capitulo II

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Sigrid

Me moví desde las sombras para que la única vela en la habitación pudiera mostrar mi rostro.

- Te estas poniendo lento, Primera sombra - agregué

- Lo lamento, alteza. - seguía sonriendo - me distraje con unas mujeres antes de entrar.

Tragué fuerte.

No era extraño, el guerrero con cara cubierta, que estaba sentado en esta habitación, tenía fama en la plaza.

Muchas veces sentía los suspiros y las risitas cuando lo veían. Hombres y mujeres solían rendirse ante el, su voz profunda, la piel levemente bronceada, su cabello castaño, como hojas secas, que ahora sobresalía un poco de su capucha, y sus ojos verdes, como los míos.

Le dedicaban sonrisas amplias. Él las ignoraba, casi todas.

- Puedo imaginarlo - desvíe mis pensamientos al presente - y los demás?. - pregunte levantando el mentón.

Sirvió otro vaso de vino y me lo ofreció, lo tomé con naturalidad.

- Ya llegarán - dijo Vincent con tranquilidad.

Me acerqué a la ventana cerca de la mesa, podía ver como disfrutaba la ciudad ahí afuera, mi rostro estaba también cubierto con un pañuelo rojo oscuro, mi cabello blanco oculto bajo la capucha de la capa, y el nudo infinito dibujado en mi pañuelo.

Sentí la mirada profunda de Vincent en mi, pero lo ignoré. Solo quería saber cuándo llegaría el resto.

Tocaron la puerta.

- Tiempo prestado - dijeron dos voces desde el otro lado de la puerta.

-Tiempo bendito - respondimos al unísono con Vincent, sin mirar hacia la puerta.

Entraron los gemelos, también con el rostro cubierto.

Camron y Ellan Dohnhall.

- Llegan tarde - los recriminé.

Cayeron al suelo con una reverencia, en perfecta coordinación.

- Discúlpenos, Duquesa - respondieron también al mismo tiempo.

- Esta bien. Tengan cuidado al usar ese nombre. De pie - les hice un gesto con la mano para que se levantaran.

- Como se supone que deberíamos llamarte?- dijo Ellan.

- Sissi? - pregunto Camron entre risas.

- No - dijo severamente Vincent, sin levantar la cabeza de su copa de vino.

Aprete las manos que tenia detrás de la espalda.

Vincent tenia la misma costumbre, quedarse de pie con las manos en la espalda, un gesto que adaptamos en nuestros años de entrenamiento y guerras.

- No - repetí yo con suavidad - pueden llamarme Señora cuando estemos en privado, Sigrid en público - les expliqué mirándolos fijamente.

Habíamos vuelto hace solo un par de meses de la ultima batalla. Esta campaña se había extendido por casi dos años, y no era la primera que habíamos enfrentado.

Yo había participado en batallas desde que tenia 15 años.

Como Heredera, era mi deber ser parte de ellas, para inspirar a los soldados, ya que mis padres habían muerto en la guerra anterior a esa, unos años antes, cuando yo solo tenia 11 años.

Mi tío me envío esa primera vez, como estandarte, para que me lucieran y pudiera " provocar miedo" en las lineas enemigas.

Dudo que la presencia de una niñita delgada, de apariencia frágil, que aun ni siquiera tenia curvas en su cuerpo, hubiera aterrado a alguien.

Heredera de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora