9.

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-¿Amaneciste bien?- preguntaba WooYoung , y a su lado, YeoSang; quién me observaba algo expectante.

Según mi instinto de hermana mayor, estos dos se traían algo entre sus manos. Estaré enferma, pero tonta e ilusa, no mis niños. A mi no me engañan y jamás pasará algo por entre mis ojos sin haberlo analizado previamente.

-Estoy bien, dormí bien- respondí con una sonrisa- me siento mejor.

-YeJi, mamá no duerme de tanta preocupación- Woo enlazó sus manos, algo cálidas con los témpanos de hielo que tenía yo como manos. Me sentía segura a su lado.

-Si sé, pero ella es fuerte y dile que estoy bien- él asintió levemente- ¿acaso ves qué este agonizando?- negó- tranquilo hermanito, aún no me iré de su lado.

-No digas tonterías YeJi- comentó este último sonriendo.

Desde una mirada rápida que hice, en el momento en que mi hermano me abrazaba, Yeo lo observaba con sus ojos llenos de ternura. Creo que si llego a desaparecer, mi WooYoung quedaría en buenas manos.

-Yeo, ya es hora de irnos- comentó WooYoung, agarrando su mochila, para posteriormente colocarsela.

Ambos se fueron y quedé, sola en aquella habitación.

Ya eran las seis de la tarde y con ello, el horario de visitas se acababa. Podían venir en la mañana, desde las once hasta doce y media; para venir luego de cuatro a seis. Al menos, aquel reloj colgado a la muralla, me permitía saber los horarios y con ello, poder memorizarlos.
Pero en el momento que veía a mi hermano salir por aquella puerta junto a mamá o a YeoSang, me bajaba la tristeza. Un enorme nudo en mi garganta se formaba. Y con ello, las ganas de llorar, eran inmensas. Me sentía sola entre esas cuatro paredes blancas. Tenía televisión en mi habitación, pero de igual manera el día se hacia eterno, aburrido y a ratos tristes. Las únicas veces que salía de la alcoba era para los exámenes de rutina o cuando venía MinGi, quien me sacaba a caminar por los pasillos, porque según él "debía fortalecer mi musculatura".
Al menos sus chistes fomes, lograban sacarme una sonrisa.

Eran ya las nueve de la noche, y según la enfermera que venía a supervisar si todo se encontraba en orden, debía dormir para recuperar fuerzas. Gran frase de ella, denle un aplauso y un premio por favor.

Me movía a cada instante en la cama, desde girar para quedar de lado, observando la pared o girándome nuevamente, para mirar el techo. No podía conciliar el sueño. Estar prácticamente todo el día en la cama, aburría en cierta manera. Sentía mis piernas acalambradas, cansadas y a ratos tiesas, sin ninguna posibilidad de movimiento. Si no llevo mal la cuenta, llevaba ya tres días internada en el sector de oncología. Solo una vez al día recibía la visita médica del odioso Dr. Park. A mamá le encantaba, lo encontraba varonil, educado, respetuoso y todo un cerebrito en temas de medicina. Prácticamente mamá se calentaba al ver a Seonghwa. Pero para mí era todo lo contrario. Con tan solo mirar su rostro de porcelana, me daba la mínima impresión de que debía de usar cremas corporales para su rostro. Tiene pinta de vanidoso.

Mientras pensaba en todo aquello, de un momento a otro, sentí mis ojos pesados, con unas ganas inmensas de querer cerrarse y así, poder descansar de todo esto. Sin embargo, escuché que la puerta se comenzaba abrir lentamente, de manera cautelosa y minuciosa. Cerré por inercia mis ojos, para que a primera impresión, se les viniera a la mente que estaba en un plácido sueño. Pero la persona que ingreso, no se fue inmediatamente.

Intente tranquilizar mi respiración. Por un momento, tuve miedo de que ocurriera lo mismo que en las películas de terror o drama, en la que un personaje mientras duerme es asfixiado con una almohada por parte de otro personaje de la cinta. Toda una locura por cierto.

Mi respiración se paralizó y creo que me dio un infarto cuando sentí que a los pies de mi cama, se sentaban y suspiraban de manera relajada.

-YeJi, sé que estas despierta- su voz me dejó perpleja. Era él- no soy tonto, mis años de experiencia me ponen sobre ti Jung.

"Jung", esa frase era de él. Choi San.

-Bájate inmediatamente de mi cama San- me levanté, para quedar sentada, dejando mi espalda acomodarse en el respaldo.

-¿Cómo estás?- cínico, no ha venido a verme hace bastante tiempo.

-No has venido desde que caí en el hospital, ahora vienes a preguntar " ¿cómo estas? ".

-Vengo hacerte compañía, no para que me regañes o recrimines mis actos- sonrió de lado. Eso me, encantaba, muchísimo.

De a poco, se comenzó acercar hacia mí, a paso firme y sin alguna gota de duda. Sentía su respiración rozar mi cuello, hasta que sobre este depositó su cara lentamente. Durante unos minutos, solo sentía el peso de su cabeza y su respiración tranquila, pero que a ratos causaba cosquillas en mi piel.

Pero con tan solo pestañear, en un dos por tres, tenía los labios de San unidos a los míos. Un beso tímido, pero cálido. Un beso tipo San.

Se separó un instante, para darme una sonrisa sincera. Acarició mi mejilla derecha con su pulgar, mientras que su otra mano, se encontraba apoyada en mi espalda baja. Sin que yo quisiera, le dedique una sonrisa, a lo que él volvió acercarse para besarme esta vez, pero con mayor sed de besar. Sus labios se movían sobre los míos en un vaivén lento, pero seguro. Le seguía el ritmo, siendo esta, la primera vez que lo hacía. Aquellos belfos rosados me tenían loca.
Nuestros labios se mezclaban en una danza única y perfecta. Sentir los labios Choi San, eran simplemente el mejor placer que me podía dar la vida. Debía disfrutar estos pequeños momentos.
Por falta de oxígeno nos separamos, observando por mi parte sus ojos, llenos de pasión y sus mejillas con un leve sonrojo.

-San...- vacilé un instante antes de ir directo al grano- ¿qué somos realmente?

De un momento a otro, se levantó de la cama, para acercarse a la ventana. Volvió actuar como la vez anterior. Sentí su lejanía, sus ganas de querer irse, pero las dudas y enredos que había en mi mente, no me dejaban tranquila. Quería llorar. Aquellas malditas lágrimas del demonio, ya quería hacerse presente. Debía aguantar, eso YeJi. Debía preguntar primero, debía solucionar mis dudas. Lo hice, Jung YeJi quiso resolver su problema, su lío o su dilema, pero cada vez que le decía algo a San después de que me besara, él se alejaba, dejando un gran vacío en mi interior. A ratos, llegaba a sentirme utilizada. Dolía, dolía mucho.

-¿Qué somos? Eso quieres saber ¿cierto?- habló de pronto, logrando sacarme de un breve trance.

-Eso mismo pregunté San- volvió acercarse a la cama, sentándose en el mismo sitio que estuvo anteriormente.

-No lo sé Yeji, me da miedo volver a decirte "me gustas" y que vuelvas a desmayarte- lo observé por debajo del pequeño flequillo que se formó en mi pelo- soy psicólogo, no un oncológo que pueda ayudarte con tu enfermedad.

-Entiendo- en ese momento sentía un enorme nudo en mi garganta.

-Pero, quiero ser la persona que este contigo durante todo esto, si tú quieres.

Quiero ser tu hombro de apoyo, quiero ser alguien que esté a tu lado siempre.

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YOU (Choi San, ATEEZ).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora