"¡Para!" Te grita una voz familiar, el cielo ruge ansioso y oscuro, mientras la luna centellea brillante en un tomo carmesí.
Te giras hacia tu víctima, imponente, impenetrable, con la mirada llameante y la piel llena de sangre.
Te ves a ti misma desde otro plano, contemplando en lo que te has convertido, en el vivo reflejo de la luna de sangre, de la oscuridad absoluta, que te envuelve y anhela, protegida por lo que creíais que iba a matarte.
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Tus labios dibujan el principio de una sonrisa y tu mirada hiela la sangre.
- El destino es inevitable. – susurran tus labios –
Alzas al brazo sosteniendo una guadaña entre tus dedos y todo se vuelve rojo antes de despertar.
Despiertas con sudores fríos y el corazón latiéndote con fuerza, todo tu mundo se balancea de un lado a otro y el sol que se filtra por la pequeña ventana redonda te está sofocando.
Estos últimos días de navegación has estado sintiéndote muy sola, pues todo tu grupo ha estado ayudando a la tripulación de Kurnaz como compensación por no delatarte.
Caminas mareada y con los pies descalzos hasta la cubierta, donde te escabulles hasta la proa, donde te apoyas en la madera para no caerte al mar, pero también para poder apoyar la cabeza y respirar el aire fresco.
El suave viento revuelve tu cabello y hondea con suavidad tu camisón de tirantes color crema.
El inmenso océano se te antoja lejano, inconmensurable y tus problemas parecen muy pequeños comparados con este.
Un aroma dulce invade tus pulmones y pocos segundos después Kurnaz se encuentra a tu lado observando el mar.
- Bonito ¿verdad? Nunca me acostumbro a ello.
Lo miras confusa, pero terminas volviendo a fijar tu mirada en las olas azuladas.
- Sí, hacia mucho que no veía el mar.
- Eres Omega ¿cierto?
Tus músculos se tensan y te apartas ligeramente de él por instinto.
- No voy a hacerte daño. – se ríe con suavidad –
Su risa es refrescante y calidad, como una brisa de verano, hace que tu cuerpo se relaje.
- Pero – continua – No deberías ir provocando a mi tripulación. – desliza la yema de sus dedos por tu hombro y te sube el tirante de tu camisón – Tengo algunos Alpha.
Te observa con cuidado, analizando tu reacción; tus mejillas se han encendido ligeramente por su toque, no entiendes porque tu piel ha reaccionado quemándote ante su tacto, como si hubiese provocado un incendio incontrolable.
- ¿Cómo sabes que soy una Omega? – le preguntas intentando mostrar indiferencia –
- Puedo olerte, estamos en primavera, época de celo, pero tú no pareces notar el tuyo propio, ¿se debe a tu condición actual de lobo demonio? – te pregunta con una sonrisa intuitiva –
