Vincent
Sissi no volvió a quedarse conmigo después de esa noche.
Al día siguiente fui a presentarme ante el Capitan Agren y las tropas, y todo se dio con naturalidad.
No había pasado tanto tiempo lejos de mis responsabilidades, no lo suficiente para que los soldados me perdieran el respeto al menos. Además de que me lo había ganado durante años de batallas, y eso jamás se pierde.
El soldado jamás olvida a quien es capaz de morir por ellos.
Tuve que caminar con un bastón los primeros días, lo cual no ayudaba en nada con mis ánimos, pero nadie me dijo nada, o tuvieron la inteligencia de no decirme nada.
No hable mucho con la duquesa durante esos días, ambos estábamos sumergidos en organizar la pequeña excursión de Ansgar.
El rey necesitaba al menos cuatro guardias, Sissi también, y cada Lord debería llevar otros dos. Eran seis lords en total, lo que resultaba en que seria imposible cabalgar uno al lado del otro. Eran tantas personas que aunque lleváramos un regimiento, existía de todos modos la garantía de que al menos uno de todos los participantes importantes resultara herido en algún ataque.
Me apreté el tabique de la nariz, agotado. Desde que habia comenzado con todos los planes, que tenia fuertes dolores de cabeza. Probablemente también el resultado de haber estado tres meses casi muriendo de hambre y deshidratación.
— Todo bien, General? — Agren estaba a mi lado, mirándome, mientras elegíamos a quienes nos acompañarían en el viaje.
Era un tema ser soldado, preparado para un campo de batalla, otra muy distinta el ser guardián de alguien. Se necesitaba tener ojos en la espalda, y estar alerta constantemente, por cualquier movimiento que pudiera haber en los alrededores. Yo había aprendido de mi padre desde muy pequeño, y luego me fui entrenando como soldado para la batalla. No todas las personas podían hacerlo, para una excursión como la que se venia, era necesario que contáramos con los mejores.
— Si, capitán — respondí — está todo bien.
— Nadie dirá nada, General, si se sienta a descansar unos momentos — dijo él — todos sabemos lo que pasó.
Asentí, pero solo me retiré unos momentos para beber agua.
Agren se acercó a mi.
— Creo que, contando con los gemelos Dohnhall, con Daryna y los soldados que usted ha seleccionado, tendremos un grupo suficiente y capacitado, señor.
Volví a asentir y tomé agua de nuevo.
— Me gustaría unirme a usted para proteger a la duquesa — dijo de pronto, me atraganté con el agua — si me lo permite.
Levanté la vista del vaso de agua, tragué y me aclaré la garganta.
— Claro — dije, con la voz rasposa aun — pero Su alteza — seguí — es una mujer de hábito Agren, está acostumbrada a que Daryna y los gemelos la cuiden, no creo que quiera una persona extra en su séquito.
Asintió, desalentado.
— Pero — agregué después — le preguntaré si le parece bien.
Dejé el vaso de agua y puse una mano en su hombro.
—Notificale a quienes fueron seleccionados sus asignaciones y dales las instrucciones del viaje. Iré a descansar. Mañana quiero verlos solamente a ellos, por la tarde.
Agren asintió con una pequeña reverencia y se retiró.
La pierna me dolía, la cabeza me dolía.
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Heredera de las sombras
FantasyLa Duquesa del silencio es la heredera al trono de la dinastía Sjöberg. La pequeña Sigrid ha crecido para convertirse en una mujer sedienta de sangre y venganza, y no habrá limites para ella, cuando la salvación de su pueblo, y quienes ama, esten en...