Leiah
La caja había subido de nuevo, y esta vez con un chico, se llama Aris. En todo el claro había un alboroto tremendo. ¿En serio CRUEL, un chico dónde sólo hay chicas? Esta vez si estás de coña. En cambio, Audrey se ha tranquilizado, pero anda de borde todo el tiempo, y anda diciendo que yo tengo la culpa de que nosotras estemos aquí y pura garlopa; también se ha vuelto demasiado violenta. Y para colmo, todas estamos alarmadas por que las malditas puertas no cierran. Yo y las líderes acordamos empezar a bloquear las puertas, y hemos sacado todas las armas que hay, desde que llegué aquí las tengo guardadas.
—¡Leiah, ve a reunir a tus amigas y al novato! ¡tenemos que estar todas juntas!—me gritó Harriet. Todas eramos un caos. Los reuní y nos situamos en una cabaña, cuando todo empezó. Los chirridos y el típico tic tac de los laceradores se oían demasiado cerca.
Varios gritos de chicas se oían a lo lejos, las cosas se iban poniendo cada vez peor. Empieza el trabajo sucio. Cada una de nosotras tomó un arma, mientras Aris estaba totalmente aterrado. Salimos con una ola de confianza, que se desvaneció totalmente cuando vimos 3 clarianas ser llevadas por penitentes. Eso me llenó de coraje, recordé a Ben.
—Claire y Audrey, vayan a los cultivos y protejan a las que están ahí. Harriet, Sonya y yo vamos a la finca—ordené. Salimos corriendo hacía la finca, y había 2 laceradores. Los atacamos con lo que teníamos, empezamos por atrás.
Primero nos ocupamos de uno, tratando de herirle la cola para que no picara a nadie. Funcionó, hicimos con el otro lo mismo. Al parecer los demás se dieron cuenta y corrieron a donde estábamos, corrimos al campo. Ahí estaban Claire, Audrey, Aris, Rachel y Beth escondidos. Un lacerador nos quiso atacar y salimos despavoridos a una cabaña.
—¡Rápido, entren y aseguren la puerta con todo lo que tengan!—gritó Sonya. En ese momento, un lacerador saltó al techo.
—Cállense, tal vez se vaya—murmuré. Todas se callaron, y Beth corrió a verme, estaba muy asustada. Yo sólo la abracé para calmarla.
Un grito horrible se desató en la sala, y se desvaneció como si nada. La cola de un lacerador hizo un hueco en el techo. Harriet nos hizo señas de que saliéramos.
El claro estaba devastado. Había cabañas incendiandose, cuerpos por un lado y otro. Gritos que hielan la sangre, llanto. Era horrible, sentí ganas de llorar y gritar, pero no pude. Parecía que todos los laceradores habían venido, entonces tuve una idea.
—Si todos los laceradores están aquí, deberíamos de escapar al laberinto.
—¡Qué te pasa?—gritaron todas. Parece que dije "atragántense de plopus". Íbamos corriendo hacía la puerta sur.
—¿No lo ven? ¡No queda nada del claro! Si nos quedamos nos irá peor, allá no hay laceradores—todas me miraron y asintieron, supongo que vieron que no tenían otra opción. Al llegar a la puerta nos encontramos con Marilyn, Chris, Izzie, Lynn y Sophie. Todas magulladas, con cortes y sucias, como nosotros.
—Debemos ir al laberinto, ahí estaremos mejor. Claire y yo las guiaremos, nos sabemos el laberinto de pies a cabeza. Encontraremos una salida, ¿entendido?
Para ese entonces varias clarianas habían oído nuestro plan, y eramos un grupo mayor. Los laceradores también escucharon. Corrieron dos hacía nosotras, izquierda y derecha. Nos separamos en dos grupos y atacamos. Mi grupo hizo lo de la cola, luego la cabeza, cayó. El otro grupo le había prendido fuego, lo que el lacerador salió corriendo, hizo que varias chozas fueran destruidas, con ellas las vidas de aquellas que vi crecer junto a mi. Recordé a Ben, de nuevo. El novato estaba con Raquel, al menos no daba molestias.
—¡Todo esto es tu culpa! ¡yo te vi!—Audrey se acercaba en zancadas, sus manos formando puños extremadamente apretados, a juzgar por el pálido color.
—¡Audrey por una maldita vez deja de decir eso! ¡Yo no tengo la culpa de que esto este pasando, no recuerdo nada! ¡No es mi culpa de que estés así, por favor ya cállate!—mis puños estaban blancos, tenía tanto coraje en este momento.
—¡Dejen de joder y cállense de una miertera vez! Tenemos que entrar al laberinto—Harriet señaló una orda de laceradores que se acercaban— Claire y tu a la cabeza, demuestren que son corredoras.
Claire y yo nos miramos, entramos primero. Hice señas por detrás que nos siguieran. Derecha, izquierda, izquierda. Al parecer pasaríamos la noche aquí.
Después de un rato de correr paramos a revisar que todas estaban bien. Varios gritos se oían a lo lejos, en el claro. Significaba que se habían quedado, no durarían mucho tiempo.
—Leiah, ayúdame—esa fue Claire, con voz suplicante. Se tocaba su corte, de tanto correr se había abierto su herida, "mierda" pensé.
—¡Alguien llame a Lynn y a Sophie! Las necesito.
Ainhoa
—Leiah, ayúdame...—susurré, una ola de dolor surcando cada parte de mi cuerpo, cada vez que articulo una palabra. Debo contenerme para no tirarme al suelo y llorar. "Maldito rubio..." pensé.
Coloqué mi mano sobre mi herida, y luego la miré. Mi mano estaba ensangrentada, y temblando, el vendaje estaba empapado. Arreglé mi camiseta de manera que la sangre no fuera visible mientras escuchaba como ]Leiah llamaba a las med-jacks. Sophie trotó junto a mi, y me pidió que midiera el dolor del 1 al 10.
—Es un... cuatro—Gemí suavemente. No había razón alguna por la cual hacer un escándalo. Miré a mi alrededor, no quedaba ni la mitad de todas nosotras. Algunas tenían una expresión de dolor en su rostro, otras se cubrían con trozos de tela delgada que lograron rescatar del homestead. Algunas lloraban. ¿Que habremos hecho en nuestra vida pasada, para merecer tan cruel castigo?
—No se preocupen, estoy bien. No hay tiempo. Sigamos, cariño—dije sonriendo suavemente, y haciendo un movimiento de muñecas. Corrí mas velozmente para alcanzar a Leiah y rocé su hombro ligeramente con el suyo.
—Hey.
—¿Qué sucede? ¿ya estás mejor?—Me preguntó, con miedo y preocupación en su rostro. Mordí mi labio ligeramente. ¿Le diré?
—Si, no fue nada. Solo estoy nerviosa. Además, hay peores cosas por las cuales preocuparte—Añadí una sonrisa tranquilizante y solté un aliento que no sabía que contenía al ver cómo se calmaba.
—Está bien. Me preocupaste de verdad, astilla—dijo, con una sonrisa y volteó de nuevo hacia el frente, enfocándose en lo que venía. De repente, se paró en seco. Miré mi reloj plastificado.
Llevábamos alrededor de tres horas y quince minutos corriendo, pero esto es lo más lejos que una corredora ha podido alcanzar sin tener que volver al Claro.
—Chicas, tomaremos una ruta que es desconocida para nosotras, así que tengan cuidado, caminaremos—Cerré mis ojos y respire con profundidad. Por fin saldremos de aquí.
Paramos a descansar después de unas horas de caminar, jamás había visto pasillos así, en toda mi vida.
—Claire ¿reconoces este lugar?—dijo Leiah acercándose.
—No, jamás habíamos venido. Al parecer no hay salida...—fui interrumpida por el sonido de las puertas. Se estaban cerrando. Fuimos con las líderes, les explicamos que no sabíamos donde estábamos y lo más conveniente era parar a descansar, pasar la noche. Mañana continuaríamos.
—Chicas, pónganse cómodas y descansen. Mañana en la mañana continuamos, no vamos a volver atrás—terminó de anunciar Sonya y hubo murmuros, que a los pocos minutos se calmaron.
Me dejé caer con la espalda contra la pared húmeda, noté una mirada clavada en mi, era Audrey; no le presté atención. Al cabo de unos minutos Leiah terminó de hablar con Chris e Izzie y se sentaron junto a mi, estaban igual o pero que yo de sucias.
—Esto es tan antihiénico. En serio, en mi vida pasada, yo de seguro era una perfeccionista—dije con desagrado. No soportaba eso.
—Leiah, ¿crees que saldremos vivas de aquí?—esa preguntó Izzie. Todas esperamos respuesta.
—Sinceramente, no lo sé—contestó soltando la respiración.
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Corre [SG #1]
Hayran KurguLa primera chica que llegó al laberinto. Una de las originales; la que vió miles de chicas ser asesinadas por criaturas de la noche. La que ha vivido miles de torturas. La que ha reunido el coraje para seguir con vida a pesar de sus temores y pesadi...