tono de voz es dulce, casi recatado.

-Acabo de recibir tus flores, son hermosas, gracias.

-Espero que al menos te hayan hecho sonreír.

Silencio...

-¿Estas allí Isabel?

-Si - le contesto, mi mente esta completamente nublada, no es justo que el recuerdo de Eduardo me haga sentir así, no lo merezco.

Silencio...

-Renato, ¿que te parece si salimos por un café?

Silencio...

-¿ahora mismo?- me pregunta, suena sorprendido.

-si, ¿por que no?- me estoy escuchando sin creer lo que estoy diciendo, ¿estaré haciendo bien?, solo quiero agradecer el detalle de alguna manera, ademas su compañía es agradable y nunca esta demás tener amigos en un país nuevo.

-muy bien, puedo recogerte en media hora si te parece.

De inmediato me veo en el espejo, visto pantalones de mezclilla y una sencilla camiseta blanca, necesito un poco de maquillaje nada mas y podría estar lista.

-Perfecto - le respondo, mientras busco frenéticamente mi bolso de pinturas.

Renato se despide con esa amabilidad y cortesía que por momentos siento que no es del todo franca. ¿O es que no estoy acostumbrada a que un hombre sea franco conmigo? ¿acaso es eso? Tengo que dejar de pensar así, Renato no me ha dado ninguna indicación de que esta interesado en mi de esa manera, tal vez solo esta siendo amable conmigo, y con ese pensamiento comienzo a arreglarme para verlo.

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