4. Huyendo de mis sueños

942 63 6
                                    

Estoy corriendo. Mis pies van uno delante del otro, velozmente. Giro mi cabeza hacia atrás, para saber de lo que estoy corriendo. Fue el peor error que pude cometer. Siempre he dicho que nunca hay que mirar atrás, pero jamás he sido buena siguiendo mis propios consejos. Un lacerador viene detrás mío, casi pisándome los talones. Volteo mi cabeza hacia el frente una vez más, y me empeño en correr más rápido. Intento concentrarme en otras cosas, como el sonido de la suela de mis zapatos al correr, el impacto sacudiendome desde los huesos, o los rápidos latidos de mi corazón. Intento imaginarme la sangre bombeando a través de todo mi cuerpo, pero es en vano. 

Sólo puedo pensar en una cosa: voy a morir. 

Desde aquí puedo ver las puertas abiertas, pero ya comienzan a cerrarse. No, solo un poco más, pienso. Doy un vistazo detrás mío, el lacerador aún más cerca de mí. Faltan unos cuantos metros más para llegar. Puedo lograrlo.

De repente, me quedo estática, mis pies no se mueven de lugar y finalmente puedo escuchar mi respiración agitada. Intento hacer que mis pies se muevan pero no consigo lograr mi objetivo. Necesito moverme. Volteó hacia atrás y veo una vez más al terrible monstruo que me me acecha. Un grito de aquellos que hielan la sangre sale de entre mis labios. Intento despegar los pies del suelo. 

Los últimos 3 años que he vivido en el Claro pasan frente mis ojos en cuestión de milisegundos. Desde la vez que vi a las chicas salir de la caja, hasta cuando llego Beth. Me doy por vencida. Ojalá las chicas logren salir de éste estúpido laberinto. Sé que lo harán.

Siento el aguijón del lacerador penetrando mi pecho.

Lanzo un grito ahogado, desperté. Tengo la piel helada y estoy empapada de sudor frío. Adrenalina corre por mi cuerpo, mis respiraciones están muy aceleradas, hasta que me calmo.

—¿Qué te pasa? —me pregunta Claire, frotándose los ojos con la parte de atrás de su mano y bostezando suavemente.

—Otra pesadilla... Duerme otra vez, sigue siendo de noche —le dije. Y con eso se fue a dormir.

Se preguntaran que pesadillas. Han pasado 3 años desde aquella noche que vi al lacerador, tengo pesadillas... si, desde hace 3 años. Me marcó.

También se preguntarán que ha pasado en 3 años. Llegaron mucho más chicas, hicimos reglas, como una "comunidad", si se le puede llamar así. Hay nuevas chicas al mando, y yo renuncié, porque yo siento que no sirvo para eso, así que me quedé con mis corredoras; Claire, yo, y una chica nueva llamada Audrey. Las líderes del Claro son Harriet y Sonia, también llegaron después. También tenemos organización, al fin.

Malditas pesadillas, siempre me quitan el sueño, y ahora, en la madrugada. No me queda más que pensar. Iré a robar comida de la cocina, como decía... Hay más organización y hay cocina, la mejor cocinera del mundo es Marilyn.

Me paro de mi hamaca sigilosamente, sin pisar ninguna chica, esquivando las cuerdas que cuelgan del techo. Diviso la cocina en el claro, ya que todavía es madrugada, apenas se ven las cosas, así que empiezo a caminar, y entro sigilosamente. Genial, no hay nadie. Me pongo de puntas para alcanzar un estante con... galletas, eso eran. Me puse a comer, estaban tan deliciosas, "gracias Marilyn" pensé. Pasaron unos minutos, y yo seguía metida ahí, robando comida. Decidí salir e ir a la sala de mapas, había olvidado que hoy debo ir, no es día de descanso. La sala de mapas es una cabaña con una maqueta del laberinto que hicimos en estos años, y mapas claro; el laberinto cambia cada noche.

Salí y lo menos que me convenía acababa de pasar.

—¡Hey, Leiah! —era Marilyn. Mierda.

—Eh... ¿hola? —dije en voz baja.

—¿Qué estabas haciendo en  cocina?—hizo notar el énfasis en "mi". Doble mierda.

—Tuve pesadillas y fui a agarrar comida, ya me iba a la sala de mapas... —sinceridad ante todo.

—¡Maldita slint-head! ¡Por eso no me dura la comida!-me gritó, y como Mary me daba miedo en ese estado, arranque a correr a la sala de mapas. Me fijé que me había lanzado un cuchillo, lo tomé y lo guardé. Ahí se fue tu cuchillo, cariño.

Llegué agitada, al menos no era una gorda sin condición física, sabía lo que era correr. Me senté en la mesa y empiezo a meditar en los mapas, como en trance, cuando alguien llega.

—¡Leiah! —llega Audrey. La pelirroja me abraza de atrás y yo sólo me sobresalto, soy muy distraída a veces.

—Hola Audrey... sabes, debes de dejar de hacer eso—le digo y ella se suelta, arrastra una silla y se sienta a lado de mi y hace lo mismo con los mapas. Ya era rutina todo esto. Miré la hora que era, ya eras las 7 am, el tiempo pasó muy rápido. Era la hora de ir al laberinto, por fin.

—Audrey, vamos por Claire y nos vamos —dije. A veces siento que me he vuelto fría, pero bueno, esas cosas pasan si estás en un lugar así. Ella sólo asintió y salimos.

Llegamos a donde estaba, seguía dormida y como de costumbre, roncando suavemente, como la primera vez que durmió a un lado mio.

—Hey astilla ¡despierta! ¡Ya es tarde!—le dije a Claire riéndome y agitando su hamaca.

—Ya voy...—dijo o mejor hizo. Y con un movimiento sarcástico de manos se paró y se fue a cambiar. Regresó con botas, cosa que se me había olvidado ponerme, y fui e hice lo mismo. Era hora de salir.

Trotamos a la puerta norte, donde se estaba abriendo. En eso oímos una voz chillona, era Beth.

—¡Chicas! ¡Esperen!—era ella definitivamente. Beth es una niña de al menos, 12 años... y ella es la novata más reciente -recuerden que hoy llega otra, lleguen temprano, suerte- dijo con dulzura. Sinceramente, era buena niña, aunque se metía en problemas con Harriet y Sonya. Y se fue, no se ni a donde. Y sinceramente no recordaba que ya había pasado un mes de que ella llegó, hoy hay nueva greenie. Entramos al laberinto, Claire, Audrey y yo, trotando. Hoy se abría la sección 3.

—Señoritas, ya saben lo hay que hacer, nos vemos aquí en una hora. Recuerden, sean cuidadosas y no mueran —finalicé.

Corre [SG #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora