10.

192 11 0
                                    

Me desperté una hora antes de lo pronosticado. Hoy tenía que ir temprano al hospital. Una flojera total. Una flojera de enorme tamaño.

Como cada mañana o más bien, como cada día, me duche y me vestí respectivamente para alistarme. Trate de ponerme ropa abrigadora y cálida, porque según la señora del tiempo, para hoy habría un poco más de frío que los días anteriores. Espero que logre acertar de manera correcta.

Ordené algo mi dormitorio, y bajé las escaleras para encontrarme en la cocina a mamá. Ella aún estaba en pijama, preparando el desayuno con una cálida sonrisa, con algunas tostadas y un delicioso aroma a café. Mi estómago ya rogaba por alimento.

Tomé asiento junto a ella, sumido en un silencio profundo, tranquilo pero que a ratos se notaba la tensión.
Creo que podría llegar a cortarse el ambiente con una cuchilla y partir todo ese momento en dos.

-¿Vas a ir temprano?- me sacó de aquel trance con su voz, aquella voz melodiosa para mis oídos.

-Sí mamá, iré temprano- asintió bebiendo un sorbo de café.

-¿Puedes llevar esto?- y de un momento a otro se colocó de pie.

Camino hasta la alacena, para sacar desde un mueble, una pequeña caja celeste con una rosa de papel azul.
Al pasarme la caja, la moví algo brusco para ver su contenido, a lo que mamá me golpeó la mano.

-Deja eso tranquilo, vas a dañar lo que hay en su interior.

Y con eso, no molesté más ni a mamá, ni a la caja mágica, porque sabía que si llegaba a molestarla, la chancla haría acto de presencia.




-Hola- me saludó con un fugaz abrazo.

En ese breve instante, sentí mariposas en mi estómago. Esperen... ¿Mariposas? Extraño a mi parecer, porque jamás había sentido esa sensación, nunca en mi vida.

-Hola... ¿estás bien?- pregunté algo bajo.

-Bien, bien, bien- se creé disco rayado al parecer- toma, es para ti.

Y me pasó una pequeña barra de chocolate.  Con una sonrisa y un "gracias" de mi parte, comenzamos a caminar durante algunos minutos hacia nuestro destino. Teníamos pensado ir en la tarde, pero mamá me dijo que mejor fuera en la mañana.
Llegamos a la parada de autobuses, esperando que pasara luego el transporte. Sin embargo, llevábamos ya unos diez minutos, no pasaba nunca un bus y mis manos se congelaban. Como tonto que soy, no saqué mis guantes. De un momento a otro, YeoSang colocó sus manos sobre las mías, brindándole a ellas una mejor temperatura. Una calidez inexplicable rodeo ambos miembros. Sonreí por lo bajo, tratando de esconder mi sonrojo. En realidad, este chico me enamoraba de a poco. Pero, admitía que muchas veces lo veía como el hermano que nunca tuve. Aunque tenía a YeJi, era masculina y ruda de pronto, pero era mujer. Amaba el rosa y eso no pegaba entre nosotros.

Levanté la vista un momento, a lo que nuestras narices quedaron rozándose levemente. Sentía su respiración cálida chocar con mi rostro. De a poco, lentamente comenzó acercar sus labios a los míos, lográndolos sellar en un delicado beso. Tímido, como un beso de niños de cinco años, pero que para mi gusto, una sensación inexplicable.

Sin pensarlo, enrrollé mis manos alrededor de su cuello, atrayéndolo más hacia mi anatomía y con ello, profundizando aquel beso, aquel primer beso dado por Yeo. Sus movimientos elocuentes, lentos y apasionados me colocaban la piel de gallina. Hasta que por falta de aire, nos separamos.

-Te quiero WooYoung- susurró, de manera tierna.

-Y yo a ti, YeoSang- sonreí algo cabizbajo- pero yo...

-Eh... Woo, ahí viene el autobús.

-Es que siento que debo decirte que yo te veo como un... - no me dejó terminar, puesto que fui interrumpido.

-Tiempo al tiempo Woo, dejemos que fluya y nada más.

Y de la mano, nos acercamos a la acera, para luego subir al transporte, pagar nuestro pasaje y sentarnos al final, juntos de la mano. Aunque la mía, sudaba demasiado.

-Hola YeJi- corrí hacia su cama y me lancé sobre ella, a lo que mi hermana solo reía.

-Mi Woo, te extrañe demasiado- me abrazaba como a un peluche felpudo- hola YeoSang.

Lentamente Yeo se acercó a YeJi, para saludarla con un beso en la mano, a lo que ella como reacción solo se sonrojó y le tiró un beso algo coqueto. Eran un par de locos.

-Eh... YeJi, mamá te mando esto- le extendí la caja que mamá mandó especialmente para ella.

-¿Es para mí?- me emocionó ver a mi hermana mayor, con sus mejillas sonrosadas y sus ojos brillantes, llenos de anhelo por aquel obsequio de mamá.

Le entregué aquella caja, momento en que ella solo se mordía su labio, típico de ella. Era su reacción ante cualquier regalo.
YeoSang por su parte, se acercó lentamente hacia mí, para pasar sus largos brazos alrededor de mi cintura, y abrazarme. Era adorable. YeJi al encontrarse con lo que había en la misteriosa caja. Eran donas. Las favoritas de mi hermana.

-Son donas, donas, donas- repetía saltando en la cama.

-Sí YeJi, sólo para ti pequeña- YeoSang sonreía ante el rostro lleno de felicidad de mi hermana.

-¿Quieres?- habló de pronto YeJi, extendiendo una dona- están deliciosas Woo.

-negué- no YeJi, mamá las hizo sólo para ti, para su princesa mayor.

-Eres un mentiroso, mamá nunca hace tantas...-infló sus mejillas, estaba molestándose por lo que terminé aceptando.

Lamentablemente, la hora de visita, pasó volando, rápido y sin poder darme unos minutos adicionales con mí hermana. Tras despedirme, sentí un vacío enorme. En unos días más empezaría si o si con quimioterapia, y eso me preocupaba. Admitía que sentía un enorme miedo en lo más profundo de mi ser. De ello mi dependía, su vida colgaba de un hilo. Quería ver a mi hermana viva y feliz.



-Necesito ir al baño- le dije a YeoSang, mientras él se sentaba para abrochar los cordones de sus zapatos, que como respuesta solo asintió.

Mientras caminaba en dirección al baño, a lo lejos observé un rostro muy conocido. Era Choi San, quien llevaba una bolsa que al parecer era de un supermercado. Caminaba despreocupado, bebiendo una lata de bebida ¿No debería estar trabajando?

La duda me mataba, por lo que cuando vi que caminaba en dirección a donde me encontraba, me acerqué hacia su persona.

-Hola Choi- hablé serio, a lo que él solo me miró, con sus labios finos y rectos.

-Hola Jung- me saludó frío- voy apurado, y no puedo hablar contigo, pero YeJi aún tiene terapia conmigo por si eso quieres preguntar.

Sin chistar, desapareció rápidamente. Mi campo visual lo perdió tras desaparecer detrás de una pared que daba a las escaleras del sector de oncología y hospitalización.

Camino a casa, iba charlando con YeoSang sobre las donas de mamá, ya que, él igual pudo degustar esa delicia. Estar con Yeo, era mágico. Disfrutaba cada momento a su lado, sus abrazos, su voz... Todo de él era perfecto. Pero, una parte de mí no quería desarrollar sentimientos de mayor envergadura.

-¿Estas escuchando?- me sacó de aquel trance YeoSang, con una leve sonrisa.

-Sinceramente no, es que...-las palabras no me salían, se atoraban en mi boca- estaba pensando en...

Y con un beso por parte de YeoSang, logró sellar mis labios.

🌻🌻🌻




YOU (Choi San, ATEEZ).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora