Estaba allí, esperándome como siempre, con su sonrisa cálida y su mirada llena de cierto fervor que hacia que mi corazón latiera de una forma extraña.Hacia exactamente dos meses que Renato y yo salíamos cada fin de semana y muchas veces también me recogía después del trabajo, nuestra amistad era solo eso, una amistad, pero se perfectamente bien que Renato quisiera que fuera algo mas, pero yo aun no estoy lista para dar semejante paso, aunque no niego que Renato despierta en mi cierta ternura que no sabia que poseía, y el respeto a una mente formidable, es uno de los hombres mas inteligentes que he conocido en mi vida, galante, guapo, interesante, y con demasiadas cosas en común que hacen que la velada sea siempre tan agradable, y al final de la noche cuando ambos nos encontramos frente a la puerta de mi edificio hablando sobre nuestras películas favoritas, o nuestras familias, siento esa fuerza de atracción y me sorprende cada vez, pero no dejo que me envuelva, es tan pronto, tan repentino, y es curioso que Renato siempre quiere saber sobre mi familia, mi niñez. Jamas recuerdo que Eduardo o ningún otro hombre estuviera tan interesado en saber sobre mi familia, el recuerdo de Eduardo se disipa cada vez que estoy con Renato, siento una paz emocional que nunca antes sentí con ningún otro hombre, me da miedo, lo admito no quiero volver a sufrir.
Ha sido un dia largo, es viernes, Renato ha decidido sorprenderme con una cena a la luz de la luna, al parecer es mi cumpleaños y yo demasiado ocupada como para recordarlo o darle importancia. Ni siquiera se como es que Renato lo sabia. Me lleva a uno de esos restaurantes que tiene mesas en el techo, la luna es brillante e ilumina la estancia.
No se como explicar como me siento, mimada podría ser una palabra, pero no quiero sentirme así, y no es que Renato me trate de manera diferente a una amiga, pero siempre hay algo en su mirada que me hace sentirme extraña, no se como explicarlo, me gusta y a la vez hay un cierto rechazo, como si algo hiciera falta.
Nos sentamos, la mesera llega y Renato ordena una botella de vino, me sonríe y me contagia su alegría de inmediato, como siempre que estoy con el, me siento relajada, contenta, segura.
-Me encanta que sonrías- me dice, y su rostro iluminado por la luna llena se ve mas hermoso que nunca, sus ojos marrones tienen un brillo especial, por alguna extraña razón he comenzado a fijarme mas en el, en la forma en que siempre sonríe, en la forma en que su cuerpo se relaja al sentarse, en sus curiosos ojos, en sus manos que parecen siempre estar en el aire cuando habla, y su voz que acaricia a la misma vez que entretiene.
-tengo mucho por lo cual sonreír- le digo y le guiño un ojo, Renato me mira con expresión risueña.
-¿que has pensado sobre el viaje a España?
Mi sonrisa se desvanece un poco, Renato ha estado tratando de convencerme de ir un fin de semana a España, sus padres viven allí. Yo aun no estoy segura de querer ir, pero no niego que seria interesante conocer su país de origen, y de paso también conocer a su familia, desde que lo conocí siempre tuve la extraña curiosidad de saber quienes son sus padres, Renato es uno de los pocos hombres que tienen cimentada una serie de buenos modales, buen gusto y calidez humana, y muchas otras cualidades que jamas había visto en otro hombre, ni siquiera en Eduardo y eso me hacia sentir completamente confundida, ¿seria posible que mi experiencia amorosa consistiera exclusivamente con hombres completamente opuestos a Renato?
-¿entonces?- La voz de Renato me saca bruscamente de mis pensamientos.
-me encantaría- le digo sin pensar, estoy tan absorta en mis propios pensamientos que me hace sentir un poco culpable.
Su sonrisa se ensancha y no puedo mas que sonreír.
-¡salud!- me dice alargando la copa de vino hacia mi, yo levanto la mía y nuestras miradas se entrelazan por lo que parece una eternidad, me sonrojo y Renato sonrie tímidamente.
-Me alegro que por fin decidas ir en este viaje conmigo, te hará bien.
-si, ya lo creo- le digo, y por primera vez estoy de acuerdo con él, hasta estoy comenzando a emocionarme, hacia tiempo que nada parecía sacarme de mi encierro mental.
Luego de la estupenda velada, Renato me lleva a mi apartamento como siempre, estaciona el automóvil frente al edificio, pero esta vez hay algo diferente en el ambiente, cierta electricidad en como nuestros cuerpos reaccionan el uno al otro, en sincronía, como cuando solia bailar con... él... pero algo curioso ocurre, antes, el solo pensamiento de Eduardo podia ponerme de mal genio, ahora era como un mal recuerdo, alguien que simplemente parecía ir desvaneciéndose poco a poco de mi mente.
-¿Te vere mañana entonces?- La voz de Renato me saca de mis cavilaciones abruptamente.
-si, claro que si- le digo yo sonriendo como una estupida, y sin pensarlo dos veces me inclino hacia él y lo beso en los labios, lentamente, como queriendo aprenderme de memoria la forma de su boca, su piel cálida, sus manos acariciando mis brazos, y no puedo negar que me gusta, es una sensación nueva, estar con alguien que te presta toda su atención, que no tiene intención de salir corriendo después de dejarte en tu apartamento, o después de hacer el amor, que quiere mostrarte al mundo sin importar nada. Renato me abraza de pronto, nunca había estado tan cerca de él py me siento tan protegida en sus brazos, no quisiera irme.
-Es tarde- me dice y ahora es el quien me besa, y sonríe tímidamente.
-Es mejor que entre- es todo lo que le puedo decir, me siento completamente anonadada, como una colegiala recibiendo su primer beso.
Renato sale del auto y me abre la puerta, hace un poco de frio, vuelve a abrazarme, su calor me envuelve y me hace sentir bien.
-feliz cumpleaños- me susurra al oido y sonríe mientras me acompaña a la puerta del edificio.
-buenas noches- le digo y abro la puerta sosteniéndola unos segundos, debatiendo entre invitarlo a pasar o esperar.
-buenas noches preciosa- Renato besa mi mano y sin decir mas se dirige a su auto.
Yo cierro la puerta y me quedo tras ella, observando como se aleja, con su sonrisa de niño travieso, y ya siento que lo extraño...
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Entre dos Fuegos
Lãng mạnLa Sensualidad que la atrapó... La Belleza que lo cautivó.... El Ritmo que los unió... El diario de Isabel, una jóven en Nueva York y su introducció...