Sissi
Erall me ayudó a subir a Vincent a mi caballo, y juntos cabalgamos a la mayor velocidad que fuera posible, hasta que pasamos la frontera y entramos en territorio de Sjöberg.
Ayudé al General a bajar y lo llevé a un rio que había cerca.
Lo acerqué al agua y esperé a que bebiera un poco, para ayudarlo a sentarse en la orilla.
— Podrías quitarme las botas? — me dijo, su voz raspada, casi susurrada.
Asentí, sin ánimos de responderle. No era capaz ni de perturbarlo con mi voz.
Levanté una de sus piernas con delicadeza y retiré una de sus botas. No hubo problemas.
Su otra pierna estaba estirada, tiré lentamente de la bota y pude ver que su rostro se contraía en una mueca de dolor.
— No tienes que ocultarlo — le dije.
Me miró, los ojos levemente aguados.
— No tienes que ocultar tu dolor conmigo, Vincent — expliqué.
Dejé las botas cerca y me acerqué a él, sentándome a su lado. Pasé un brazo por sus hombros y empujé suavemente su cabeza, para que descansara en mi hombro.
Dejó caer su peso en mi.
Su mano buscó mi mano y yo apreté la suya en respuesta.
Sentí que comenzaba a temblar, su respiración agitada.
Hasta que su cuerpo comenzó a convulsionar, acompañando las lagrimas que caían por su rostro.
Apreté mas fuerte su mano para resistir mis propias lágrimas, mientras escuchaba sus sollozos.
Rodeé su cuerpo con mis brazos y lo apreté lo mas cerca de mi que pude.
— Se lo que se siente — confesé, entre lágrimas — sé lo que estas sintiendo, tu sabes que lo sé. Por eso entiendo que necesitas llorar y gritar y destruir todo.
Estuve un buen rato sosteniéndolo, mientras botaba todo el dolor que tenia dentro.
Después de unos momentos tomó una gran bocanada de aire, y pasó una mano por su rostro.
Noté que sus manos estaban sucias. Todo su cuerpo estaba sucio.
— Quieres que te ayude a entrar al agua? — pregunté.
Levantó su rostro y me miró.
Lo había extrañado tanto.
Estaba demasiado cerca ahora.
A pesar del dolor, a pesar de la rabia, seguía viendo tanta bondad en sus ojos, tanto cariño hacia mi.
Le sonreí y besé su mejilla.
Sentí un leve sonido de diversión que salió de él.
Sonrió y apoyo su cabeza en mi hombro de nuevo.
— Estoy demasiado cansado para entrar al agua, Sissi.
Se alejó un poco y aproveché para girarme. Los demás habían establecido un campamento.
Dary estaba mirándome con sigilo, y yo sabia porque.
Volvi a mirar a Vincent.
— Vini? — le dije, nerviosa.
Se sobresaltó y me miró sonriendo.
— Extrañaba esa palabra — me respondió.
Intenté sonreír de vuelta, pero estaba asustada.
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Heredera de las sombras
FantasyLa Duquesa del silencio es la heredera al trono de la dinastía Sjöberg. La pequeña Sigrid ha crecido para convertirse en una mujer sedienta de sangre y venganza, y no habrá limites para ella, cuando la salvación de su pueblo, y quienes ama, esten en...