6. ¿Y mis corredoras? #1

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Desperté. Dormí genial, hoy podría abrazar y besar a todas las clarianas, pero no, querrían desterrarme o algo así. Vi que en el homestead no había nadie, de seguro desperté muy tarde. Y si, tenía mucha hambre, miré la hora. Que tronca, ya me quedé sin nada, pensé, eran las 11 am. Me paré rápido y fui a las duchas. 

Si había duchas, los creadores se apiadaron de nosotras. Literal, corrí a bañarme, me di una rápida ducha, sequé mi cabello rebelde y me vestí. Sinceramente en mis 3 años de experiencia, era la primera vez que me paraba tan tarde, y no me la creía. Me dirigí a la cocina, y ahí estaba Marilyn, haciendo no sé que. El lugar estaba sólo, ya todas habían desayunado y no divisaba a mis corredoras ni a Chris y a Izzie, que siempre estaban juntas.

—Marilyn, cariño —imité la voz de Claire—¿sabes dónde se encuentran mis corredoras?

—Sinceramente no, no las he visto en toda la mañana, ni las vi entrar al laberinto—dijo Mary como si fuera algo normal. Bufé y me fui de ahí a buscarlas, se me quito el hambre. Encontré a Chris, Izzie y Beth, decidí preguntarles.

—¡Hey ustedes tres!—alargué la "s"—¿Han visto a las corredoras?

— ¿Las corredoras no se han ido? No las vi temprano, no les pude dar suerte como siempre  —dijo Beth. Las demás estaban concentradas con la novata, que acababa de llegar, pero no le puse atención y me fuí.

Y otra vez recibí un no lo sé como respuesta, esto me estaba desesperando, en serio. Mis recursos se estaban agotando, así que decidí ir con Harriet y Sonya. Entré a la cabaña donde estaban, al parecer sólo conversaban, así que no recibiría regaños. Las salude con una mano en la cabeza estilo militar, no se como recordaba que así se hacía, sólo lo sentí.

—Chicas, ¿has visto a mis corredoras? Nadie sabe donde están, nadie las vió a entrar al laberinto, ni me despertaron—les expliqué.

—Pues no, no las he visto, es tu responsabilidad—esa fue Harriet. Sólo la miré fría, no estaba de humor para cosas así.

—Tal vez entraron muy temprano, sinceramente no lo sé—dijo Sonya. Les dediqué un gracias y me fuí de ahí. 

—¿Dónde rayos se metieron? —murmuré.

Caminé hacía la sala de mapas apresurada, nadie sabía donde estaban, que garlopa. Entré como si nada, y no había rastro de que estuvieron, no dejaron ni una nota. Algo andaba mal. Como nadie me decía nada, decidí ir a buscarlas al laberinto. Tal vez se apiadaron de mi y me dejaron dormir, y ellas sin decir nada, se fueron.

Pasé a ponerme mis botas, guantes y mochila de cuero. Tenía que estar preparada. Estuve buscando todas esas cosas, nunca recuerdo donde las dejé la ultima vez. Terminé de ponermelas y me puse en marcha. Preparé mi mochila: agua y comida, lo de siempre.

Troté hasta la puerta sur, pues por ahí estaba la sección 7 que hoy se abría. Y estaba segura de que ellas estaban ahí, ellas no son cobardes como yo, que después de lo sucedido con el lacerador, volvieron. Yo ni picada lo haría. Me detuve frente a las inmensas puertas. 

—Aquí voy. Tu puedes —me dije, tratando de calmarme. 

Empecé a correr, giré como por 4 pasillos, y me dirigí al anillo central. La sección 7 estaba abierta. Me adentré en el pasillo y estaba totalmente silencioso. Daba muy mala espina. Comencé a llamarlas por su nombre. Nada. Empezaba a sudar frío, no podía soportar que algo les pasará, ellas eran mis corredoras. No podía estar sin ellas. 

Comencé a correr más rápido, recorrí cada pasillo, nada. Sentía pánico, miedo, casi de todo. Cada pasillo que conocía de esa sección estaba vacío, nada. Pensé lo peor, me horroricé de mi misma. 

¡El acantilado! exclamé en mi mente. Corrí lo más rápido que pude hasta allá, y ahí estaban al fondo. Estaba Audrey inconsciente, y Claire sentada en el piso jadeando sin cesar. Algo malo paso. Demonios.

—¡Claire! ¿¡Qué rayos sucedió!?—grité y corrí a abrazarla. Estaba helada y temblando, la última vez que la vi así era cuando llegó de la caja.

—Hay más... nos atacaron... escóndete...—decía casi susurrando—no se si Audrey sobreviva... la picaron—finalizó. Esas dos palabras bastaron para que mi corazón casi se parara. Se siente como si me fuera por un abismo. Quería llorar, gritar, pero no lo hice.

—Necesitamos salir de aquí, ¿qué te pasó a ti? ¿cómo que hay más? Necesito que me digas lo que pasó—le dije, tratando de no volver la situación peor.

—Descubrimos pistas, venimos aquí pero había laceradores, no pudimos contra él pero no nos mató. Pero pico a Audrey...—su voz cada vez era más débil—y luego me atacó.

—¿Qué te atacó? ¿qué tan herida estás?-le pregunté. Jamás había pasado algo así.

—El...—y señala a las sombras. No era tan estúpida, sabía que había algo ahí y saqué mi daga. Estaba preparada. Pero para lo que vi... no. Había un chico rubio, estaba vestido semejante a nosotras, con las botas y el equipo. Logré darle un golpe en la cabeza y dejarlo inconsciente, pero me hizo un corte muy grande —dijo tocándose el estómago. 

Mierda, no había visto eso. Pero lo que más me sorprendió ¿qué rayos hacía un chico ahí? ¿porqué atacó a mis corredoras? Menuda garlopa. Noté que se estaba haciendo de noche, iban a cerrarse las puertas. Audrey estaba inconsciente y aquel chico también. Claire se estaba desangrando. Y pasaremos la noche en el laberinto y como dice Harriet "nadie ha sobrevivido a una noche al laberinto". Perfecto, voy a morir. El pánico empezó a carcomerme, pero no, no podía ponerme mal en una situación así. Rasgé un pedazo de mi playera y lo utilicé como vendaje para Claire. En cuanto a Audrey, la jalé de los tobillos y la traje hacía donde estábamos.

Ya era de noche, ya no había nada que hacer. Aunque las chicas estuvieran bien, no alcanzaríamos a llegar, faltaban minutos para que las puertas se cerraran, y estábamos muy lejos. Sólo quedaba esperar a la muerte, aunque puede ser burlada, eso espero. Se que todos moriremos algún día, pero este no era. No podía morir, hoy no. Al menos si no podía luchar contra los laceradores, podíamos escondernos. 

Empecé a buscar algún sitio donde podamos ocultarnos, y ahí estaba, una grieta. Un estruendo me sacó de mi plan; las puertas: se habían cerrado. Corre tiempo. Jalé a Audrey hasta a la grieta, lo cual me llevó como 7 minutos, no estaba tan cerca. Luego ayudé a Claire a que se levantara para que fuera allá, 10 minutos. Ningún lacerador. Noté que el chico estaba despertando, corrí a esconderme en las sombras, ya era de noche. Se paró tambaleándose, parecía borracho. Comenzó a caminar en dirección al acantilado, de seguro no veía nada. Sentí un impulso de que no debía dejarlo morir.

—¡Alto!—le grité. Un eco se hizo presente, apuesto a que eso se oyó a kilómetros, mierda. El sólo volteo, y me miró fríamente.

—¿Quién eres? ¿qué hago aquí? ¡dime!—exclamó. Todavía que te salvo, pensé.

— ¡Cállate que nos van a oír!—le dije—cálmate... estás en el laberinto, y si no te callas, vas a morir—le dije más bajito—hay criaturas que nos cazan. Sólo no hagas ruido —le supliqué en un susurro.

Al parecer entendió al alzar la vista a las paredes del laberinto, y vino junto a mi, a pesar de todo estaba aterrado. Pero no se salvaría de mi. Vengaría a Audrey. Y con ese pensamiento le planté un golpe en la cabeza, tan fuerte que a mi me dolió. Cayó inconsciente y lo escondí. Me fui a la grieta de Claire y Audrey cuando se hizo presente. El famoso tic tac de los laceradores. Me coloqué boca abajo y jalé unas enredareras para que no nos vieran, como quiera estábamos abajo de un muro. Y ahí estaba, un lacerador. Al parecer no ve abajo, pero yo si. Un rayo de esperanza me iluminó, tal vez si se sobreviva una noche al laberinto.

Corre [SG #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora