Aquí Carter:
No hace mucho James me preguntó si tenía un sueño propio. Solo pude decirle que sí, pero no cuál.
En este momento tengo miedo, no sé lo que pueda ocurrir. Esperar en este auto sin hacer nada me estaba poniendo cada vez más nervioso. Así que usaré el tiempo para describir mi sueño aquí.
Creo que por hoy será un diario.
En mi sueño no dejaría de sonreír. No podría dejar de llorar... mas no lloraría de dolor, lloraría de alegría.
Bajaría por las escaleras de madera, de esa casa en el bosque que siempre había deseado habitar. Recibiría con abrazos a cada uno de mis amigos. Todos estarían allí.
Elídan me tomaría por el cuello y me sacudiría con fuerza el cabello.
—¡¿Con que aquí te escondías, eh?! —diría Elídan—. ¿Cuánto tiempo planeabas abandonarme?
—Lo suficiente —contestaría yo, safándome de su abrazo y fingiría darle una bofetada.
Olvidaría que hubo un tiempo en que él no estuvo aquí. Quizás nunca se había ido.
—Tranquilos, niños —intervendría Cristian que traería una canasta de pan entre las manos—. ¡Annia ven ayudar!
—¿Por qué yo? —objetaría Annia, aunque sus pies terminarían llevándola hacia Cris.
Levantaría la vista y divisaría el hermoso cielo azul qué nos serviría de techo mientras estaríamos en ese lugar escondido tras los grupos de pinos verdes.
—¡Axel! —gritaría Cristian, después de dejar todo listo en la mesa, corriendo a su encuentro con un hacha en la mano—. ¡La leña, carnal!
—Baja eso; lastimaras a alguien —le riñiría Axel, arrancándosela de las manos—. ¡Yo lo haré!
—Era eso es lo que quería que hicieras desde un principio.
—Lo noté, sí.
Me reiría para mis adentros. Me alegraría de que Axel se deshiciera de esa siniestra máscara que distorsionaba su verdadera personalidad.
Escucharía una serie de risas y pasos apresurados tras mi espalda.
—¡Niños no corran por las escaleras! —les diría Zack mientras él también sube a la casa junto a su esposa.
Sus dos hijos Kadara y Kaden estarían más grandes. Me daría gusto saber que no tendrían que crecer en un mundo tan cruel como en el que nosotros lo hicimos.
—¿Hacia allá? Tú dime dónde—jadearía Dilan, llevando un extremo de la pesada hielera.
—Aquí está bien, bajemosla—le respondería Iván, subiendola a la mesa de madera.
Las diferencias entre ellos serían cosas del ayer, ya ni siquiera parecerían haberlas tenido.
Elídan y esos dos seguirían a Cris y Axel para buscar leña.
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La Analogía De Carter©
Ficción GeneralCALOR ¿Cuanto tiempo se puede vivir atado al pasado? Pero aún más importante, ¿es aferrarte a algo o alguien bueno o malo? Descubre los sucesos que llevan a un joven a convertirse en policía con el único objetivo de encontrar al responsable de la mu...