Miradas Asesinas
Si las miradas mataran Alison estaría en el suelo con miles de agujeros en su cuerpo producto de todas las balas que mis ojos le han disparado durante el resto del día. Aún no puedo creer que mi querida amiga haya concertado una cita con alguien a quien he visto menos de media hora y una vez en mi vida. He bajado del auto y entro a mi apartamento casi corriendo, Alison me sigue sin decir nada, creo que por fin ha entendido que no todo lo que hace es correcto o divertido.
Entramos a mi apartamento, y me dirijo decididamente a la cocina, necesito prepararme un té para calmar mi mal humor, Alison se sienta en el sofá y cruza los brazos, y sé que ésa es una señal de que está esperando hablar conmigo. Yo termino de prepararme él té y me siento en el sofá opuesto con mi rostro volteado hacia la ventana, estoy tan enfadada, no sólo con ella sino conmigo misma por haberle dado a Eduardo mi valioso tiempo, hablando sobre algo que ya no importa, y reconozco que lo mejor que puedo hacer es darme la oportunidad de conocer a alguien más, de demostrarme que si existe el amor sin mentiras ni engaños, además José no me pareció del todo mal, y todos sabemos que necesito desintoxicar mi mente de algún modo.
Dejó el té sobre la mesa y miró de reojo a mi amiga, quien parece una estatua y no deja de mirarme fijamente.
-¿aún sigues enfadada conmigo?- me pregunta entrecerrando los ojos en una forma cómica.
-¿por qué tengo que estarlo?
-no lo sé, tú me dirás.
-¡Eres imposible Alison!- exclamo exasperada- sabes perfectamente que odio esas citas a ciegas.
-es lo único que funciona en tu situación Isabel.
-¿cómo puedes saber eso?, mi cerebro no funciona igual al tuyo.
-¿qué tratas de insinuar?
-que yo no me dejo llevar por el famoso dicho de un clavo saca a otro clavo.
-¡es una simple salida con alguien Isabel!, no es el fin del mundo.
-alguien a quien he visto por menos de media hora.
-nadie te esta empujando a tener una relación con él, y si te hace sentir mejor iré con ustedes.
La idea no me parece tan descabellada, y comienzo a reír como hace mucho que no lo he hecho.
-¿qué es tan gracioso?- me pregunta tratando de no reír.
-la idea de que estas planeando este romántico encuentro y serás tú la afortunada.
-no te entiendo.
-no te preocupes en entender, yo me entiendo sola.
-muuuuuy bien, ¿a qué hora nos vemos entonces?
-¿por qué no salimos de aquí juntas?, puedes usar mi ropa si quieres.
-creí que nunca lo dirías- me dice mientras se acuesta en el sofá y enciende la televisión actuando como si nada hubiera pasado.
-aún estoy enfadada contigo.
-yo también.
-¿tú?
-si, porque trato de ayudarte y tú lo tomas como un ataque.
-claro que no, pero me gustaría que me consultaras antes de hacer cosas semejantes.
-esta bien doctora corazón, la consultaré antes de hacer cualquier estupidez- me dice imitando mi tono de voz.
No puedo evitar arrojarle uno de los cojines, el cual ella esquiva con bastante rapidez.
-¿qué te dijo el flamante señor Valtierra que te tiene tan pensativa?.
Estaba esperanzada en que no me confesaría tan pronto, pero es Alison, no puedo esperar a que se quede con la incógnita.-Lo mismo de siempre.- le respondo tratando de sonar lo más desinteresada posible.
-¿lo cual es?
-El cuento de hadas de todos los hombres casados, que va a divorciarse pronto- le digo fingiendo una sonrisa socarrona.
-típico, si yo fuese tú le hubiese dicho que se metiera su divorcio por el culo.
-¡Alison!- no puedo evitar reírme de buena gana ante tal comentario.
-Es la verdad Isabel, no sé porque se empeña en estar contigo.
Me quedo callada, es una pregunta que yo misma me he hecho una y otra vez, y aunque mi corazón trata de convencerme que es porque me ama, la razón me dice que es simplemente la lujuria de alguien que puede conseguir lo que quiere.
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Son las once de la noche, me encuentro completamente aburrida, es como si un círculo de oscuridad me envolviera mientras el mundo alrededor mío se divierte, baila y ríe. Alison y José se la han pasado molestándome toda la velada, que si no sonrío, que si no bailo, que si no bebo, y honestamente estoy comenzando a enfadarme.
Estamos en la zona VIP de un nuevo club subterráneo en el alto Manhattan llamado La Sombra, la música es estruendosa para un lugar tan pequeño, pero trato de todas las maneras posibles de parecer que lo disfruto, y cansada de los molestos comentarios de mis queridos amigos pido una cerveza light....
Ocho cervezas y seis Shots de tequila después....
Mi cabeza da vueltas como las hélices de un helicóptero, el parqueo del club parece inmenso, cierro mis ojos pues si los abro siento que el mundo se me viene encima, puedo escuchar la voz apagada de Alison, suena de tan lejos aunque vagamente sé que está a la par mía, José ha logrado llevarme hacia el auto cargada en brazos, puedo sentir el tenue aroma de su loción, los músculos de sus brazos se tensan cada vez que trata de acomodar mi cuerpo, y su voz es vagamente familiar, aunque la verdad no he cruzado más que algunas palabras con él en el resto de la noche, Alison se ha tomado el "arduo" trabajo de hablar con él en toda la velada, no puedo negar que me siento atraída hacia él físicamente, pero ni mi mente y menos mi corazón está listo; ni siquiera para una simple amistad con el sexo opuesto, ¡qué tontería! me grita la razón, pero no puedo evitar sentirme así, ¡oh no! y acto seguido vomito con esplendor sobre el pobre José, quien me observa con preocupación, me siento un poco mejor, hemos llegado hasta el auto de Alison.
José me coloca en el sillón de atrás y cierra la puerta mientras Alison se sienta al volante. Todo me da vueltas, pero por lo menos la náusea ha desaparecido... Momentáneamente...
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Entre dos Fuegos
RomanceLa Sensualidad que la atrapó... La Belleza que lo cautivó.... El Ritmo que los unió... El diario de Isabel, una jóven en Nueva York y su introducció...