Capítulo 11

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—Kevin

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—Kevin. Buen nombre, te queda —dije anotándolo en el cuaderno de notas.

El chico volvió a bajar la mirada.

—Muy bien, Kevin… necesito que me digas lo que ocurrió esa noche. Sé que puede ser difícil, pero es importante.

Toda la evidencia apuntaba a un trágico suicidio. Sin embargo, la familia del joven fallecido seguía insistiendo en que todo era una blasfemia, que él nunca haría tal cosa. 

Pero hacer hablar a ese chico me estaba resultando difícil.

—Tú fuiste el único testigo que estuvo con él ese día —añadí—. Dime exactamente lo que pasó.

Vi que sus manos se movían de forma ansiosa. 

Recogí aire y recargué la espalda en el respaldo de mi silla. Me sacudí el cabello y entonces volví a inclinarme hacia él.

—Está bien… tranquilo, solo dime —usé un tono amigable.

Él asintió con la cabeza.

¡Por fin!

—Yo… y él… nos quedamos entrenado hasta tarde en el gimnasio.

Tuve que afinar el oído para escuchar lo que decía. 

Cabeceé mientras anotaba.

—La cámara del pasillo los captó yendo hacia el área de la piscina. ¿Cómo terminaron allí? 

Me sentía mal interrogándolo, en serio parecía alguien muy tímido y, de acuerdo con los testimonios, él y la víctima era muy cercanos. Todos creían que Kevin sería incapaz de hacer algo así.

Yo también lo creía.

—Fuimos a nadar, pero como parte de la limpieza la piscina había sido vaciada. Sin más remedio nos sentemos a conversar y comenzó a hablar sobre sus problemas familiares, la presión que suponía para él mantener un nivel alto tanto en las materias como en el equipo. 

Apoyé los codos sobre la mesa.

»Dijo que no podía más, que quería terminar con todo de una buena vez. Yo intenté animarlo, insistí en que todo pasaría, no es que la escuela durare para siempre.

—Él me dijo… él dijo que yo tenía razón. La escuela no duraría para siempre. ¿Qué iba a hacer después? ¿A cuántos problemas debería enfrentarse? Y luego… —Hizo una pausa muy larga.

—Y luego… ¿Qué pasó?

Tragó saliva.

—De pronto se levantó y rodeó el perímetro de la piscina para subir por las escaleras de la plancha de clavadistas. Fui tras él, pero nunca imaginé lo que quería hacer. A él le aterraban las alturas, ¿por qué estaba subiendo a lo más alto? Fue entonces cuando lo supe. Trepé tan rápido como pude, tenía que sujetarlo antes de que fuera demasiado tarde; pero no fue suficiente pues… pues… al llegar al último escalón… escuché su cráneo impactarse contra la loza de la piscina.

La Analogía De Carter©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora