Epílogo n°2.

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Fumaba un cigarrillo, y exhala aquel humo sofocante para muchos, pero que para él, era la delicia más grande que pudiera existir. Sonrió, y aquellos belfos rosados, se alinearon en una final línea recta, pero curvada en los bordes.
Botó las cenizas del cigarro en el gris pavimento de aquel sitio. Decía claramente "no fumar", pero a él le valía una mierda.

¿Qué le iba a preocupar el resto de los individuos? ¿Alguien estaba al tanto de él? ¿Se preocupaban por su salud?

Patrañas. A sus cincuenta y dos años, Choi San no tenía a nadie que se preocupara por su mínima existencia. Era un individuo más en la tierra. Siquiera su ex pareja y madre de sus hijos, se preocupaba por él.
Jennie vivía en su mundo, prefería estar bien ella misma que velar por los otros. Una individualista y egoísta de primera. Pero nada de ello notó San, cuando se fue con ella. Si YeJi no lo hubiera rechazado aquella vez que la visitó en el hospital, a lo mejor serían la familia feliz... ¿Familia feliz? Se estaba muriendo y pudriendo en carne viva. El que ella no quisiera reconocerlo, ya era otro tema o como dirían "harina de otro costal".

¿Y sus hijos? Choi TaeYong y Choi Lucas... No sé acordaban de su padre ni cuando iban al baño, al contrario, lo llamaban solo cuando requerían de algún favor. Como en este caso, dinero. Y San, les daba algo como una mesada, para evitar que lo molestaran hasta altas horas de la madrugada llamando a su teléfono celular.

Sonriendo irónicamente, apagó lo que quedó de su cigarrillo, botando y pisando este.
Se levantó y limpió un poco con la palma de sus manos la parte trasera de sus pantalones.
Emprendió su camino en dirección a la puerta principal del recinto hospitalario. El mismo, donde hace décadas atrás trabajo y cumplió su labor como psicólogo. Aunque aún ejercía su profesión de base, pero a diferencia de años anteriores, en Daegu fue en una consulta psiquiátrica de menor envergadura. Y por el momento, estaba en un consultorio comunal. Algo más pequeño y ligero de carga laboral.

Observó la zona de recepción, pero no halló cara alguna de las que conocía o que su retina hubiera grabado. Solo había una chica junto a otra conversando y ordenando carpetas. Pan de cada día.

- Buenos días, ¿Qué necesita?- habló una pelinegra en cuanto él se acercó al mesón.

- Hola... Buenos días, vengo a una cita al médico, la agende días atrás vía telefónica- ella asintió, mientras movía el mouse y observaba la pantalla del computador.

- Necesito su nombre y su cédula de identidad.

- Choi San y tomé- buscando en su billetera, encontró dicho documento, tendiendo este en dirección a la mujer enfrente.

Luego de buscar y corroborar la información, y hacer oídos sordos al nombre de su médico tratante, se despidió afectuosamente para subir por las escaleras hasta el segundo piso.
Debía de reconocer que dicho lugar había cambiado. Era mucho más vistoso y cálido a la vista de los pacientes, dando cierto toque de confianza gracias a los tonos blancos, cremas y amarillos por doquier. Sus zapatos resonaban a lo largo y ancho del pasillo, para luego tomar asiento y esperar a que su nombre sonara por los citofonos.

Mientras movía sus pies a cierto grado de compás, a lo lejos su vista se desvió y quedó a tal grado de impacto, que siquiera parpadeo.
Una chica de no más de veinte años, con un traje azulado y cabello castaño tomado en una coleta alta, caminaba en su dirección. Entre sus manos, una carpeta con muchos papeles, suponiendo que eran fichas clínicas de los pacientes.

Sus labios algo abultados y rosados, tiernos y delicados; así como su fina nariz... Esos rasgos le eran muy parecidos a una persona ¡A YeJi!
Incluso cuando sonrió, era idénticamente a ella. Es como si su cuerpo se imprimó en otro con el paso de los años. Dudaba de la reencarnación, pero es que ¡Era muy idéntica! ¡Casi dos gotas de agua! Claro, exceptuando por sus ojos felinos y llamativos a la vista de cualquier chico.

YOU (Choi San, ATEEZ).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora