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- ¿Irás este fin de semana preguntaba YeoSang, quien hablaba con la boca llena de pastel de chocolate.

- No me lo perdería por nada Yeo, además quiero comer pastel.

- Eres una glotona Jung YeJi- sonrió el primero.

Ambos amigos se encontraban en una cafetería, cerca del punto neurálgico de Busan. YeJi bebía con suma delicadeza un tazón de chocolate caliente, puesto que este, se encontraba bastante cálido para sus labios. Por otro lado, YeoSang, se encontraba arrasando con su pastel, así como, con el de YeJi, que constaba de un pie de limón.

La tarde era cálida aquel día, todo se veía a simple vista como algo armonioso y que iba bien. Sin embargo, la chica sentía leves espasmos recorre su cuerpo.
Puede que uno sonría, con el propósito de dar a observar algo normal, el famoso "todo está bien" y evitar posibles problemas o dramas a futuro; y con ello preocupaciones a terceros, como su familia. Decidió ignorar aquellas molestias por un momento, con la idea de disfrutar la compañía de su amigo y ahora cuñado, más allá de arruinarle la tarde a él.

Cuando decidieron dar por finalizada su tarde, se encaminaron al apartamento en donde actualmente residía YeJi junto al hermano de Yeo, Seonghwa.
El aire tibio acariciaba el rostro de ambos, sus cabellos generaban cierto grado de interacción con el soplar del viento, por lo que este, tendía a moverse. Algunos cabellos se dirigían a la boca de ella, por lo que YeoSang reía a carcajadas al ver como su amiga luchaba incansablemente contra ello.
Pero no todo era de color rosa, puesto que alguien los observaba a la distancia. Meticulosamente, oculto detrás de un paradero de autobuses, con su vestimenta negra de pies a cabeza; y de cabellos rojizos como el fuego de una fogata, analizaba detenidamente a los individuos que caminaban de manera tranquila y lenta por aquella calle, de vez en cuando, deteniéndose frente a las vitrinas de la diversas tiendas y locales que se encontraban allí.
Con la cámara de su celular, captó algunas fotografías, aquellas que posiblemente serían otorgadas a un tercero o que vaya a saber uno. Su psicopatía era algo que a muchos les llegaría asustar. Pero como nadie notó su presencia, nadie se preocuparía.

Tras no más de treinta minutos de caminata, risas y conversaciones privadas, llegaron al Hall central de los apartamentos grises vidriosos que se montaban frente a sus ojos. Por la hora, se suponía que Hwa ya había llegado a su morada.
Con un beso y un abrazo, ambos amigos se despidieron, procurando hablarse vía mensaje de texto.

Tras subir por el ascensor y llegar a la puerta de madera, insertó el código de seguridad para poder ingresar. Su nariz captó un dulce aroma a vainilla y frutillas, algo que logró generar un gruñido de su estómago. Sonriente, llevó su mano derecha para acariciar su pequeña pancita, con movimientos circulares y apacibles. Un paz y una enorme tranquilidad inundaba aquel momento, el cual, prontamente se vio interrumpido al ver a Seonghwa delante de ella, con una cálida y bella sonrisa, acompañada de aquellos oscuros y profundos ojos marrones; y su cabello negro como la noche. Era la perfección en persona aquel chico, como diría WooYoung "¿De qué pastelería se arranco aquel suculento pastelito?". Ni ella misma, sabia el porqué.

Acercándose como un León acecha a su presa, rodeó su cintura con ambos brazos, acercando sus esponjosos labios rosados a los belfos ansiosos y deleitosos de sed de la contraria. Un beso lento y seguro, lleno de amor y un toque de coquetería, tenía a la chica prácticamente con su cuerpo entre las nubes.

- Eres hermosa cariño- susurró Seonghwa, mientras ahora, devoraba el cuello de la chica. Besos tiernos y húmedos eran depositados sobre aquel blanquecino trozo de piel.

- Tú... eres delicioso- comentó YeJi, mientras que con sus manos, exploraba la espalda del chico.

A pasos torpes, se dirigieron hacia la habitación que ambos compartían, la cual se encontraba iluminaba tenuemente por unas velas que se encontraban encendidas sobre la cómoda que había en una de las paredes. El ambiente romántico y único daba la sensación de que Seonghwa se estaba empeñando en que todo saliera a la perfección. Era un romántico. Era único.

Con sus manos delineó la cintura de YeJi, rozando su piel por debajo de aquella blusa blanca de botones plateados, al igual que su barriga. Park se colocó de rodillas frente a ella, acercando su rostro a la pancita donde descansaba el pequeño ser que se albergaba allí. Su hija o hijo, como relataba él delante de cualquier persona que se cruzara por su camino.
YeJi alargó sus brazos en dirección al cabello de él, envolviendo entre sus delgados falanges. Una cálida sensación albergó a su cuerpo, en cuando sintió que sus pantalones descendían por sus muslos y piernas, quedando en el suelo. Las manos de su pareja, acariciaban estas a lo largo y ancho, cada espacio era tratado con tal grado de delicadeza, que hasta los mismo escultores de grandes obras artísticas quedaban más abajo de los talones de Seonghwa.

Un suspiro, o más bien un gemido, se arrancó de sus labios, en cuando sintió que uno de los dedos de él acariciaban por sobre la tela de su calzón su sexo. Dio un respingo al sentir como un beso era depositado allí.
Siendo encaminada hacia la cama, se dejó caer sobre ella como si de una flor se tratase. La delicadeza era una cualidad de Park Seonghwa. Lo adoraba, añoraba ser suya en este preciso instante.

Las prendas desaparecían con el pasar de los segundos y minutos que transcurrían dentro de aquellas cuatro paredes. Los besos que dejaba sobre sus senos y luego alrededor de su aureola, era una sensación exquisita y embriagadora.
Sus dedos recorriendo su cuerpo. Los besos sedientos de querer más y más rozando cada espacio de su carne. Sin decir más, Seonghwa fue bajando a lo largo de su pecho y abdomen, hasta llegar a su pelvis.

Sin percatarse, la primera lamida que dio por sobre el monte de Venus, hizo que se derritiera por dentro. Su lengua fue bajando tortuosamente hasta llegar a sus pliegues, los cuales fueron separados por los dedos del mayor, para luego, trazar líneas imaginarias con aquel músculo rosa y flexible. Era el mejor oral de su puta vida.
Gemidos acumulados florecían y brotaban de sus labios, uno tras otro, salían desesperadamente.
Quería más, más allá de una lengua y un par de dedos que exploraban su vagina al compás de la música que sonaba bajita en aquella habitación. Sentía su abdomen apretarse, sabía que pronto llegaría al punto culmine de esa noche de pasión.
Sin embargo, cuando observó a Hwa detenerse para ponerse de rodillas frente a sus piernas, sintió sus piernas ser acariciadas lentamente, hasta abrirlas y poner su cuerpo a disposición del contrario. Acercando su cuerpo al de la fémina, con su mano izquierda, tomó su miembro para subir a lo largo y ancho del falo. Era tan excitante la imagen, que YeJi sentía que se mojaba cada vez más con aquella fotografía que quedaría en su mente para siempre.
Acercó su pene a la entrada de la chica, dejando un tierno y suave beso en la frente de ella, para posteriormente, introducirse lentamente. Un gemido brotó de los labios tanto del pelinegro como de ella, dando paso positivo a que las embestidas fueran continuas y aumentando con el pasar de los segundos.
Una fina capa de sudor, se formaba en ambos cuerpos, los cuales chocaban al compás de los movimientos de cintura que ambos ejercían.
De un minuto a otro, Seonghwa sintió que su miembro era apretando levemente por el interior de su pareja. Sabía lo que se avecinaba.

Sin decir palabra alguna, y solo por medio de pequeños susurros que proclamaban el amor que sentía por Jung, aumento la velocidad y cierto grado de profundidad de las penetraciones, pero teniendo cierto grado de delicadeza por la presencia de su bebé.

Sentían sus cuerpos vibrar, el orgasmo se avecinaba y en un cerrar de ojos, Hwa inundó con su semilla el interior de YeJi. Entre sus brazos, rodeaba de una cálida sensación a la contraria. Besando su coronilla, sus mejillas y labios, y dando las gracias por compartir aquel momento tan romántico.

- Te quiero tanto cariño mío- besó sus labios, introduciendo su lengua en el interior de la boca de la chica, quien gustosamente lo recibió con los brazos abiertos.

Las caricias recorriendo su cintura y su pancita, eran la mejor sensación del mundo. Era algo único. Algo especial.

- Y yo a ti amor- respondió ella en medio de aquel beso.

Un beso lleno de sentimiento y por sobre todo, de amor.




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Bueno, primero que todo, espero que les esté gustando el camino que esta llevando esta novela.
Como me refirieron por interno (no diré el usuario que fue), una cosa es que el personaje principal de la novela haya sido San, pero quien escribe puede dar cuantos giros tenga según su imaginación y el curso que le quiera otorgar. Por ello, pido respeto ante mi trabajo. Puede que les guste o puede que no, pero si van a criticar, yo recibo todo tipo de críticas, pero si solo serán negativas, mirando casi en menos lo que uno hace, mejor no lo hagan.

Gracias, Daniela🎈

YOU (Choi San, ATEEZ).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora