Nueva York, Febrero 7.
Mi computadora portátil yace sobre mi regazo, necesito terminar de catalogar algunas obras de arte que se estarán exhibiendo en la galería en el verano, y aparte de eso, Sara mi jefa me ha dicho que necesita que le ayude a organizar el evento de la venta del lote Valtierra, el cual es el más importante en la historia de la galería. Mis ojos no pueden más, son casi las diez de la noche y he estado pegada a la pantalla de la computadora por más de cuatro horas, la hermosa voz de Becky CJ llena el espacio, haciendo que me sienta melancólica, apago la computadora y me levanto del sofá, con cierta indecisión agarro mi teléfono celular que esta sobre la mesa del comedor, marco un número mientras Tracy Chapman comienza a cantar una de sus más famosas melodías, la voz entusiasta de Alison me saca de mis pensamientos.
-¡Isabel!
-Hola - le saludo.
-¿Eres realmente Isabel, llamándome a las diez de la noche?- Por su tono de voz parece impresionada.
-Muy graciosa, quería salir esta noche.
El silencio que se hizo en la otra línea me indicaba una de dos cosas, o la llamada se había cortado o mi amiga se había desmayado de la impresión.
-¿Estás allí? - Le pregunto mientras le doy un rápido vistazo a la pantalla de mi teléfono.
-Déjame coger un poco de aire querida- El comentario me hace girar los ojos con exasperación y a la vez me divierte.
-Muy graciosa, ¿entonces salimos o qué?- Una parte de mí quisiera quedarse en casa, pero mis ganas de ver a Eduardo pesan más.
-Déjame hacer un pequeño arreglo de planes, te llamo en cinco minutos.
-Alison, no tienes que cambiar los planes por mi, podemos salir otro día.
-¡Es perfecto Isabel!- Alejo el teléfono de mi oreja, ¿Sería posible que algún día mi amiga no me gritara en mi oído?
-Está bien, espero tu llamada.
Sé que Alison llamará para confirmar, así que decidó tomar un baño rápido y arreglarme.
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Son casi las once y media de la noche, y tal como la última vez el guardia nos deja pasar sin tener que hacer la larga fila. Nunca he entendido como las mujeres que frecuentan los clubes en invierno pueden vestir tan escasamente, arrebujadas en ligeros abrigos o abrazadas a sus parejas esperan con impaciencia a que les dejen entrar, y en mi mente agradezco que Alison tenga tantas conexiones.
La algarabía y la intensa energía puede sentirse en cada rincón del Copacabana, notó que esta más lleno que la última vez que vine, las luces enloquecidas tocando decenas de rostros sudorosos, Alison desaparece de mi vista, hay tanta gente que es casi imposible ver al barman tras el mostrador, y menos pedir una simple cerveza.
-¡Isabel!- La voz de Alison viene tras de mí, volteó y como si hubiera leído mi mente me da una cerveza.
Alison es bellísima, su cabello negro cae en cascada sobre su espalda, y se maquilla como una profesional, su obsesión con las calorías y el gimnasio han pagado muy buenos dividendos, tiene el cuerpo de una diosa y aunque soy delgada por naturaleza no tengo ni un ápice de músculo.
-¡Déjame hablar con el DJ!-Me grita, oh Dios, mi amiga esta en su elemento, puede gritar a todo pulmón y esta vez no voy a quejarme.
La veo dirigirse hacia el pequeño podio en donde el DJ baila y mueve los brazos con entusiasmo al ritmo de Gilberto Santa Rosa, el salsero favorito de mi madre.
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Entre dos Fuegos
RomanceLa Sensualidad que la atrapó... La Belleza que lo cautivó.... El Ritmo que los unió... El diario de Isabel, una jóven en Nueva York y su introducció...