capitulo XI

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Vincent


Debí saberlo.

Eso era todo lo que podía pensar, después de esa mañana en el lago.

Que debí saber lo que estaba sucediendo.

No me atreví a aceptar frente a Sissi, que temía algo aun peor.

Creo que mi padre sabía.

Tratando de recordar si había visto algún indicio de lo que pasaba, noté que mi padre pudo saberlo.

Jamas me dejaba acercarme al palacio cuando era tarde, especialmente si Sigrid había hecho algo para enfurecer a sus padres.

Recuerdo que yo lloraba, cuando era mas pequeño, porque quería verla, la extrañaba y quería jugar con ella.

Mi padre lo prohibía, decía que nos veríamos al otro día, y muchas veces hasta se enfadaba si yo insistía.

Jamas me imagine que la verdadera razón podía ser esa.

Ahora creo que una parte de mi, algo instintivo de nuestra unión, siempre me mostró que algo malo estaba pasando.

Y no podía contarle a Sissi mis sospechas, no podía arruinar la imagen de mi padre para ella.

Yo podía entender que quería protegerme, podía entender que no quería que me metiera en problemas, que atacara a alguien por defenderla a ella. Pero Sigrid no lo perdonaría.

Era triste que ella me estuviera contando sus secretos, y en cambio este no podía dárselo.

Estaba preparando nuestros caballos en el bosque tras el palacio, cuando apareció ella, Dary y los gemelos.

Olvide todo cuando la vi.

Iba vestida como siempre, completamente de negro, preparada para una misión de la Bendición.

Pero no se veía como todos los días.

Cuando me vio sonrió, una sonrisa gigante, cálida, llena de felicidad.

Se acercó a mi y rozó mi mano antes de subir a su caballo.

Habían pasado algunos días, y últimamente todo era roces entre ambos.

Ella pasaba cerca mío y sus dedos rozaban mi mano, yo caminaba a su lado y sin querer mis manos se iban a su trenza.

Un par de veces me retracté de poner mi mano en su cintura si estábamos entrando o saliendo de algún lugar.

En la taberna lo hice una vez, y luego retiré mi mano, sentí que era un gesto posesivo, y era feliz si, de vez en cuando, como ahora, simplemente nuestras manos se acercaban por unos momentos.

Me hacía sentir en paz, con nosotros, y con mi misión en la vida.

Después de tantos años de estar unidos, esta es la cercanía que siempre quise tener con ella.

Como si de pronto todo calzara como debía.

Que yo fuera su primera sombra, y no conociera lo que más le hacía daño, lo que mas temía, era de una incongruencia absoluta.

— Buenos días — saludó Sissi.

Los gemelos y Dary se inclinaron levemente como reverencia.

Yo tomé las riendas de mi caballo y le sonreí.

Sissi nos miró a todos.

— Ultima misión — dijo — todo debe salir perfecto esta noche. Después de eso, podemos descansar en paz, sabiendo que nuestro pueblo ha sido librado de la corrupción. — hizo una pausa — aun faltan algunos pequeños detalles, pero espero que sepan lo agradecida que estoy, de su compromiso con estas misiones y con Sjöberg... — me miró — y conmigo.

Heredera de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora