Capítulo 26

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Llegó el día en el que al fin podríamos deshacernos de Yeshua Mireles

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Llegó el día en el que al fin podríamos deshacernos de Yeshua Mireles. Nunca antes nos alegramos tanto de que la fiscalía prosiguiera con el caso. Fue un trabajo en equipo. Después de mucho tiempo, por fin hablamos tenido la oportunidad de hacer el trabajo completo: pruebas, declaraciones, testigos, confesión, todo estaba listo y ellos solo debían encargarse de que el juez no decidiera darle una condena menor de lo que merecía.

En mi última llamada telefónica con Dilan, la cual hice para recordarle que me dejara ver a ese preso, me enteré de que él sería el fiscal a cargo en el juicio de Mireles. Era obvio que querían a un fiscal joven e inexperto para la tarea, como hicieron con lo de Sandra Hoffmanh. Solo querían dar el caso por cerrado para calmar a la gente. Sin embargo, y aunque no podía decirlo solo con escuchar su voz al teléfono, parecía que Dilan tenía la intención de hacer un trabajo minucioso. Dijo que un flor se componía por más de un pétalo. Él estaba convencido de que había alguien más detrás de ese crimen, o al menos del criminal... y yo también.

—Pétalo... Rosa... Elefante —murmuré, meciéndome de aquí para allá en mi silla.

—¿Vas a cantar? —inquirió James, con tono semi jocoso, absorto en sus notas.

—«Hasta que completes el rompecabezas no sabrás si el elefante arrancó la rosa o si solo quería plantarla» —dije un poco más alto, sumergido en mis pensamientos.

—¿De qué hablas?

Por la forma en la que me preguntó eso yo diría que ya me tomaba por loco.

—Eso fue lo que me dijo Axel... Y ahora que lo pienso tal vez se refería a que Samuel Köch no era el asesino de Sandra Hoffmanh.

James dejó el bolígrafo sobre el cuaderno y volteó a verme.

—Ese es un caso cerrado —dijo y de pronto me recordó a Dilan cuando se ponía serio con el trabajo, que era casi siempre—.  Culpable o no ya está exonerado... Además, ¿por qué Axel piensa eso? Es más, ¿por qué le importa?

—No sé... —resoplé—. Pero piénsalo. Él respondía a todas nuestras preguntas y cuando llegaba la hora de admitirlo se resistía a dar cualquier tipo de respuestas sólida.

—Era lógico que no iba a confesar. —Movió la cabeza en círculos para resaltar el punto de su comentario.

—Creo que hay algo más ahí. Además, es verdad que el ADN coincidía, pero no era el mismo y Casey... la chica fallecida —me corregí—, mencionó a otra persona, una mujer. No le tomé mucha importancia entonces porque teníamos un objetivo claro, pero...

El semblante de James se volvió pensativo; había conseguido despertar la duda en él, aunque tal vez no lo suficiente.

—Es verdad que las heridas de la víctima no parecían ser causadas precisamente por un hombre, pero eso se le atribuyó a que estaba ebrio. Y aunque el culpable fuera una mujer, ¿por qué él nunca negó las acusaciones? ¿Por qué cambiaba sus declaraciones? Su historia se volvió cada vez más inconclusa.

La Analogía De Carter©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora