32.

87 8 3
                                    

Estaba nervioso. Y no tan solo él, si no que también ella, quien con sus ojos vidriosos, daba a entender que las ganas de llorar a todo pulmón desbordaban su organismo; y que en cualquier cerrar y abrir de ojos, explotaría en el llanto.
Ante esto, ambos humanos se observaban atentos, de una manera tan pausada y detallista, como si el tiempo se detuviera en un par de segundos entre ambos cuerpos y desearan aprovechar cada milisegundo de sus vidas en apreciarse mutuamente.

Seonghwa anhelaba con todo su corazón y alma, el poder abrazarla y fundirse en unos cálidos y suaves brazos, dando a entender que estaría allí para protegerla de todos y cada uno de sus miedos, pero eso era algo imposible dado el contexto en el que se encontraban.

YeJi había ingresado al pabellón de partos con su nivel de conciencia algo perdido. Se encontraba en la plena desolación y un inmenso nudo en la garganta del pelinegro, adornaba el momento que debía de ser recordado por el resto de sus vidas. Aquel momento que guardarían en lo más profundo de su ser y sería lo más bello que les pudo llegar a ocurrir. El nacimiento y existencia de un hijo, de un ser tan pequeño y tan delicado, que sería criado bajo un hermoso y tierno nidito de amor construido por sus padres, acompañados de sus abuelos y tíos.

La pequeña HyeMin sería una bebé privilegiada. Y no por el contexto de ser hija de un admirado médico o por ser hija de una mujer que milagrosamente con un cáncer terminal pudo llevarla en su vientre, al contrario. Ella sería privilegiada por crecer dentro de una familia que ya la amaba, antes de que supieran de su existencia.

YeJi extendió su mano hasta el borde de la camilla. Estaba prácticamente a un paso de ingresar a pabellón, pero al momento de hacer palpación vía vaginal, el médico de urgencias se dio cuenta de que aún no llegaba siquiera a los 10 centímetros de dilatación, por lo que el canal de parto estaba en fase de extenderse quizás en unas horas más.
Seonghwa tomó entre sus manos, los finos y delgados falanges de la contraria, dando un leve apretón en estos. YeJi sonrió, mostrando aquellos hermosos dientes que eran una de las tantas perdiciones de ella que generaban que Park perdiese la cabeza. Ambos curvaron sus labios en los costados, sonriendose mutuamente, como dos adolescentes acaramelados y enamorados.
La camilla se encontraba en una sala contigua al pabellón, en donde debía de esperar a que su organismo se adaptara a las circunstancias y se diera el vamos para el parto. Un parto normal o por vía natural era lo que deseaba la chica.

- ¿Te ayudo a levantarte?- ella negó rotundamente- cariño, si caminas alrededor de la sala, ayudará a que te dilates y HyeMin salga mucho más rápido- el pelinegro quería ayudarla, pero ella era tan obstinada como siempre.

- Lo haré solita- sonrió y sujetándose de las barandas de la camilla, logró quedar en pie. Se colocó las zapatillas de levantarse que Yeop le había entregado a Park unos minutos atrás.
Al menos YeJi estaba un poco más lúcida y no tan mareada, viendo todo girar como unos instantes atrás.

- WooYoung está afuera esperando... ¿te duele mucho?- preocupado, ante la mueca de dolor de su pareja, se colocó al lado de ella, sujetando sus caderas con ambas manos.

- Son las contracciones... Hwa, en la mañana ya estaba así, pero jamás pensé que tu hija fuera adelantarse- otra contracción hizo su aparición, pero fue ignorada por YeJi, quien aún estaba en pie- hubieras visto como saltaba en la cama, hasta que... creo que me desmaye- Park asintió- después no sé que ocurrió, solo escuchaba los gritos de Woo.

- Sangraste, pero es algo normal creo... te hubieran hecho cesárea, pero el médico cree que estás en condiciones para lo otro... por ello debes dilatarte- asintió ante lo último dicho, para nuevamente volver a caminar, aunque ahora con ayuda de Seonghwa.

Aunque se diera fuerzas y una valentía que nadie sabía de dónde sacaba, YeJi sentía un enorme cansancio. Le costaba respirar y su pecho apretaba. Creía que alguien tomaba su corazoncito entre sus manos para apretarlo y dejarla sin aire. Y con la idea de que Park no notase esto, sonreía a medias.
Pero todo dió vueltas a su alrededor, notando al bello pelinegro que estaba delante suyo verse un tanto borroso. Como si tuviera un aura a su costado, y con suerte entendía su habla. Era un indicio de que prontamente se desmayaria. Su lengua estaba atorada y le era imposible efectuar palabra alguna... ¿Cómo ocurrió esto? Estaba caminando y parloteando como un gorrión recién, de manera normal ¿no? ¿Era un sueño? Sus extremidades inferiores flaquearon, como si fueran una gelatina.
Gelatina de fresa, eso comería luego de parir a su bebé. Si señor, eso si que sí.

YOU (Choi San, ATEEZ).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora