21. CRUEL es bueno

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Todos nos quedamos en una especie de trance. Claro, quien no se quedaría así después de ver el claro todos los días.

Despertamos cuando alguien, creo que un chico mal humorado dijo "¿No piensan salir?" y nos arrastramos por el túnel, todos salimos.

Debo admitir que estaba aterrada, al igual que las demás. Nosotras nos quedamos atrás y los chicos empezaron a avanzar adelante por el pasillo, alertas, viendo con que nos enfrentamos.

Pasamos unos minutos caminando por el pasillo, un sendero de luces se encendía por el techo cada vez que pasabamos. Varios tubos se extendían a lo largo, y unos se cortaban incrustándose en la pared. Todo el camino vimos eso, hasta que los chicos pararon y nosotras también.

—¿Esto es en serio? —dijo Fritanga con ironía. Adelante había una puerta más o menos grande, con un letrero con una luz verde que decía "salida".

—¿Qué querían? ¿qué nos recibieran con una fiesta? —Minho se quejó.

—Pues no queda de otra —le contestó Thomas, y Newt abrió la puerta. Primero pasaron ellos y después nosotras.

Entramos a una sala de máquinas, algunas prendiddas y otras con los cristales destruidos. Era como la que veía en mis sueños, algo así nos dijo Thomas un día; el dijo que había recordado, y que en esta sala al parecer, él y Teresa nos observaban. Dijo que antes de que llegaran ellos, habían ayudado a construir el laberinto. Sinceramente yo no les había creído hasta ahora. Tal vez por eso Gally decía que ellos tenían la culpa, que él los había visto.

En el piso a lo lejos habían cuerpos, abajo de ellos un charco de sangre y vidrios rotos. Estaban muertos. Varias cabinas que eran de cristal, estaban hechas pedazos, un desastre. Todos estabamos vagando por la sala, tratando de no pisar nada. Habia demasiadas máquinas, algunas con vistas al laberinto, otras con imágenes de cuerpos, de nuestros cuerpos. Ellos tenían todo sobre nosotros.

—Así que siempre nos estubieron observando —dijo Minho, que se volvió a Thomas— ¿esto es lo que decías?

—Sí. Teresa y yo estábamos aquí—contestó Thomas. Acto seguido de eso, pulsó un botón de una computadora que estaba cerca de el. No supe si lo hizo con intención o por curiosidad.

Una pantalla se encendió, mostrando a la mujer que siempre veía en mis sueños. Comenzó a hablar, era un mensaje:

—Hola, mi nombre es ministra Ava Paige. Soy la directora de operaciones Catástrofe y Ruina Universal: Experimento Letal. Si estás viendo esto, significa que has completado con éxito las pruebas del laberinto. Ojalá estuviera ahí para felicitarlos, pero al parecer las circunstancias me lo han impedido. A estas alturas deben de estar confundidos, enfadados, asustados. Solo puedo asegurarles, que todo lo que ha pasado, todo lo que hemos hecho, ha sido por un motivo. No lo recuerdan, pero el sol ha consumido nuestro mundo, millones de vidas han sido perdidas por el fuego, la hambruna. Todo el sufrimiento es global; los efectos co-laterales fueron inimaginables.

Lo que llegó después fue peor. Lo llamamos "la llamarada" un virus mortífero que ataca el cerebro. Es violento, impredecible, incurable. O eso creíamos. Con el tiempo, la nueva generación que podía sobrevivir al virus surgió. De repente, había motivos para creer en una cura, pero no iba a ser fácil. Los jóvenes tenían que ser analizados, incluso sacrificados en tornos severos, donde se podía estudiar su actividad cerebral. Todo con el fin de saber que los hacía diferentes, incluso a ustedes. Puede que no se den cuenta, pero son muy importantes.

Desgraciadamente, las pruebas acaban de comenzar, pronto verán que no todo el mundo comparte nuestros métodos. El progreso es lento, la gente está asustada. Puede que sea tarde para mí, pero no para ustedes. El mundo los espera. Y recuerden ante todo, CRUEL es bueno —y la mujer se disparó.

Todos estábamos ciertamente aterrados, no sabíamos que significaba todo eso. ¿La llamarada? ¿el sol consumió la tierra? ¿qué rayos era todo eso? Procesar toda esta información tan rápido era agotador.

—Creo que estabamos mejor en el laberinto —dijo Izzie.

—Yo no volveré.

—Supongo que ya todo terminó ¿cierto? —preguntó Chriss.

—Da igual, lo que importa es que encontramos la salida, y estamos bien —dijo Newt volviéndose a nosotras. Ya todos estabamos juntos. Saber que lo habíamos logrado, daba algo de satisfacción.

—No —dijo una voz detrás de nosotros, aunque no supe distinguir quien era.

—¿Gally? —preguntó Thomas.

Y era cierto, ahí estaba Gally, con una pistola en su mano temblorosa, sudado, mugriento. Por sus ojos inyectados en sangre y sus venas enfermamente marcadas, lo habían picado.

Corre [SG #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora