Despues - Sissi

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Abrí los ojos cuando la luz del día comenzó a colarse entre la gruesa tela rojo oscuro que cubría las ventanas. Lo primero que noto son los anchos hombros bronceados que reflejaban los suaves rayos del sol, los marcados músculos de su espalda, mientras su cuerpo se mecía al ritmo de una melodía imaginaria.

-- Buenos días, Majestad -- murmuré, levantando mi cuello para mirarlo mejor, canturreando al mismo ritmo.

Vincent gira, alza una ceja, y si la vista de su espalda ya era maravillosa, ahora que puedo verlo de frente es aún más.

Noto el delicado bulto entre sus brazos, seguros y fuertes. Mi pequeña Elia, que resplandece como el sol, acurrucada en ese pecho cálido.
Mi propio corazón se acelera y desacelera.
Mi instinto reacciona y recuerda que debió despertar en algún momento y yo no la escuché.
Pero se que no importa.
Porque está ahí, sobre su pecho, entre sus brazos, en ese espacio donde tantas veces yo me he refugiado.
En el lugar más seguro del reino.
Mi hogar.

Vincent se acerca a nuestra cama, mientras me acomodo en ella, estirando los brazos, para recibir en mi pecho la bendición más grande que ha llegado a mi vida.

-- Buenos días, princesa -- susurro en sus pequeñas orejitas, y acomodo, cepillando con mis dedos los suaves mechones de cabello blanco que ya han comenzado a caer suavemente sobre ellas.
Me escucha, bosteza y abre sus preciosos ojos verdes, brillantes y curiosos como los de su padre.
Podría vivir y morir en ese maravilloso verde, como los bosques que un día ella reinará.
Luego vuelve a cerrar sus ojos.
-- Hmm -- digo con suavidad, entendiendo que tiene demasiado sueño para saludar.

Levanto la vista a Vini -- No escuché cuando despertaste cariño -- digo, entre susurros.
Se encoge de hombros sonriendo y se acomoda a mi lado, rodea mi cintura con un brazo, y apoya su cabeza en mi hombro.

-- Hey  -- me llama y volteo a mirarlo -- Aún no soy Su Majestad -- dice, y besa mi hombro.
Una corriente cálida recorre mi cuerpo, y le guiño un ojo.
-- Hoy es tu coronación, Vini -- respondo -- desde esta noche, en esta cama dormirá el Rey y la Reina.

Levanta su vista de mi hombro y la fija en mis labios. Noto el brillo de sus ojos y puedo imaginar en qué está pensando cuando hablo de nuestra cama.

-- Bien -- susurra, mientras besa suavemente mi cuello. Me muevo instintivamente, para el, para que siga besando donde él quiera.

Siento que Elia se remueve entre mis brazos y ambos soltamos una suave risa al mismo tiempo.

-- Deja que me lleve a su Alteza -- dice Vincent, tomándola delicadamente. Siento que extraño su calidez de inmediato y sin querer imito el puchero que está creciendo en esas pequeñas mejillas sonrojadas.
Tomo una rápida desicion y me quito la suave camisa de dormir.
-- Vuelve rápido --
El se gira al mismo tiempo que dejo caer mi ropa al suelo
Vincent  solo me sonríe y comienza a caminar a la puerta.

-- Criatura cruel -- dice, sin dejar de sonreír. Se aleja despacio, tratando de no despertar a nuestra pequeña hija.

Me cubro y giro mi cuerpo hacia la ventana, donde hace un momento estaba Vincent y observó las montañas que rodean el palacio y sin querer me duermo.

Despierto cuando suaves besos recorren mis hombros y comienzan a descender por mis brazos, hacia mis costillas. Voy girando con ellos, abriendo los ojos para poder admirar de frente como los labios y las manos de Vincent recorren mi cuerpo.
Tiró suavemente un mechón de su cabello y su cabeza se disparó para mirarme.

-- Qué!?-- susurra con sorpresa.
-- Te tardaste y ya había vuelto a dormir.
Se ríe y siento como vibra su cuerpo. Abro mis piernas y tomo su cadera, tirando para que se acomode sobre mi.
-- Te extrañe, Vini -- murmuro suavemente. Una queja, una súplica escondida. Necesito que sepa cuánto lo necesito.

Heredera de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora